martes, 30 de junio de 2015

Gracias, Tsipras

El órdago griego, caso de que finalmente se materialice en la salida de Grecia del euro, es un golpe de suerte si sirve para acabar con el euro. Ni Suecia, ni Reino Unido, ni Dinamarca están en el euro. Fueron listos, pensaron las consecuencias que tendría en clave nacional, que es la que sigue presidiendo el funcionamiento de la Unión Europea. No se puede violentar la realidad, y el euro ha sido un intento temerario de forzar la realidad. Cuanto antes se acabe con esto muchísimo mejor. Volvamos a las monedas nacionales y, a partir de ahí, repensemos la Unión Europea fortaleciendo los lazos de solidaridad, los proyectos educativos, y las políticas comunes de inmigración y defensa. Por ahí vamos bien, no con el funesto euro. ¿Me olvido de las consecuencias? No, naturalmente que el proceso será muy duro, muy difícil, pero es necesario mientras los Estados sigan siendo soberanos y no prime la búsqueda del bien común (la negativa a mutualizar la deuda, los eurobonos, fue la prueba del algodón). No estamos preparados para lo que exige el euro, así de sencillo. 

miércoles, 22 de abril de 2015

La muerte del profesor

He leído que la Consellera de Educació de la Generalitat de Catalunya ha declarado, con relación al suceso del instituto Joan Fuster, que ha muerto un profesor, pero que la gran víctima es el niño que le mató. No salgo de mi asombro. Es lamentable que el niño actuara así por razón de una enfermedad, y hay que adoptar las medidas necesarias para ayudarle, pero no dejo de pensar en el profesor muerto y en su familia, sobre todo después de ver la foto en la que su cadáver es sacado del edificio metido en una bolsa de plástico sujetado por trozos de cinta aislante. Miro la foto y por las formas imagino dónde están los pies y la cabeza que entraron vivos ese día sin sospechar que todo acabaría así. Dicen que llevaba dos semanas trabajando en el Instituto, realizando una sustitución. De la manera más insospechada llega “el día señalado”, como dice la letra de la canción “Morir todavía”, de Héroes del Silencio. Lo mismo que les pasó a los pasajeros de vuelo a Düsseldorf. El profesor es la gran víctima, el hombre al que se le fue la vida cuando entró por esa puerta del aula al oír los gritos y recibió una puñalada mortal en el pecho. Imagino ese segundo en el que llegas a saber que todas tus ilusiones y proyectos se van y, quizá, solo te da tiempo para un último pensamiento de sorpresa en el que no comprendes cómo es posible que te pase eso cuando no era el momento. Entonces te das cuesta de lo frágil que es la vida, del regalo que significa estar vivo y que tu corazón siga latiendo. 

lunes, 16 de marzo de 2015

La revitalización de la democracia española

Hace algunos años, participé en un seminario sobre la reforma del sistema electoral español. Entonces pensaba que a España le convenía un panorama político en el que los partidos minoritarios de ámbito nacional tuvieran mayor peso, y así evitar que la gobernabilidad pudiera depender de los partidos nacionalistas. Creía, además, que superar el bipartidismo era imprescindible para revitalizar la democracia española, y ligaba ese objetivo a la reforma del sistema electoral.

El PP se ha mostrado contrario a introducir cambios en este terreno, al tiempo que viene incidiendo en los beneficios del bipartidismo por la estabilidad que proporciona. En buena medida es cierto, pero no me parece que el ascenso de nuevas formaciones vaya a suponer la ingobernabilidad del país. Si se confirma lo que apuntan las encuestas habrá que innovar políticamente, que es justo lo que necesitamos. Que opciones políticas como Podemos puedan parecernos peligrosas entra dentro de la riqueza inherente al pluralismo político que nuestra Constitución proclama como valor superior del ordenamiento. Es bueno que haya un partido como Podemos, que se debatan sus propuestas, que se realice un esfuerzo por desenmascarar sus argumentos y se les arrincone dialécticamente cuando, por ejemplo, no saben disimular sus simpatías hacia el chavismo venezolano.

