martes, 5 de septiembre de 2023

La amnistía marcó el comienzo y puede que marque el fin de nuestra democracia

Es un paradoja que nuestra democracia comenzara su andadura con una ley de amnistía que reconocía la injusticia de algunas conductas consideradas delictivas en el régimen de Franco, y que pueda acabar si el Tribunal Constitucional es capaz de declarar que una ley de amnistía no es contraria a la Constitución. Si el máximo garante de la Constitución admite que el poder legislativo puede decretar una impunidad que excede de sus competencias, consagrará el secuestro de la soberanía que corresponde al pueblo español, y la corrupción del régimen habrá llegado a tal nivel de degradación que el Estado se convertirá en una amenaza para los ciudadanos. La gente no es consciente de lo que está en juego. Que Yolanda Díaz sea capaz de reunirse con Puigdemont para negociar la investidura nos da la pista de que están valorando la posibilidad de una amnistía, aunque eso signifique destrozar nuestro Estado de Derecho, nuestra democracia. La izquierda está actuando de una forma absolutamente irresponsable, como ya se sabía que iba a hacer. No hay ningún jurista serio en España que pueda avalar la constitucionalidad de la amnistía o de la autodeterminación. Sólo Puigdemont y los suyos pueden afirmar que ambas tienen cabida en ella. Si los golpistas y los traidores tienen éxito una de las consecuencias inevitables será el absoluto descrédito del Estado de Derecho. Los ciudadanos van a pensar que el Derecho es lo que ordena el que manda y punto. Lo mismo que le decía Trasímaco a Sócrates en “La República”.

Los votantes de Sánchez

El que desee saber por qué Sánchez puede ser investido Presidente del Gobierno lo tiene muy fácil. Nos parece incomprensible que alguien que ha mentido descaradamente y que humilla a la nación y está dispuesto a lo que sea necesario para seguir en el poder reciba siete millones de votos. En lugar de sorprendernos, indaguemos, investiguemos. Les aconsejo que consulten el mapa que informa de los resultados electorales en cada barrio. Si conocen las características socioeconómicas de los barrios de su pueblo o ciudad verán quiénes han votado al PSOE mayoritariamente. Por ejemplo, en Alicante el PSOE arrasa en el barrio Juan XXIII, Virgen del Remedio, Divina Pastora o Los Ángeles. En Elche, Carrús, Palmerales o San Antón son suyos. Quienes allí viven, entre otras cosas, son personas que disfrutan con la selección española en el bar y que no quieren saber nada de hablar otra lengua que no sea el español. Sin embargo, no parece importarles que Sánchez esté dispuesto a cargarse la nación para seguir en el poder. No, lo que verdaderamente les importa es recibir la prestación que piensan que tienen más segura con la izquierda que con el PP. Si se creen que lo de Cataluña va a salir gratis están muy equivocados. Pero nada de eso les importa.

domingo, 30 de julio de 2023

Sánchez tiene la posición de fuerza, no Puigdemont ni ERC

Conviene realizar un análisis táctico de la situación que ha abierto la pérdida de un escaño en Madrid por parte del PSOE en favor del PP. Como es sabido, ese escaño obliga a que Pedro Sánchez cuente con el voto favorable de Junts (y de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG, no lo olvidemos) para lograr la investidura. La interpretación que se está haciendo de esta circunstancia es que el “precio” que pondrá Puigdemont será más alto todavía. Esta situación hace que muchos ciudadanos vean peligrar la unidad de la nación y se indignen ante la posición clave que ocupan los partidos independentistas y, en particular, Junts. No es mi intención tranquilizarles, porque la situación es inquietante, pero un análisis frío conduce a una conclusión bastante distinta: Sánchez tiene una posición negociadora más sólida que la de los independentistas.

