Los tratados que han dado origen a la Unión Europea no contemplan que un Estado miembro, una vez incorporado a la Unión Europea, pueda ser expulsado. La salida sólo puede producirse a instancias del propio Estado, como sucedió con el Reino Unido. A la vista de la tibia reacción de Hungría con relación a Rusia, es evidente que tenemos un grave problema. Para que la Unión Europea pueda desempeñar un papel relevante en el mundo es fundamental la cohesión interna. Son conocidas las disputas en los Consejos europeos, pero una cosa es la discrepancia a partir del acuerdo en lo esencial y otra muy distinta que un Estado se convierta en una quinta columna que genere discordia en la Unión. Si eso sucede, y con el ascenso de algunos partidos populistas puede suceder, la Unión Europea debería contar con mecanismos de expulsión, ya que de lo contrario corre el riesgo de desintegrarse como fruto de esa discordia interna.
jueves, 7 de abril de 2022
viernes, 1 de abril de 2022
Subvenciones y justicia social
Si ante la subida generalizada de precios se opta por no bajar impuestos y utilizar la recaudación para subvencionar se abre el debate sobre qué criterio se emplea al elegir a quién y cuánto se subvenciona. La subvención del combustible supone una ayuda para todos aquellos que utilizan sus vehículos privados para desplazarse. Así, quienes no tienen recursos para disponer de un vehículo privado -que denota poder económico- pueden sentirse injustamente tratados y reclamar que las ayudas se dirijan a los colectivos más vulnerables. Junto a este debate aparece el problema ligado a la puesta en práctica de esta ayuda, porque las gasolineras deben rebajar el precio a los consumidores, es decir, adelantar el dinero y luego tienen que realizar los trámites burocráticos necesarios para recuperar dicho adelanto, lo cual les genera un coste, cuando menos administrativo. El Gobierno da por sentado que todas las gasolineras son empresas solventes que pueden asumir esta carga, pero, como se está viendo, no es así y las pequeñas gasolineras pueden tener que cerrar.
Por otra parte, los propietarios de viviendas que deciden
ponerlas en alquiler se encuentran con que van a ser ellos y no sus inquilinos quienes
asuman la mayor parte de la carga que supone la inflación. También se parte de la
suposición de que el propietario es el fuerte y el inquilino el débil, cosa que
no siempre es así. El propietario modesto que alquiló una vivienda por la que
todavía está pagando una hipoteca y que utiliza la renta para tapar agujeros se
encuentra con que la decisión del Gobierno altera lo pactado entre él y su
inquilino al amparo de la ley. ¿Acaso no podía haberse precisado mejor qué
propietarios debían ver congelada la actualización de su renta y quienes no? El
trazo grueso del Gobierno genera injusticias y la consiguiente indignación entre los afectados. La
consecuencia en el caso del alquiler ya se está viendo: cada vez hay más lugares en los que escasea la oferta
de alquiler de larga temporada y el que se ofrece es cada vez más caro. Si el
Gobierno cree que puede machacar al propietario impunemente se equivoca, porque
los propietarios venderán o subirán el precio del alquiler.
Hubiera sido más sencillo y, sobre todo, más justo que el
Gobierno abordara esta situación excepcional rebajando su voracidad recaudatoria
y dejando que los ciudadanos pudieran conservar más dinero en el bolsillo. La
política de recaudar y redistribuir es polémica y compleja. El enfado de los
ciudadanos va en aumento y creo que la erosión del Gobierno es difícilmente
reversible.
