martes, 22 de mayo de 2007

Siguiendo el juicio del 11-M

Aunque no esté pendiente al detalle del juicio del 11-M, procuro enterarme de cómo van las cosas. Es lamentable que políticos y medios de comunicación -muchas veces indiferenciables- hayan afrontado este juicio y todo lo relacionado con él en clave política. En el PP se discute si conviene o no apoyar las tesis de El Mundo, elaboradas tras una, en mi opinión, rigurosa investigación -nada que ver con el espectáculo del juicio de Alcasser en esta noche cruzamos el Mississipi-. Por su parte, el PSOE pretende que el juicio descredite al PP. Todo menos interesarse por lo verdaderamente importante: si son culpables los acusados o si, por el contrario, los verdaderos culpables siguen sueltos.

Entre toda la maraña de disputas que envuelven este caso, una cosa sí tengo clara y es precisamente que hay cosas que no están claras. No puedo entender que hayan desaparecido los restos de los trenes y sea imposible hallar muestras para analizar qué tipo de explosivo estalló. Esto es un escándalo y no se puede maquillar de ninguna manera. Por otra parte, El Mundo informó en su día de la falsificación de un informe en el que de alguna manera se relacionaba a los de Leganes -se encontró en su casa ácido bórico- con ETA. ABC y otros medios trataron de desacreditar la información y el propio Garzón fue a por los peritos en lugar de investigar a los falsificadores. Tras la vorágine informativa, lo cierto es que El Mundo tenía razón y los mandos tienen abierto un juicio por falsificación. Insisto, algo huele mal aquí, y más ahora que leo que el ex-jefe de los Tedax, cuyo testimonio en el juicio seguí, permitió que se perdieran las pruebas de los trenes. Cuando le escuché tuve la inevitable sensación de que ese hombre no decía toda la verdad. Veremos qué más novedades nos aporta este juicio. Los españoles tenemos la obligación de prestar atención. Cualquiera podía haber viajado en ese tren. Sin ir más lejos, la semana antes del 11-M mi mujer y yo estábamos en Madrid y teníamos la intención -finalmente fuimos en coche- de viajar en tren hasta Atocha.

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