La alternativa que se puede descartar con total seguridad es la investidura de Feijóo. No tiene ninguna posibilidad de sumar los 176 escaños. Esa es la gran baza de Sánchez. O gobierna él, o se repiten las elecciones. Lejos de lo que se piensa, Sánchez no tiene por qué ceder nada importante a los independentistas: si Junts le vota, el horizonte penal de Puigdemont sin duda mejorará, pero la posición de fuerza es, sobre todo, la de Sánchez, no la de Puigdemont. Si se repiten elecciones pueden pasar dos cosas y ninguna conviene a Junts: que el PP logre el gobierno o que lo consiga Sánchez y no les necesite. Por consiguiente, el mensaje de Sánchez a Puigdemont y también a ERC es “vosotros veréis”. Y he aquí el gran dilema del independentismo: si Puigdemont y ERC apoyan a Sánchez sin un compromiso claro en favor de la autodeterminación, la decepción del independentismo será muy importante y seguirá perdiendo apoyos. Esto lo sabe ERC, que probablemente decida bloquear la investidura para mostrar una posición de fuerza que le haga volver a recuperar el liderazgo en el independentismo. De lo contrario, si ambas formaciones apoyan a Sánchez sin compromisos claros a favor de la autodeterminación, puede suceder que Sánchez acabe con el independentismo sin haber hecho más concesiones que las de carácter penal, porque en las próximas elecciones autonómicas gobernaría el PSC.

Una vez bloqueado Feijóo, Sánchez puede exhibir una posición de fuerza con el independentismo que, en caso de repetición electoral, le puede favorecer claramente. A quien no le conviene bajo ningún concepto una nueva convocatoria es a Yolanda Díaz. Ya se puede ver que Sumar es una jaula de grillos en la que Podemos va por libre. El voto útil de la izquierda, como ya se ha visto en estas elecciones, es el PSOE. Por eso Pablo Iglesias tiene razón al criticar el resultado de Yolanda Díaz. Lo más normal es que el bloqueo nos lleve a nuevas elecciones, porque es complicado que tanto ERC como Junts voten a Sánchez sabiendo que su electorado les está castigando. Ahora bien, la investidura de Sánchez, pese a ser factible, daría paso a una España ingobernable: sacar adelante cualquier ley y mucho más los presupuestos sería casi imposible. Además, el PP domina el Senado y las principales comunidades autónomas. Lo más probable es que Sánchez prepare el terreno para una nueva cita electoral. En todo caso, este análisis táctico no hace si no poner de relieve la necesidad de abordar la raíz política y moral del problema, tal como destacaba en las últimas entradas.

P.D. Para mí es incomprensible que el PNV, a la vista de esta situación, no reconsidere su negativa a Feijóo. Y no lo hará.

jueves, 27 de julio de 2023

La degradación moral de la sociedad española

Siguiendo con la necesidad de examinar la raíz de lo acontecido el pasado domingo, el resultado electoral refleja, además de problemas políticos e institucionales, la miseria moral de buena parte de la sociedad española. Sin duda, si hubiera ganado el PP y pudiera gobernar con el apoyo de Vox, los partidarios de los partidos de izquierda realizarían la misma afirmación. Es más, Yolanda Díaz ha reiterado que había que votarles para evitar que gobernara la “barbarie”. Todos debemos respetar el resultado de las urnas, pero lo mismo que Yolanda Díaz opina que quienes votan a los partidos de derechas apoyan políticas “bárbaras”, un servidor está convencido de que el resultado del domingo refleja, como les decía, una importante degradación moral. 

