lunes, 5 de febrero de 2007

La manifestación, la bandera y el himno

Me hubiera gustado asistir a la manifestación del sábado en Madrid. Supongo que como a muchos otros millones de españoles que opinamos que el Estado de Derecho no puede sentarse a dialogar o negociar -la delgada línea roja- con unos terroristas que no muestran el más mínimo arrepentimiento. Para mí fue emocionante ver a tantísima gente con banderas de España decirle al gobierno que no está de acuerdo con su política contra ETA. En lugar de reflexionar sobre qué está sucediendo, el gobierno acusa a los manifestante de apropiarse de la bandera y el himno de España. El asunto tiene interés. En muchas ocasiones he pensado en el uso que se hace en España de los símbolos nacionales en comparación con otros países, especialmente europeos. Por poner un ejemplo me centraré en Holanda. La gran mayoría de casas disponen de un lugar en la fachada donde colocar la bandera. ¿Y saben ustedes cuando la colocan? Cuando encuentran un motivo de alegría, de celebración: un cumpleaños, un éxito profesional, el cumpleaños de la reina, la conmemoración de la expulsión de los nazis, etc. Mi familia política me honró hace trece años colocando la bandera cuando nos enteramos que había alcanzado el grado de licenciado. La bandera es allí un símbolo próximo, lejos de la lejanía que se observa en España. Aquí sólo es empleada en el deporte y en los actos oficiales. Lo mismo cabría decir del himno. Según las tesis de López Garrido y sus secuaces, cuando mi suegra hizó la bandera en mi honor se apropió de manera innoble de un símbolo patrio. Parece mentira que a semejantes sujetos no se les caiga la cara de vergüenza.

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