jueves, 13 de marzo de 2008

La resaca electoral

No hace ni una semana que se celebraron las elecciones y nos encontramos con que ahora Solbes nos dice que la situación económica es peor que la que presentó durante la campaña electoral. Desde luego, a mí no me causa ninguna sorpresa, pero no salgo de mi asombro con este hombre. Hay que echarle cara para reconocer sin empacho que engañó a la gente durante la campaña electoral, pues la alternativa de pensar que él mismo se haya visto sorprendido es, si cabe, más inquietante. Así que empezamos bien esta nueva etapa en lo económico. ¡Agárrense los machos!

Estamos ante la resaca de los resultados y los análisis abundan en la opinión pública y en los partidos. Un amigo me dice que no son tan malos para el país. A su juicio, el retroceso experimentado por los más radicales hará que estos partidos se den cuenta de que la estrategia del frentismo, es decir, de todos a una contra el PP, les aboca al fracaso y ello hará que moderen su discurso. No estoy muy convencido de ello. Muchos radicales de izquierda nacionalista han votado PSOE, pero es más que dudoso que ello haya sucedido por haber renunciado a sus ideas. Yo soy pesimista porque pienso que el triunfo electoral reafirma al PSOE en su estrategia de aislar al PP y de asumir un discurso claramente nacionalista en Cataluña y el País Vasco.

En el PP, además del terrible error (soy generoso) de Rajoy de volverse a presentar, y del ascenso de mediocres como Soraya Sáenz and company, surgen voces que apuestan por una estrategia en el País Vasco que realice una política más “próxima al terreno”, eso dice Antonio Basagoiti, similar a UPN en Navarra. Tendrá que precisarse primeramente en qué consiste exactamente lo que pide Basagoiti para poder valorarlo, pero desde luego prefiero la política de Vidal Cuadras en Cataluña que la de Piqué. Permaneceremos a la espera.

Finalmente, el triunfo socialista ha supuesto la consolidación de la quiebra del prestigio del Tribunal Constitucional, una de las instituciones más importantes de nuestra democracia. Es vergonzoso que la recusación de los magistrados se decida tres días después de las elecciones. La opinión pública puede pensar lícitamente que el Tribunal ha esperado a ver quién gobernaba antes de decidir. Semejante sometimiento al poder político es intolerable. Estaremos ojo avizor a las próximas sentencias del Tribunal Constitucional, aunque mi confianza en esta institución, cuyo trabajo conozco muy bien, es cada vez menor.

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