Siguiendo el guión previsto, Sánchez embarró la campaña intentando presentar a Feijóo como un mentiroso, y la verdad es que el gallego le facilitó el trabajo afirmando reiteradamente que el PP siempre revalorizó las pensiones conforme al IPC, lo cual no es verdad. Torpeza descomunal, y me quedo corto. En cualquier caso, nada es comparable a la mentira descarada que ha sostenido toda la trayectoria de Sánchez en el gobierno. El periodista Carlos Alsina se lo dijo con toda claridad: “¿Por qué nos ha mentido tanto, presidente?”. Sánchez, como el que no ha roto un plato, osó preguntarle en qué había mentido, y Alsina empezó a citarle ejemplos palmarios que deberían haber hecho que se le cayera la cara de vergüenza. Lo pretendió maquillar con que se trataba de “cambios de posición política”, pero son tan reiterados que es imposible admitir dicha posibilidad. También se presentó a Vox como un partido que no condena la violencia machista, lo cual no es verdad, por mucho que se repita. Vox condena la violencia contra la mujer, pero no transige con la ideología de género. De todas formas, sus gestos infantiles y torpes no le ayudan en absoluto.

Los votantes socialistas han convalidado con su voto las mentiras de Sánchez y de esta forma le han dejado las manos libres para pactar con los independentistas retorciendo el texto constitucional hasta donde permita Conde Pumpido. Ninguna reforma política es capaz de remediar la tolerancia de los ciudadanos con la mentira y el engaño descarado de un gobernante como Sánchez. Es lógico indignarse ante las trampas y añagazas de quienes juegan con lo que es de todos, pero así son las cosas. Los españoles pudimos echar a Sánchez y no lo hemos hecho. Lo único que se puede hacer es utilizar la libertad de expresión para criticar lo que está sucediendo y, cuando lleguen las siguientes elecciones, volver a votar. Todos aquellos que dieron prioridad a sus vacaciones en lugar de ir a votar deberán rendir cuentas ante su conciencia. Y creo que son bastantes.

miércoles, 26 de julio de 2023

El resultado de las elecciones evidencia la necesidad de reformar el sistema electoral

Si las encuestas no se hubieran equivocado, en este momento estaríamos ilusionados con la posibilidad de que Feijóo conformara un gobierno que revirtiera todos los desmanes cometidos por Sánchez y sus aliados. Muy probablemente hubiéramos mirado hacia otro lado y seguiríamos ignorando el grave problema que aqueja a nuestra democracia: el actual sistema electoral no es capaz de evitar que la estabilidad política esté en manos de partidos independentistas que sólo desean erosionar el Estado para alcanzar sus objetivos. Ante esta situación, todo depende de la responsabilidad, el patriotismo y el sentido de Estado de los líderes políticos. Demasiado arriesgado: la capacidad y la moralidad de los políticos es muy importante para que la democracia funcione adecuadamente, pero el engranaje institucional debe ayudar a blindarnos frente a políticos como Pedro Sánchez, capaces de todo para seguir en el poder. Como no hay mal que por bien no venga, debemos dejar a un lado la decepción por el resultado electoral y examinar la situación con realismo y radicalidad, es decir, yendo a la raíz del problema. Apunto esto porque parece que en el PP están debatiendo si la estrategia de la campaña fue correcta o no. Algunos piensan que desmarcándose de Vox se contribuyó a su “demonización” y por ese camino se movilizó al votante de izquierda. Otros, por su parte, creen que no había que haber ofrecido ningún pacto al PSOE y que todo hubiera ido mucho mejor para el PP si se hubiera seguido el camino de Mazón en la Comunidad Valenciana. Todo este debate puede tener cierto interés desde la perspectiva de la lucha partidista, pero me interesa relativamente poco a la vista de que la investidura de Sánchez depende de Bildu, ERC y Junts, y la de Feijóo del PNV, algo absolutamente inaceptable que requiere ser examinado con detenimiento y volver sobre temas que el lector de este blog sabe que me preocupan desde hace mucho tiempo.

