domingo, 1 de marzo de 2009

Million dollar baby

Hace un par de días volví a ver “Million dollar baby”, la extraordinaria película de Clint Eastwood. La grabé para incorporarla a mi cinemateca particular. ¡Hay tantas cosas que destacar y comentar de esta película! Dejando al margen las interpretaciones y el cariño con el que se presenta al boxeo, yo destacaría la sencillez y humanidad con que se aborda el tema de la eutanasia. La diferencia con “Mar adentro”, la película de Amenábar sobre la vida de Ramón Sampedro, es manifiesta. En la película de Amenábar se intelectualiza el tema. Si bien es cierto que el protagonista de la película fue quien reivindicó el derecho a morir, es patente que Amenábar toma partido y hace de su película una defensa del derecho a la muerte. En cambio, Eastwood narra una historia en la que la protagonista, absolutamente impedida, desea morir, pide ayuda a su entrenador, manager, amigo y padre adoptivo –Eastwood-, y éste, conmovido por el sufrimiento de su pupila, accede a terminar con su vida para darle la paz que tanto desea. Todo transcurre con una pasmosa sencillez. Su deseo de morir no es expresado a través de una reflexión ampulosa e impostada. Ella no quiere vivir así, le pide ayuda, en un principio Eastwood se niega, y ella, sin reprocharle nada, hace lo único que está en su mano para suicidarse: morderse la lengua para ahogarse con ella. Con esa acción es fácil comprender que no hay impostura, sino un deseo claro y una conducta coherente. Eastwood no hace de su película un manifiesto por el derecho a la muerte, sino que narra una historia y deja que el espectador piense lo que quiera sobre lo que allí acontece. Para mí no hay ni punto de comparación con “Mar adentro”, quizá la película más floja de Amenábar.

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