sábado, 26 de marzo de 2022
Éxito de Sánchez en el Consejo de Europa
Leo en los periódicos que ayer Sánchez, aliado con Antonio Costa, el Presidente de Portugal, logró la “excepción ibérica” que permite fijar un límite al precio del gas y así abaratar el coste de la electricidad. Para ello tuvo que negociar con dureza, e incluso dicen que para lograrlo se levantó airado de la mesa mostrando su enfado ante la cerrazón de los "bárbaros del norte", como diría Juan Manuel de Prada. Me congratulo de que se batiera en defensa de los intereses de España y le aplaudo por ello. Tenía toda la razón en criticar el sistema marginalista de fijación de precios y la dificultad radicaba en lograr que se reconociera por el resto de países su justísima reclamación en el Consejo. Sánchez lo logró e incluso he leído que los propios líderes europeos reconocen que defendió muy diligentemente los intereses de su país. Le felicito por su labor. ¿Se imaginan a Pablo “Casao” negociando? Mejor no pensarlo. Afortunadamente ha llegado Feijóo para rescatar al PP y elevar el nivel de la política española.
Un amigo mío dice que Sánchez es el peor Presidente del Gobierno que ha tenido España. No estoy de acuerdo, Zapatero lo supera ampliamente, por razones que he explicado detalladamente en muchas entradas. Es más, Sánchez tiene sus virtudes. Cada vez estoy más de acuerdo con Pérez Reverte en que es un tipo valiente y sin ningún tipo de escrúpulo para lograr sus objetivos, que no son otros que mantenerse en el poder, mandar, y ser reconocido. Como todo egocentrista, Sánchez quiere pasar a la historia como un buen Presidente e imagino que se debe de sentir muy a gusto en las cumbres de líderes compitiendo por ver quién mea más lejos, como podría decir también Pérez Reverte. De su ambición personal esta vez se ha beneficiado España, así que tanto mejor para nosotros.
viernes, 25 de marzo de 2022
Incomprensible decisión de Sánchez sobre el Sáhara
La política exterior no puede depender de la lucha partidista. Se trata de una cuestión de Estado que hay que abordar con la máxima prudencia y consenso entre las fuerzas políticas, sobre todo cuando afecta a un vecino problemático como Marruecos. No puedo entender -si finalmente nos enteramos de lo que realmente pasa- que Sánchez cambie la posición de España con relación al Sáhara sin contar con la aprobación del PP. Es un error cuyas consecuencias son fácilmente previsibles: si el PP se desmarca de esta decisión cuando llegue al gobierno se abrirá una crisis con Marruecos en la que difícilmente contaremos con el apoyo de Argelia. Dado que es un error muy grueso, tiendo a pensar que se nos está hurtando información. En cualquier casa, mejor será que aumentemos el presupuesto de Defensa para disuadir a Mohamed VI.
martes, 22 de marzo de 2022
La España subvencionada
La subida de costes es inasumible para camioneros, pescadores, trabajadores del campo y muchos otros sectores de la actividad productiva, al igual que para consumidores que viven con pensiones escuálidas y que ya no saben qué hacer para llegar a fin de mes. Ante esta situación, agravada por la Guerra de Ucrania, el Gobierno se resiste a bajar los impuestos, pese a que la recaudación ha aumentado mucho debido a la inflación. Esa voracidad del Gobierno no es ninguna sorpresa y permite que los españoles tomen nota del modelo de sociedad al que pretenden conducirnos socialistas y podemitas: la España subvencionada. El Gobierno no baja los impuestos, sino que aprovecha la recaudación para subvencionar a los afectados, que de este modo dependen de la teta del Estado y pueden llegar a convertirse en votantes cautivos. Eso es lo que propone el Gobierno a los camioneros, que lo rechazan y piden que se supriman o bajen los impuestos a los carburantes para compensar su subida. Prefieren, como es natural, no tener que sacar el dinero de su bolsillo antes que recibirlo del Estado. Y luego está la comunista Yolanda Díaz quien, además de subvenciones, ante la imposibilidad de rebajar el precio de la luz, propone crear un nuevo impuesto para las eléctricas, de modo que se recauda más y se puede subvencionar el precio de la luz a los que ellos consideren más vulnerables. Las encuestas vienen destacando la subida en intención de voto de Vox. Dado el desastre que suponía Pablo Casado, hasta cierto punto lo podía entender, pero me parecía una subida exagerada. Poniéndome en el lugar de tantos sectores productivos que se están arruinando, veo con toda claridad que la subida de Vox es real, porque este partido está representando la oposición más dura a un Gobierno que está empezando a generar indignación, no solo malestar.
