Que los familiares de Isaías Carrasco no quieran aceptar el pésame de Rajoy es una muestra de poca categoría que ni siquiera la profunda pena que sienten puede justificar. Incluso en los momentos más duros hay que saber estar en su sitio, máxime tratándose de una persona que inequívocamente ha combatido a los asesinos de su padre y esposo. En cualquier caso, se trata de un hecho que no tiene relevancia pública. Ahora, que Patxi López reproche en el funeral a Rajoy las críticas que éste ha realizado a los socialistas es algo absolutamente inadmisible, y hay que decir que su conducta sólo admite interpretarse como una patrimonialización del muerto. ¿Habría actuado igual el impresentable López si el asesinado hubiera sido del PP? Naturalmente que no. ¿Y acaso las críticas de Rajoy a la política socialista con relación a ETA cambian en algo en función de la afiliación política de la persona asesinada? Huelga la respuesta. López ha seguido la estrategia socialista de intentar aislar al PP, tal como ha sucedido durante toda la legislatura, y esta vez lo ha escenificado nada menos que en un funeral y durante la jornada de reflexión. Más rastrero imposible.
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