martes, 24 de marzo de 2009

Los excesos durante los días de fallas

Observo con satisfacción que empiezan a cuestionarse muchos de los excesos que se cometen en Valencia durante las fallas: ruidos desproporcionados por verbenas que se alargan hasta bien entrada la madrugada, anarquía en el uso de petardos, suciedad y desechos por toda la ciudad, vandalismo contra el mobiliario urbano, etc. Siempre lo he pasado muy bien en los días de fallas cuando vivía en Valencia, pero hay que reconocer que mucha gente se ve en el dilema de abandonar la ciudad o soportar un martirio, caso de no poder desaparecer. Y yo me pregunto, ¿acaso no se podría consultar a los ciudadanos sobre cuestiones relativas a la regulación de la vida en la ciudad durante las fallas? Los municipios deberían contar mucho más con la participación ciudadana, sobre todo en aquello que afecta a la vida cotidiana. ¿Por qué no preguntar a los ciudadanos, por ejemplo, hasta qué hora les parece bien que duren las verbenas? Se me ocurren muchas maneras de hacerlo, pero quizá lo más importante para fomentar la participación ciudadana sea formar un comité popular que en coordinación con los grupos políticos municipales elabore una agenda de consultas. En una democracia participativa es fundamental el papel de aquellos que se encargan de formular las preguntas dirigidas a los ciudadanos, así como de facilitar posibles respuestas. Si esto no se hace bien pueden plantearse muchos problemas. A partir de ahí se podría exigir un nivel de participación mínimo para otorgar validez a las consultas, precisar su carácter vinculante o consultivo, etc. Creo que la política municipal debería ser pionera a la hora de hacer realidad una democracia más participativa, que no sólo evitaría los excesos de algunas minorías, sino que además serviría como banco de pruebas para una extensión de la misma a nivel nacional.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Afortunadamente hay una experiencia exitosa de participación ciudadana: El presupuesto participativo de Porto Alegre en Brasil. Una rápida búsqueda en internet bastaría para introducirse en esta manera de gestionar una ciudad de casi millón y medio de habitantes y un área metropolitana de más de cuatro millones. Pero sin duda corresponde a los partidos políticos y agentes sociales estudiar en profundidad este caso y su aplicación en nuestras ciudades.

Tomás de Domingo dijo...

Conozco el caso. Quizá el asunto más espinoso, aparte del manejo de la agenda, sea saber trazar límites a las decisiones de las mayorías. Primeramente hay que ser consciente de que determinadas cuestiones que afectan a los derechos fundamentales no se pueden someter al criterio de la mayoría. Pero también es posible que el resultado de una consulta ciudadana lícita sea lesivo a los derechos de unos pocos ciudadanos. Lo mejor sería que las consultas no tuvieran carácter vinculante para asegurarse de este modo que no se vulneran los derechos de nadie. Pero andando se hace camino. Hay que empezar a tomarse en serio la democracia participativa.