lunes, 14 de marzo de 2022
Atender al presente sin sucumbir al "instanteísmo"
La clave de la vida moral radica en la intención con la que se actúa. Esto no significa que la intención purifique la acción hasta convertirla en buena. Muchas personas cometen el error de creer que su comportamiento fue irreprochable porque actuaron con la mejor intención. Y esta es importante, sin duda, por dos razones al menos. La primera es que las posibilidades de equivocarse son menores si se actúa con buena voluntad. La segunda es que la buena intención no contamina la mente y, por tanto, no siembra semillas que harán que arraiguen conductas perjudiciales para nosotros mismos y para los demás en el futuro. El error, como apuntaba, consiste en complacerse en las buenas intenciones y no analizar cuidadosamente cuál es el impacto de nuestra acción en las relaciones con objetos, seres vivos y personas. Cuando esa desatención se traduce en actuar impulsivamente al abrigo de esos buenos sentimientos -lo cual es una imprudencia en el sentido más estricto del término- uno debería reconsiderar si sus intenciones son realmente rectas o más bien hay un velado fin egocéntrico, que será lo más habitual.
El estudio de la intención es
capital a la hora de ordenar nuestra conducta y me gustaría mostrarlo examinando
una cuestión de la que se habla mucho en nuestros días: la relación del ser
humano con el tiempo vital. Desde el punto de vista psicológico y espiritual se
insiste mucho en la importancia de centrarse en el presente, sin dejarse
enredar por el pasado ni fantasear sobre lo que nos deparará el futuro. En “El
poder del ahora”, quizá uno de los libros más vendidos en las
últimas décadas, Eckhart Tolle sostiene que el sufrimiento proviene del pasado
o del futuro, no del presente. Aprender a vivir en el “aquí y el ahora” se ha
convertido en un recurso habitual por parte de muchos terapeutas para ayudar a
la gente a superar sus problemas. La pregunta es: ¿cómo evitar que esa atención
al presente degenere en “instanteísmo"? El “instanteísmo” es un rasgo característico de la modernidad que consiste en exaltar la
libertad con relación al tiempo, de tal forma que el pasado, la tradición, no nos condicionaría en absoluto, y tampoco tendríamos que asumir
ningún compromiso con relación al futuro. Es la manifestación más clara del “carpe
diem” que tantos problemas puede generar.
La clave para vivir centrado en el presente sin caer en el “instanteísmo” radica en el modo en que interiormente nos relacionemos con él. Es esencial superar las disyuntivas típicas de la
modernidad: el presente no se contrapone al pasado, sino que este está contenido en él, y al mismo tiempo el presente incorpora una tendencia hacia el futuro, tanto en la vida personal como en la social. Pero
esa tendencia no determina forzosamente el curso de los
acontecimientos, sino que entraña la responsabilidad de actuar conscientemente en el presente para construir el futuro en lugar de ser arrastrados hacia el. En la vida cosechamos lo sembrado, de ahí la importancia de centrarse en sembrar aquello que queramos cosechar. En la exaltación de la libertad que supone el "instanteísmo" se rompen lazos y el ser humano termina por desorientarse. Siempre vivimos en el presente, pero es la comprensión de lo que este significa lo que determina la intención con que se actúa, y esta intención marca la
diferencia entre un ejercicio responsable de la libertad que constituye una virtud y
el vicio del “instanteísmo” libertino.
viernes, 11 de marzo de 2022
El pacto entre el PP y Vox
Nada más conocer los resultados de las elecciones
autonómicas en Castilla y León me pareció que estaba claro el pacto entre el PP
y Vox que ayer se materializó. Lo más importante es formar un buen gobierno que
busque honradamente el bien común. Lo demás es, como diría Yolanda Díaz, politiquería.
