lunes, 14 de marzo de 2022

Atender al presente sin sucumbir al "instanteísmo"

La clave de la vida moral radica en la intención con la que se actúa. Esto no significa que la intención purifique la acción hasta convertirla en buena. Muchas personas cometen el error de creer que su comportamiento fue irreprochable porque actuaron con la mejor intención. Y esta es importante, sin duda, por dos razones al menos. La primera es que las posibilidades de equivocarse son menores si se actúa con buena voluntad. La segunda es que la buena intención no contamina la mente y, por tanto, no siembra semillas que harán que arraiguen conductas perjudiciales para nosotros mismos y para los demás en el futuro. El error, como apuntaba, consiste en complacerse en las buenas intenciones y no analizar cuidadosamente cuál es el impacto de nuestra acción en las relaciones con objetos, seres vivos y personas. Cuando esa desatención se traduce en actuar impulsivamente al abrigo de esos buenos sentimientos -lo cual es una imprudencia en el sentido más estricto del término- uno debería reconsiderar si sus intenciones son realmente rectas o más bien hay un velado fin egocéntrico, que será lo más habitual.

El estudio de la intención es capital a la hora de ordenar nuestra conducta y me gustaría mostrarlo examinando una cuestión de la que se habla mucho en nuestros días: la relación del ser humano con el tiempo vital. Desde el punto de vista psicológico y espiritual se insiste mucho en la importancia de centrarse en el presente, sin dejarse enredar por el pasado ni fantasear sobre lo que nos deparará el futuro. En “El poder del ahora”, quizá uno de los libros más vendidos en las últimas décadas, Eckhart Tolle sostiene que el sufrimiento proviene del pasado o del futuro, no del presente. Aprender a vivir en el “aquí y el ahora” se ha convertido en un recurso habitual por parte de muchos terapeutas para ayudar a la gente a superar sus problemas. La pregunta es: ¿cómo evitar que esa atención al presente degenere en “instanteísmo"? El “instanteísmo” es un rasgo característico de la modernidad que consiste en exaltar la libertad con relación al tiempo, de tal forma que el pasado, la tradición, no nos condicionaría en absoluto, y tampoco tendríamos que asumir ningún compromiso con relación al futuro. Es la manifestación más clara del “carpe diem” que tantos problemas puede generar.

La clave para vivir centrado en el presente sin caer en el “instanteísmo” radica en el modo en que interiormente nos relacionemos con él. Es esencial superar las disyuntivas típicas de la modernidad: el presente no se contrapone al pasado, sino que este está contenido en él, y al mismo tiempo el presente incorpora una tendencia hacia el futuro, tanto en la vida personal como en la social. Pero esa tendencia no determina forzosamente el curso de los acontecimientos, sino que entraña la responsabilidad de actuar conscientemente en el presente para construir el futuro en lugar de ser arrastrados hacia el. En la vida cosechamos lo sembrado, de ahí la importancia de centrarse en sembrar aquello que queramos cosechar. En la exaltación de la libertad que supone el "instanteísmo" se rompen lazos y el ser humano termina por desorientarse. Siempre vivimos en el presente, pero es la comprensión de lo que este significa lo que determina la intención con que se actúa, y esta intención marca la diferencia entre un ejercicio responsable de la libertad que constituye una virtud y el vicio del “instanteísmo” libertino.

viernes, 11 de marzo de 2022

El pacto entre el PP y Vox

Nada más conocer los resultados de las elecciones autonómicas en Castilla y León me pareció que estaba claro el pacto entre el PP y Vox que ayer se materializó. Lo más importante es formar un buen gobierno que busque honradamente el bien común. Lo demás es, como diría Yolanda Díaz, politiquería. Pero bien está, aunque sea como entretenimiento, examinar el pacto en clave de estrategia electoral de los partidos.

Rasgarse las vestiduras por un pacto entre PP y Vox es una tontería que obedece simplemente al trazo grueso de asumir la propaganda de los medios de izquierda que califican a Vox como un partido de extrema derecha antidemocrático, lo cual no es verdad. Carece de sentido impedir cualquier pacto con un partido que concurre a las elecciones y respeta plenamente el funcionamiento del sistema democrático. Si critico los pactos del PSOE con ERC, PNV o Bildu es simplemente porque socavan la unidad de España y la igualdad entre los españoles. En el caso de Podemos lo que me parece criticable no es el pacto en sí, sino su apuesta por medidas concretas que, en mi opinión, favorecen la discordia como las relativas a la “memoria democrática” o su rechazo a la monarquía, por poner sólo dos ejemplos.

