viernes, 8 de junio de 2007

Cambio climático, hormigas y lagartijas

Hay quien todavía discute que pueda hablarse de cambio climático y piensan que todo es una filfa. Carezco de argumentos científicos para pronunciarme, pero tengo muy claro que ahora hace más calor que hace treinta años, cuando era pequeño. De todas maneras, no nos quedemos elucubrando sobre la subida del mercurio. El cambio climático puede comprobarse por la desaparición de algunas especies animales y la proliferación de otras. Muchas veces se habla de bichos que uno ni siquiera imagina, pero, si lo pensamos detenidamente, podemos encontrar casos más próximos e incluso entrañables. ¿Qué me dicen de las lagartijas? Hoy he visto una y he pensado, "caray, ¡cuánto tiempo hace que no veo una lagartija!". Esas lagartijas que en mi niñez acompañaban nuestros juegos y servían de conejillo de indias para comprobar el movimiento de la cola una vez seccionada y desprendida del cuerpo. ¿Y qué me dicen de las hormigas? Sí, ya lo sé, hay un montón de hormigas, a mí también me entran en casa, sobre todo en esta época del año. Pero me refiero a esas hormigas negras, de lento caminar, con la cabeza ligeramente encarnada y un par de tenazas que hacían pupa si encontraban carne. No olvidaré una tarde de verano en la que, con perdón, me picaba el culo (ojo, la nalga, no el ano) y no paraba de rascarme. Me bajé el bañador a ver qué cojones pasaba ahí, y nada menos que hallé una de estas hormigas enganchada a mi carne con las tenazas de su cabezón y el resto de su cuerpo flotando en el aire. Hasta hoy he guardado esa imagen imborrable. ¿Y dónde han ido a parar esas hormigas tan poderosas? Ahora sólo se ven esas pequeñitas y marroncitas. Insisto, no sé si será debido al cambio climático, pero aquí pasa algo, sino que se lo digan a las hormigas y a las lagartijas.

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