No puedo evitar volver a recordar lo que sucedió el 20 de noviembre de 2011, una de las fechas más importantes de la historia reciente de España. Tras una segunda legislatura de Zapatero plagada de mentiras sobre la situación económica de España, que condujeron en 2010 a congelar las pensiones (lo que negó Sánchez a Feijóo en el debate) y a bajar el sueldo de los empleados públicos, entre otros muchos recortes, los ciudadanos castigaron severamente al PSOE en las urnas. La crisis económica situaba a España al borde de la catástrofe y los ciudadanos confiaron mayoritariamente en el PP de Mariano Rajoy. Pero me gustaría recordar hasta qué punto llegó este apoyo, porque creo que no se es consciente de la importancia de lo que sucedió ese día. Con una participación del 68,94%, es decir, casi cinco puntos más baja que en 2008, el PP obtuvo nada menos que 10.866.566 millones de votos, el 44,63%. Podría pensarse que este partido recibió muchos votos socialistas y probablemente fuera así, pero hubo otro partido socialdemócrata, UPyD, que recibió 1.143.225 millones de votos, el 4,70%, y obtuvo 5 diputados, que le permitían tener grupo parlamentario propio. El PP y UPyD sumaron más de doce millones de votos y representaban casi el 50% de los votos emitidos. Era el momento idóneo para abordar las grandes transformaciones que necesitaba el sistema político español, incluyendo reformas constitucionales. El programa electoral con el que UPyD concurrió a dichas elecciones (https://e00-elmundo.uecdn.es/elecciones/elecciones-generales/2011/programas/pdf/upyd.pdf) tenía como primer punto la reforma de la ley electoral y como segundo la reforma de la Constitución y del Estado, justo lo que ahora vemos que se tenía que haber puesto en marcha.

Rajoy no hizo nada para evitar que la gobernabilidad de España dependiera de los partidos que buscan la destrucción del Estado. Para él lo único importante era la economía, hacer frente a la crisis de deuda soberana que comprometía nuestra viabilidad. Pero ese no era el único problema, al margen de que las reformas imprescindibles de la Administración y del modelo de Estado podían haber ayudado a sanear las finanzas españolas. La inacción política de Rajoy llegó a tal extremo que, pese a tener semejante apoyo popular, fue incapaz de impedir la consulta soberanista que puso en marcha Artur Mas en noviembre de 2014. Un año más tarde, en las elecciones generales de 2015, el PP pasaba a tener 123 escaños, UPyD daba paso a Ciudadanos, que con Rivera al frente alcanzaba los 40 diputados, y entraba en la escena política Podemos. Empezaba una nueva etapa en la que el gran problema del chantaje de los partidos independentistas quedaba pendiente de resolver. La presencia de dos nuevos partidos minoritarios de ámbito nacional podía hacer pensar que el problema del sistema electoral no era tal, pero el tiempo ha demostrado que la reforma era absolutamente necesaria.

La propuesta de UPyD consistía en aumentar el número de diputados y que 200 de ellos se eligieran en una circunscripción única para toda España. Además, proponían listas abiertas y una reforma de la Constitución para suprimir posteriormente la circunscripción provincial para sustituirla por la de las Comunidades Autónomas. Con todo ello se buscaba evitar la desproporción entre el número de votos que unos partidos y otros necesitaban para alcanzar representación parlamentaria. Me parece que era una propuesta excesivamente compleja porque entrañaba una innecesaria reforma constitucional.