Es normal que se critique a Feijóo desde la izquierda, pero la cuestión es si los pactos con Vox serán penalizados por sus votantes y evitarán atraer a votantes de otros partidos. Eso dependerá exclusivamente de si los pactos favorecen buenos gobiernos y de la capacidad del PP para mantener un discurso coherente en el que se marquen con claridad cuáles son los principios irrenunciables para lograr un pacto. Exactamente lo que ha logrado visualizar entre su electorado Isabel Díaz Ayuso, que es capaz de integrar a Vox y, al mismo tiempo, desmarcarse de aquellas posiciones que no comparte del partido de Abascal. Feijóo no tiene más que profundizar en esa línea consolidando un discurso propio, auténtico. La autenticidad es una de las claves de un liderazgo fuerte. Si logra eso, no tengo ninguna duda de que atraerá el voto de centro derecha y se situará por delante de Vox: la moderación, cuando se ve acompañada de firmeza y claridad, tiene un espacio electoral más amplio que las posiciones extremas.

La otra posibilidad es que el PP renuncie a pactar con Vox y, sumándose al cordón sanitario contra este partido, forme gobiernos de concentración con el PSOE o simplemente cada partido gobierne con la abstención del otro cuando resulte necesario. Esta situación podría tener sentido si las posiciones de Vox fueran maximalistas y comprometieran los principios irrenunciables del PP. Y lo mismo cabría decir si Podemos o los independentistas imponen al PSOE condiciones de imposible cumplimiento porque afectan al bien común. No creo que en el caso de Vox se esté ante esa situación, así que veo innecesario que el PP opte por esta solución que, además, tendría un altísimo coste electoral en el caso de que entrañara una deliberada renuncia a intentar entenderse con Vox. Los votantes del PP prefieren el pacto con Vox antes que el pacto con el PSOE. Esta es la razón por la que Vox se ha nutrido de antiguos votantes del PP que este partido debería intentar recuperar. En cualquier caso, dada la fragmentación electoral que existe, tanto el PP como el PSOE nunca deberían perder de vista la posibilidad de favorecer que el partido más votado forme gobierno sin necesidad de que se dependa de los partidos con posiciones más extremas. 

Por consiguiente, el pacto entre el PP y Vox en Castilla y León es totalmente lógico y el PP de Feijóo no va a verse castigado por haberlo suscrito, al igual que no habrá problema en que, si lo necesita, Moreno Bonilla conserve el poder pactando con Vox en Andalucía. En lo que respecta a este partido, es evidente que mientras siga siendo minoritario su única opción de pacto es con el PP. Se equivocaría si realizara exigencias inasumibles imposibilitando así la formación de un gobierno entre los dos partidos de la derecha. Habrá que ir viendo caso por caso, pero en Castilla y León Vox tenía una posición de enorme fuerza, ya que fue Mañueco quien decidió adelantar las elecciones.

martes, 8 de marzo de 2022

Reflexiones al hilo de "Autobiografía de un yogui"

En “Autobiografía de un Yogui”, de Paramahansa Yogananda, al margen de los sucesos increíbles que su autor refiere y que sin duda cabría calificar como milagros, he podido conocer la figura del científico bengalí Jagadish Chandra Bose que, entre otras cosas, descubrió las ondas electromagnéticas antes que Marconi e inventó el Crescógrafo. Se trata de un aparato capaz de grabar con gran precisión el movimiento de las plantas. A través de este instrumento Bose mostró a Yogananda que las plantas podían experimentar sentimientos. En concreto, Yogananda relata la reacción de un helecho ante el corte provocado por una navaja de afeitar. Tras leer este episodio podemos imaginar qué sucede en un jardín en el momento en que los jardineros aparecen con sus ruidosos instrumentos de poda. También me he acordado de Wallace Black Elk, líder espiritual sioux fallecido hace unos veinte años, de quien se decía que era capaz de mantener diálogos con las plantas.

