En anteriores entradas me mostré muy crítico con la ley de memoria democrática que, lejos de constituir un instrumento de reparación para las víctimas del franquismo, representa una forma de hacer política sectaria y frentista en la que hay buenos y malos españoles, justo lo mismo que decía Franco. La izquierda no admite hoy que la reconciliación se saldara con lo que consideran una “equidistancia” inaceptable entre los dos bandos de la Guerra Civil. Por esta razón condena el franquismo, exhuma los restos de Franco, lleva a cabo una política de símbolos y, ahora, pretende reinterpretar las leyes de amnistía, que en su día reivindicaba la izquierda para todos aquellos presos políticos de la dictadura como condición inexcusable para construir un régimen democrático. Se sigue utilizando el franquismo como cemento para cohesionar a socialistas (parece mentira), podemitas e independentistas. El Gobierno sigue fomentando la discordia, pero esto paradójicamente demuestra que la Transición fue un éxito: solo una sociedad plenamente reconciliada puede soportar sin riesgo de confrontación que haya insensatos reabriendo heridas del pasado o sencillamente utilizando el pasado como estrategia partidista. Ese éxito no debe impedir la más severa crítica para rechazar estas políticas sectarias que siembran la discordia.
jueves, 18 de noviembre de 2021
jueves, 11 de noviembre de 2021
Por la serranía de Cuenca
El pasado fin de semana viajé con mi mujer a la serranía de Cuenca y ambos quedamos gratísimamente sorprendidos por su belleza. En ocasiones, el paisaje recordaba al de los bosques escandinavos plagados de pinos, aunque también hay muchas encinas y otros árboles que ofrecen preciosas combinaciones de colores en esta estación. El recorrido en coche entre el nacimiento del río Cuervo y Las Majadas fue una experiencia inolvidable. Afortunadamente, no nos cruzamos con ningún vehículo, porque no sé cómo nos las hubiéramos arreglado para pasar. Teníamos la sensación de profanar la Naturaleza. En cualquier momento podría haberse desprendido una roca o uno de los muchos árboles que bordeaban la carretera, que seguía el curso de un riachuelo de aguas cristalinas. Cada tramo que lográbamos superar suponía un alivio y nos generaba una sensación de gratitud hacia los árboles. Atravesamos zonas de “reserva” muy próximas al parque cinegético “El Hosquillo”, que luego supimos que había protagonizado un episodio de “El hombre y la tierra”, de Félix Rodríguez de la Fuente. Se nos cruzaron por la carretera algunos ciervos jóvenes que huían alertados por el ruido intruso del motor. Todo era de una belleza sobrecogedora.
La serranía de Cuenca tiene una gran riqueza forestal que va
en aumento: se ven muchos pimpollos que no sabríamos decir si habían sido
plantados por el hombre o son fruto de la generación espontánea del bosque. Siempre
se habla de los incendios y, claro, la gente piensa que estamos camino de
convertirnos en un desierto cuando la masa forestal ha aumentado notablemente
en España y también en el conjunto de Europa (impresionante la reforestación de
Escocia en las Highlands). Esto nos hizo pensar en el escaso eco que tienen las
buenas noticias. Pueden parecer propaganda, como sucedía con el NO-DO. No
obstante, sin llegar a ese extremo, sí que sería bueno hacer un esfuerzo por
destacarlas, ya que de lo contrario los ciudadanos dejamos de tener una
impresión correcta de la realidad, además de que sólo destacar las desgracias
puede llegar a abrumar. Sí, el cambio climático es una amenaza y hay que trabajar
para revertirlo. Pero hay motivos para la esperanza: las energías renovables
están ahí y se van abriendo paso. Me gusta ver cada vez más placas solares y
ser adelantado por coches eléctricos. Muy pronto en nuestras ciudades podremos
respirar aire puro y será una maravilla disfrutar de ello.
jueves, 21 de octubre de 2021
Los impuestos asfixian a los ciudadanos
Y ahora los peajes para circular por las autovías. Estamos llegando a un punto en que los impuestos resultan asfixiantes para los ciudadanos. Se paga absolutamente por todo: si se vende, si se compra, si se ahorra, si se hereda, si se circula, etc. La izquierda invade la sociedad y no mejoran los servicios públicos. El dinero se gasta subsidiando a muchísimas personas que empiezan a acostumbrarse a subsistir con diferentes prestaciones. La libertad individual está siendo constreñida en exceso y desalentará la iniciativa privada -incluida la disposición de muchos ciudadanos para buscar trabajo, especialmente los que se consideran demasiado exigentes y poco retribuidos- para perjuicio de todos. Mi mujer me comentaba el otro día que vio en un horno un cartel que decía “Se necesita panadero”. Cada vez vamos a ir constatando la escasez de mano de obra en trabajos en los que el ciudadano considera que el esfuerzo que se le exige no es proporcional al sueldo que se le ofrece. Para tanto esfuerzo mejor conformarse con una prestación y “apaños”. Panaderos, camareros, camioneros, etc. La inquietante Yolanda Díaz lo soluciona fácilmente aconsejando que se les pague más. Empresarios asfixiados con impuestos y precios elevados de la energía encima se ven obligados a aumentar los costes laborales. Así es imposible. La única solución es un Gobierno que respete la propiedad privada, baje los impuestos y realice la imprescindible reforma de la Administración Pública. Lo que no hizo Rajoy, pese a contar con una mayoría absoluta para ello.