El Congreso de los Diputados debe ser una cámara a la que accedan partidos que acrediten una implantación nacional. No hace falta cambiar la democracia parlamentaria y sustituirla por un sistema presidencialista como el de Francia. Es más, tampoco es necesario acabar con la circunscripción provincial y sustituirla por una circunscripción única que requeriría la reforma de la Constitución, tal como en parte proponía UPyD. La ley electoral debería establecer una serie de requisitos para poder acceder al Congreso de los Diputados cuya justificación sea razonable. En las elecciones autonómicas algunas comunidades autónomas exigen alcanzar un 5% del total de votos emitidos para poder tener representación parlamentaria. Esto responde a evitar la excesiva fragmentación del parlamento y favorecer así la estabilidad política. Se podría incorporar la misma barrera a la ley electoral nacional apelando a la misma justificación. Pero, junto a esta, yo incluiría otra barrera que considero plenamente justificada: cualquier formación que desee acceder al Congreso de los Diputados debería obtener representación parlamentaria en provincias -no se altera la circunscripción prevista en la Constitución- de seis o siete comunidades autónomas diferentes. Con ello se garantiza que la formación en cuestión acredite la suficiente implantación nacional. Un partido o coalición que carezca de implantación nacional puede buscar directamente el interés particular en lugar del general, y eso debe combatirse, aunque sea a costa de dificultar la puesta en marcha de nuevos proyectos políticos que difícilmente pueden lograr semejante representación en el comienzo de su andadura. En todo caso, lo más importante es no aparcar este debate por más tiempo. Quizá esta sea la única ventaja de este resultado electoral. Estas barreras que deberían introducirse en la ley electoral no son una garantía absoluta, pero hay que hacer frente al problema con toda claridad. Sin duda los partidos independentistas protestarían y responderían en la calle, pero su lugar no es el Congreso de los Diputados, sino una cámara de representación territorial, papel que debería desempeñar el Senado y que sí exigiría una reforma constitucional.


lunes, 24 de julio de 2023

Probablemente haya que volver a las urnas

Nos equivocamos todos aquellos que dimos por enterrado a Sánchez. Lamentablemente, hasta tiene posibilidades de volver a ser investido, aunque es muy difícil. La razón principal por la que la suma de PP y Vox no alcanzan la mayoría absoluta es la movilización de la izquierda para frenar a Vox. El votante socialista ha preferido votar al PSOE y no al PP, pese a que eso suponga que la gobernabilidad dependa de partidos nacionalistas e independentistas. Incomprensible, pero al votante de izquierda eso no parece que le preocupe tanto como que Vox llegue al gobierno.

Con una nula ausencia de clase y una soberbia desmedida, Sánchez ha comparecido como ganador y no ha felicitado al partido más votado. Es posible que el Rey lo presente a la investidura si constata que cuenta con los votos del PSOE y de Sumar, aunque Feijóo haya obtenido más votos y escaños. La investidura de Sánchez depende de Junts, es decir, de Puigdemont. Contando con el apoyo de Bildu, ERC, PNV y BNG, si Junts no se abstiene, Sánchez no puede ser presidente, y no creo que se abstenga. Por tanto, si Sánchez no puede alcanzar los votos necesarios, la pregunta es si Feijóo puede sumar los suficientes apoyos para lograr la investidura. Y solo existe una posibilidad si no se desea una repetición electoral: que el PNV vote a favor de la investidura de Feijóo junto con Vox, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro. Verdaderamente complicadísimo, porque Vox exigiría entrar en el gobierno y eso no lo podría admitir el PNV. En definitiva, todo depende de la abstención de Puigdemont. Parece que iremos a un bloqueo, porque Sánchez no va a permitir que gobierne Feijóo. Volvemos al no es no y qué parte del “no” no entiende. Ante este escenario, el PP deberá replantearse la estrategia electoral que debe seguir con relación a Vox. Supongo que muchos se darán cuenta ahora de lo malo que ha sido que Ciudadanos fuera sustituido por Vox. Toda una tragedia para España.

domingo, 23 de julio de 2023

¡Qué escándalo poner las elecciones el 23 de julio!

Desde buena mañana, en la playa de San Juan hay una circulación densísima de vehículos. Muy probablemente son veraneantes que regresan -o eso intentan- a su domicilio para votar. La fecha elegida por Sánchez para celebrar elecciones generales era una vergüenza absoluta. Estos atascos lo confirman. Sólo por esto merecería ser castigado en las urnas. Y lo será. El colegio en el que mi mujer y yo acabamos de votar estaba abarrotado. Hoy debe caer Sánchez, pero el resultado debe ser aplastante para que acabe su carrera política.