Es difícil para nuestra mentalidad racional admitir como reales todas estas historias de milagros y conversaciones con plantas, pero antes de rechazarlo como pura fantasía, engaño o magia, conviene considerar que lo que se presenta como el mundo del espíritu no es otra cosa que una realidad sutil e inaccesible para nuestros sentidos, aunque sí para la mente con el debido entrenamiento. En última instancia, la realidad es energía y por esa razón la evolución de la ciencia permite comprobar muchas de las afirmaciones de los grandes místicos que previamente lo han experimentado. Esta es la razón por la que los maestros espirituales, lejos de apelar a la creencia ciega, insisten en que la religión debe basarse en dicha experiencia directa. El cristianismo ha intentado conciliar fe y razón, pero, a diferencia de otras religiones, se ha apoyado sobre todo en la razón conceptual y ha dejado en un segundo plano el camino de la experiencia mística, que no pertenece a la fe, pero tampoco es asible a través de la razón conceptual. Quizá por ello sacerdotes católicos como Pablo D’Ors insisten hoy en la importancia que tiene esa intuición directa y abogan por profundizar en la meditación y el silencio como camino de encuentro con Dios.  

lunes, 28 de febrero de 2022

Pacifismo lúcido

En España muchos han olvidado la importancia que tiene contar con unas Fuerzas Armadas capaces de hacer frente a agresiones exteriores. Se cree que es cosa del pasado, al igual que pasas por un carca si defiendes el valor que tiene estar dispuesto a sacrificarse por la patria, como están teniendo que hacer los ucranianos. Por eso nuestra sociedad es despreciada por dirigentes como Putin, que está convencido de que los europeos somos incapaces de defendernos asumiendo el coste en vidas humanas y en comodidades que supone una guerra, aunque sea defensiva. Es posible que tenga razón, pero también es cierto que los grandes desafíos pueden hacer que las personas y las sociedades reaccionen y comprendan el error en el que estaban instaladas. Quizá no les venga mal a nuestros jóvenes contemplar que hay amenazas reales al bienestar del que disfrutamos. Llevamos muchas décadas viendo las guerras por la televisión -aunque las de los Balcanes las teníamos bien cerca- y la historia enseña que a veces el despertar es una sacudida. No se trata de abrazar un espíritu belicoso, sino de comprender que el pacifismo sin realismo y disposición a sacrificarse y luchar por la paz conduce a que matones como Putin se salgan con la suya.

viernes, 25 de febrero de 2022

Y Putin apeló a la historia...

Antes de comenzar la invasión, Putin explicó en televisión cuáles eran las razones de la acción que iba a emprender. Los súbditos rusos -hace tiempo que no se les puede llamar ciudadanos- asistieron a una clase de historia en la que su líder daba cuenta de cómo la actual Ucrania era fruto de las decisiones equivocadas de dirigentes soviéticos. No le gusta que Ucrania haya dejado de ser un apéndice de Rusia, lo considera un error histórico, y utiliza la fuerza para que en el presente víctimas inocentes paguen lo que él interpreta como errores del pasado. Con ese argumento el mundo estaría permanentemente en guerra. Quizá Putin debería recordar que Prusia oriental pertenece hoy a Rusia. En efecto, Prusia, el Estado del canciller Bismarck, el motor de la unificación política alemana. Prusia oriental fue históricamente un territorio germano. Allí estaba la ciudad del filósofo Inmanuel Kant, Köningsberg. No la busquen en el mapa, no la hallarán. Esa ciudad responde hoy al nombre de Kaliningrado, una ciudad rusa. Los rusos ocuparon ese territorio que les da acceso al mar Báltico y expulsaron de allí a los alemanes. ¿Se imaginan que en Alemania algunos grupos comenzaran a reivindicar territorios que en el pasado eran alemanes? No, no hay justificación posible para esta guerra de agresión, y todavía menos en el caso de Rusia, el Estado más grande del mundo, con vastos territorios y enormes riquezas naturales. Estamos ante el capricho de un dirigente ególatra y desalmado.

