Romanticismo, pasión, infidelidad, cobardía, tradición, severidad, paciencia, sacrificio, amor y dignidad. ¿Les interesa? Todo ello, y mucho más, está presente en la película “El velo pintado” que ayer fui a ver. Excelente. Eso sí, tiene un ritmo lento que puede impacientar a más de uno. Así como estoy seguro de que nadie saldrá defraudado de “El libro negro”, con esta película no me atrevo a afirmar lo mismo.
Mi criterio a la hora de elegir películas se basa en el director, los actores y, en su caso, los galardones que haya recibido. “El velo pintado” está protagonizada por Edward Norton, cuya actuación en “El dragón rojo” me convenció plenamente, especialmente por compartir cartel con Hopkins. Junto a él Naomi Watts, una de estas nuevas actrices que demuestra en esta película que es algo más que una cara bonita. Todavía no está al nivel de mi admirada Kate Blanchett, pero muy bien la chica, pero que muy bien.
No les cuento la historia, basada en la novela de Somerset Maugham, pues no es lo importante. Los sentimientos, virtudes y vicios que allí aparecen hacen que el espectador pueda reflexionar largamente sobre muchos temas. La película es de las que dejan huella, se lo aseguro. Si tuviera que destacar un mensaje que de ella se puede extraer, este sería que el respeto a la tradición, a las buenas costumbres, más allá de las dificultades y las tentaciones, pueden hacer que finalmente triunfe o surja el amor entre dos personas que en teoría están unidas precisamente por amor. En definitiva, a veces no rendirse y mantenerse unidos puede ser bueno para una pareja, aunque sólo sea por una convención. Ya me entenderán.
Si lo que les he dicho hasta ahora no les convence, permítanme añadir que sólo por los paisajes de China en los que está filmada ya vale la pena asistir. Imperdonable dejar de ver esos paisajes en pantalla grande.
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