Pero bien está, aunque sea como entretenimiento, examinar el pacto en clave de
estrategia electoral de los partidos.
Rasgarse las vestiduras por un pacto entre PP y Vox es una
tontería que obedece simplemente al trazo grueso de asumir la propaganda de los
medios de izquierda que califican a Vox como un partido de extrema derecha
antidemocrático, lo cual no es verdad. Carece de sentido impedir cualquier
pacto con un partido que concurre a las elecciones y respeta plenamente el
funcionamiento del sistema democrático. Si critico los pactos del PSOE con ERC,
PNV o Bildu es simplemente porque socavan la unidad de España y la igualdad
entre los españoles. En el caso de Podemos lo que me parece criticable no es el
pacto en sí, sino su apuesta por medidas concretas que, en mi opinión, favorecen
la discordia como las relativas a la “memoria democrática” o su rechazo a la
monarquía, por poner sólo dos ejemplos.
Es normal que se critique a Feijóo desde la izquierda, pero
la cuestión es si los pactos con Vox serán penalizados por sus votantes y
evitarán atraer a votantes de otros partidos. Eso dependerá exclusivamente de
si los pactos favorecen buenos gobiernos y de la capacidad del PP para mantener
un discurso coherente en el que se marquen con claridad cuáles son los
principios irrenunciables para lograr un pacto. Exactamente
lo que ha logrado visualizar entre su electorado Isabel Díaz Ayuso, que es capaz
de integrar a Vox y, al mismo tiempo, desmarcarse de aquellas posiciones que no comparte del partido de Abascal. Feijóo no tiene más que profundizar en esa línea
consolidando un discurso propio, auténtico. La autenticidad es una de las
claves de un liderazgo fuerte. Si logra eso, no tengo ninguna duda de que
atraerá el voto de centro derecha y se situará por delante de Vox: la moderación, cuando se ve acompañada de firmeza y claridad, tiene un espacio
electoral más amplio que las posiciones extremas.
La otra posibilidad es que el PP renuncie a pactar con Vox y,
sumándose al cordón sanitario contra este partido, forme gobiernos de
concentración con el PSOE o simplemente cada partido gobierne con la abstención
del otro cuando resulte necesario. Esta situación podría tener sentido si las
posiciones de Vox fueran maximalistas y comprometieran los principios
irrenunciables del PP. Y lo mismo cabría decir si Podemos o los
independentistas imponen al PSOE condiciones de imposible cumplimiento porque
afectan al bien común. No creo que en el caso de Vox se esté ante esa situación,
así que veo innecesario que el PP opte por esta solución que, además, tendría
un altísimo coste electoral en el caso de que entrañara una deliberada renuncia
a intentar entenderse con Vox. Los votantes del PP prefieren el
pacto con Vox antes que el pacto con el PSOE. Esta es la razón por la que Vox se ha nutrido de antiguos votantes del PP que este partido debería intentar recuperar. En cualquier caso, dada la
fragmentación electoral que existe, tanto el PP como el PSOE nunca deberían perder
de vista la posibilidad de favorecer que el partido más votado forme gobierno
sin necesidad de que se dependa de los partidos con posiciones más extremas.
Por consiguiente, el pacto entre el PP y Vox en Castilla y León es totalmente lógico y el PP de Feijóo no va a verse castigado por haberlo suscrito, al igual que no habrá problema en que, si lo necesita, Moreno Bonilla conserve el poder pactando con Vox en Andalucía. En lo que respecta a este partido, es evidente que mientras siga siendo minoritario su única opción de pacto es con el PP. Se equivocaría si realizara exigencias inasumibles imposibilitando así la formación de un gobierno entre los dos partidos de la derecha. Habrá que ir viendo caso por caso, pero en Castilla y León Vox tenía una posición de enorme fuerza, ya que fue Mañueco quien decidió adelantar las elecciones.