jueves, 24 de febrero de 2022

Condena total a la agresión rusa

Ha estallado la guerra, tal como anunciaban los servicios de inteligencia occidentales. Putin ha atacado utilizando pretextos que solo camuflan su ambición insensata por aumentar el poder de Rusia y por pasar a la historia de su país como el gobernante que le hizo recobrar su grandeza. La incorporación de Ucrania a la OTAN podría disgustar e incluso preocupar a Rusia, pero ni siquiera la consumación de ese escenario justifica iniciar una guerra. Nuevamente vemos que hay líderes capaces de sacrificar vidas humanas provocando un inmenso dolor sin que su conciencia se resienta. ¿Qué hacer ante una situación así? Es difícil responder cuando sabemos que Putin posee armas nucleares. No se pueden ignorar las consecuencias que tendría declarar la guerra a Rusia en solidaridad con Ucrania, y eso lo sabe muy bien el líder ruso. Por esa razón, no hay que echar más leña al fuego. Ucrania deberá defenderse sola y la solidaridad con Ucrania se debería traducir en apoyo militar y económico por parte de los países occidentales. Mi más enérgica condena a la agresión militar de Putin.

martes, 22 de febrero de 2022

Casado no es un líder

La lucha contra la corrupción es absolutamente imprescindible en una sociedad democrática. Ningún servidor público puede estar exento de dar explicaciones de su trayectoria. Por consiguiente, si hay indicios de corrupción, hay que denunciarlos donde corresponda y no andarse con componendas. Ya se verá en qué queda lo de los contratos del hermano de Isabel Díaz Ayuso, pero resulta claro que Casado y Egea han querido hundir políticamente a Díaz Ayuso arguyendo la corrupción, y eso es lo que no comprende nadie en el PP. La presidenta de Madrid vivió una campaña de absoluto acoso por parte de la izquierda y salió victoriosa, no solo frente a Sánchez, sino que tumbó políticamente a Pablo Iglesias, un logro descomunal. Esa victoria aupó a Pablo Casado en las encuestas, pero aún así desconfió de Díaz Ayuso. ¿Por qué? Sencillamente porque Casado no es un líder. Ese es el problema de fondo que ahora ha estallado. El PP eligió a un chico de agradable presencia y buena retórica para zanjar la guerra interna entre Soraya y Cospedal. De ahí a ser un líder media un abismo. El líder emerge como una figura capaz de generar adhesiones y de marcar el rumbo. Debe estar dispuesto a servir en lugar de aferrarse al cargo utilizando todo tipo de presiones y estratagemas. Cuando tu liderazgo es cuestionado por barones, figuras del partido y las propias bases, la dimisión es imperativa si no deseas ser un obstáculo para tu organización. Eso es lo que hizo Sánchez: dimitió y luego tuvo el coraje de vencer a la candidata del "aparato". Pero primero dimitió, Casado, primero dimitió.

Por fin Núñez Feijóo da el paso y se postula como líder del PP. Creo que en El Mundo leí algo así como que se trataba de un “liderazgo natural”. Es una expresión afortunada, porque, en efecto, el líder emerge naturalmente por sus cualidades. Se le reconoce no solo en lo que dice, sino en cómo lo dice, en la cadencia de su voz, en sus gestos, en el dominio de sí mismo. Recuerdo que en los “Episodios Nacionales” Galdós se refiere a figuras políticas utilizando la expresión “serenísimo”. Feijóo emana serenidad y firmeza sin necesidad de gritar. Si uno observa con atención, los andares de Casado y su tendencia a tocarse la punta de los dedos delatan su impostura.

Estoy muy satisfecho con la llegada de Feijóo como líder del PP. Además de ser un líder “natural”, como dije en anteriores entradas, creo que garantiza una forma moderada de gobierno capaz de llegar a acuerdos con el PSOE por el bien de España. Pero Feijóo representa un acontecimiento imprevisto: asumirá el liderazgo una persona veinte años mayor que Casado, alguien de la generación de Sánchez, aunque doce años más mayor que él, rozando la pertenencia a la generación de Rajoy. Una figura generacionalmente ambigua que, si llega al poder, exigirá pensar si esto se debe a una reacción ante el ascenso al poder de políticos excesivamente jóvenes e inexpertos. En la vida acumular experiencia es muy importante. De ahí que Miguel Ángel Rodríguez haya sido muy listo al frenar cualquier intento de Díaz Ayuso por postularse como líder del PP. Tiene tiempo por delante para convertirse, quizá, en la primera mujer que preside el Gobierno de España.