jueves, 7 de octubre de 2021
"Pim, pam, pum, que no quede ni u"
Me sigue asombrando que siga habiendo tantos catalanes que con su voto apoyen al independentismo que ha promovido el enfrentamiento social y lleva a Cataluña a la decadencia económica y cultural. Las universidades catalanas son otro ejemplo de esta decadencia. Hace poco se conocía que se señala a los profesores que dan las clases en castellano y ayer, todavía más grave, un grupo de independentistas tiraba una carpa de “S’ha acabat” en la Universidad Autónoma de Barcelona ante la pasividad del rectorado. Si la acción ya es inadmisible, los cánticos que la acompañaron dejan patente la batasunización a la que asistimos: “Pim, pam, pum, que no quede ni u”. En este grito se observa su extrema intolerancia, su deseo de eliminar al discrepante. Veremos hasta dónde llega la deriva catalana, aunque en ningún caso alcanzarán la independencia, de eso pueden estar seguros.
miércoles, 6 de octubre de 2021
El Gobierno ataca a los propietarios con la nueva ley de vivienda
Las medidas anunciadas por el Gobierno sobre la vivienda son indignantes para todos aquellos propietarios que con mucho esfuerzo han ahorrado para comprarse una vivienda, ya sea para vivir en ella o para alquilarla y obtener beneficio. En cada operación hay que pagar elevadísimas cantidades en impuestos y, después de realizar una inversión que para muchos supone hipotecarse durante décadas, llega el Gobierno y decide que el propietario no es libre para decidir el precio por el que desea alquilarla. Es un abuso, un atropello y una inmensa torpeza si la medida se materializa, porque puede parar el despegue de la construcción que se estaba produciendo y que es un motor importantísimo del crecimiento económico.
Por si fuera poco, el Gobierno decide otorgar una cantidad a
los jóvenes para pagar el alquiler como ayuda para que se puedan emancipar. Al
margen de que sea una medida que se presta a un fraude monumental, en sí misma no
me parece bien. Los jóvenes pueden trabajar y hay trabajo para ellos, sólo que
no les gusta ni el trabajo ni el sueldo. Hace poco se destacaba la dificultad
para encontrar trabajadores en el sector de la hostelería, y lo mismo podría
decirse en otros sectores. Por supuesto que todo el mundo desea prosperar en la
vida, pero eso requiere tiempo y esfuerzo. Sólo faltaba que a esta juventud
mimada se le “premie” con 250 euros todos los meses y ahora leo que también con
un bono “cultural” cuando cumplan 18 años. Esta es la política de la izquierda:
gastar el dinero de los contribuyentes para asegurarse apoyos electorales. Hay
que sacarlos del poder cuanto antes de que nos arruinen.
miércoles, 29 de septiembre de 2021
Madrid, ciudad global y gran activo de España
La Unión Europea se ha consolidado como una unión de Estados-nación, pero hubo un tiempo –hace aproximadamente tres décadas- en que se hablaba bastante de la Europa de los pueblos como una forma de reivindicar el papel de las regiones en el proyecto europeo. No fructificó: las entidades regionales, más allá del papel que desempeñan en el marco de cada Estado, carecen de peso específico en el mundo globalizado en que vivimos. El propio Estado-nación, pese a su importancia, ha perdido y sigue perdiendo protagonismo en benefició de las grandes potencias (China, EE.UU, Japón, Rusia, la Unión Europea) y de las ciudades globales que actúan como centro aglutinador de empresas, talento y cultura. Entre ellas la competencia es feroz y actualmente hay cuatro ciudades situadas en la cumbre: Nueva York, Londres, Tokio y París. Estas ciudades son un factor de riqueza y los Estados que las albergan deben preocuparse por cuidarlas al máximo. En lo últimos años Madrid ha ido ganando posiciones y lleva camino de convertirse en una gran ciudad global, lo que beneficia enormemente a España. Ante este fenómeno, existe el riesgo de que las rivalidades regionales supongan impedimentos para su crecimiento y consolidación como gran ciudad global. Si los catalanes fueran capaces de hacer autocrítica se darían cuenta de los colosales errores que han cometido con su proyecto independentista. Barcelona era la ciudad más importante de España a principios de los años setenta y, apoyada por las inversiones del Estado, logró incluso organizar unos Juegos Olímpicos. Lamentablemente para los barceloneses todo aquello fue perdiendo fuerza por el nacionalismo excluyente antiespañol que ha permitido que Madrid se convierta en la gran ciudad de referencia en España. Sin duda es nuestro gran activo y hay que apostar por ella.
viernes, 10 de septiembre de 2021
Cuidado con los delitos de odio
En la página web del Ministerio del Interior se identifican así los delitos de odio http://www.interior.gob.es/web/servicios-al-ciudadano/delitos-de-odio/que-es-un-delito-de-odio::
"(A) Cualquier infracción penal,
incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la
víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o
percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo como
los definidos en la parte B;
(B) Un grupo debe estar basado en una
característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el
origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la
edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor
similar." (OSCE, 2003)
Cuando se agrede a un
anciano aprovechando se debilidad física, el delincuente se fija en él en función
de su condición de anciano. ¿Su pertenencia a un grupo vulnerable convierte la
agresión en un delito de odio? Quizá no, pero seguramente habrá quien argumente
que sí para incidir en la gravedad del daño causado. Con este sencillo ejemplo quiero
mostrar que los delitos de odio pueden extenderse desmesuradamente. Con ellos
se trata de proteger mejor a colectivos vulnerables o expuestos en mayor medida
a la discriminación, pero una caracterización tan amplia no parece razonable.
Un porcentaje altísimo de delitos podrían ser considerados delitos de odio y
así se llegaría a la conclusión de que nuestra sociedad está enferma. Esto es
un error, y tan solo es uno de los problemas que plantean los delitos de odio.
Otro de ellos, fundamental, es que los delitos de odio han introducido graves
restricciones al derecho a la libre expresión. Piénsese, por ejemplo, en toda
la polémica generada con las agresiones homófobas. En mi opinión, no existe una
animadversión generalizada hacia el colectivo homosexual. Es más, creo que
nunca este colectivo había tenido la aceptación que hoy tiene en España. ¿Les
parece que una opinión como la que acabo de expresar está amparada por el
derecho a la libre expresión? Yo pienso que sí. Sin embargo, el art. 510.2
letra a) del Código Penal establece lo siguiente:
“a) Quienes lesionen la
dignidad de las personas mediante acciones que entrañen humillación,
menosprecio o descrédito de alguno de los grupos a que se refiere el apartado
anterior, o de una parte de los mismos, o de cualquier persona determinada por
razón de su pertenencia a ellos por motivos racistas, antisemitas u otros
referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la
pertenencia de sus miembros a una etnia, raza o nación, su origen nacional, su
sexo, orientación o identidad sexual, por razones de género, enfermedad o
discapacidad, o produzcan, elaboren, posean con la finalidad de distribuir,
faciliten a terceras personas el acceso, distribuyan, difundan o vendan
escritos o cualquier otra clase de material o soportes que por su contenido
sean idóneos para lesionar la dignidad de las personas por representar una
grave humillación, menosprecio o descrédito de alguno de los grupos
mencionados, de una parte de ellos, o de cualquier persona determinada por
razón de su pertenencia a los mismos”.
Este artículo
considera delictiva una acción que contribuya al “descrédito” de alguno de los
colectivos que se consideran vulnerables como, por ejemplo, minorías raciales,
religiosas o el colectivo LGTBI. Quizá alguien pudiera pensar que afirmar que
no están tan amenazados como en el pasado contribuye a su descrédito y este
post podría pasar como “homófobo”. Es posible que esté exagerando, pero hay una
cosa que no debe olvidarse: cuando la sociedad empieza a tener la piel tan fina
que se ofende ante cualquier expresión, puede llegar un momento en que muchas
personas prefieran guardar silencio y no complicarse la vida antes que expresar
una opinión políticamente incorrecta. Recuerdo el caso de Javier Nart en el programa
“Todo es mentira”. Aunque también criticaba la situación vivida por la
vicepresidenta del parlamento balear al ser perseguida por un hombre mientras hacía el camino de Santiago, quiso decir que la prudencia aconseja a
tener cuidado de por dónde se va. La presentadora, Marta Flich, prácticamente le impidió hablar y
él abandonó el programa. Quizá yo debería ahorrarme este post. No lo hago, pero
el hecho de que lo haya pensado ya es indicativo de que tenemos un problema. Se
está yendo demasiado lejos con los delitos de odio. Hay una amenaza real para
el derecho a la libre expresión en nuestra sociedad.