Hoy da la impresión de que la reforma electoral no era necesaria para lograr la revitalización de nuestra democracia, aunque habrá que estar atento a la proporción entre votos y escaños en las elecciones generales. Los electores han dejado de atender a las apelaciones al voto útil. Parece que ya no creen, o dicha creencia ha perdido vigor, que votar a partidos minoritarios sea desperdiciar su voto. El resultado es que nuestra democracia se ha revitalizado. Entramos en una dinámica en la que los partidos van a tener que esforzarse por presentar programas atractivos y por elegir muy bien a sus candidatos. Estamos de enhorabuena.

sábado, 14 de marzo de 2015

Iglesias se está pasando de frenada

Si cuando la masa ruge esperando al orador para lanzar sus iras sobre él este logra que le dejen hablar, goza de una extraordinaria oportunidad para tornar las lanzas en cañas. De igual manera, la predisposición incondicional al elogio es fácil que desemboque en decepción. Otra característica de las masas, que como su nombre indica tienen en su comportamiento muchas propiedades relacionadas con la física, es que pueden hacer caer al que aúpan con una fuerza proporcional a la que le llevó a la cumbre. 

Dicen las encuestas que Podemos se estanca e incluso pierde fuelle. No me extraña en absoluto. Ahí tienen a Pablo Iglesias. Al principio deslumbraba con su retórica anticasta y ahora cada vez que sale pontificando con su voz de locutor entrenado empieza a resultar desagradable. Si hay algo que en España molesta sobremanera es ir de chulito y últimamente a este hombre lo veo con una arrogancia desmedida. No se le ocurre otra cosa después del debate sobre el estado de la nación que presentarse como líder de la oposición. Ahora rechaza debatir con Albert Rivera, como si fuera líder de un partido con mayoría parlamentaria. Le convendría no olvidar las leyes que rigen el comportamiento de las masas que le han llevado a despuntar en las encuestas. Repito, en las encuestas. Un líderazgo popular debe asentarse en una dignidad lograda a base de convicciones auténticas defendidas con energía y humildad sin apocamiento. 

jueves, 5 de marzo de 2015

Podemos y Ciudadanos

El ascenso de Podemos y Ciudadanos demuestra que la democracia española goza de buena salud. Es verdad que hay muchas cosas que mejorar, pero más importante que acertar con la solución que demanda cada problema es comprobar que se abren paso formaciones capaces de conectar con las preocupaciones de los ciudadanos. Si observáramos la política como un mercado en el que los partidos venden y los ciudadanos compran, no es difícil identificar los “productos” políticos que ofrecen estas formaciones y las razones de su buena acogida por parte de los “clientes”.

El éxito de Podemos se basa en destacar que la crisis ha demostrado que la división ideológica entre izquierda y derecha se ha difuminado. Tanto el PSOE como el PP tuvieron que realizar una política de recorte del gasto que vino condicionada por Bruselas y, sobre todo, por Berlín. El PSOE redujo el gasto social mientras que el PP ha subido los impuestos, medidas contrarias a sus planteamientos ideológicos. En Francia, Hollande clamaba contra la austeridad, pero Valls pronto tuvo que adoptar medidas para disminuir el gasto público y controlar el déficit. Las clases más humildes han padecido intensamente los efectos de estas medidas y han observado atónitas como al mismo tiempo que se deterioraba la sanidad y la educación pública aparecían noticias sobre los excesos cometidos por consejeros de bancos y por políticos corruptos. Podemos está trasladando a los ciudadanos el mensaje de que el problema no está en debatir si es mejor una política de izquierdas o de derechas, sino que urge recuperar la democracia y acabar con la oligarquía, con el gobierno oculto de unas élites políticas y económicas que siempre resultan beneficiadas. La idea funciona, vende, porque en buena medida responde a la realidad. Otra cosa es que luego las alternativas de gobierno que plantean sirvan para resolver los problemas.

Por su parte, Ciudadanos ha materializado una idea de renovación democrática desde los pilares del régimen del 78 que comparte con UPyD. Los nacionalismos periféricos han minado la igualdad entre los españoles y para revertir esta situación proponen reestructurar el Estado, recuperar competencias para la administración central y acabar con el mercadeo competencial que permite el art. 150.2 CE, suprimir instituciones ineficaces y/o redundantes, mejorar la representatividad del sistema electoral y luchar eficazmente contra la corrupción. Son problemas que tanto el PSOE como el PP no han sabido resolver. El PSOE es incapaz de ofrecer un proyecto nacional creíble, y tanto el PP como el PSOE están salpicados por graves escándalos de corrupción y no han planteado la batalla ideológica a los nacionalismos periféricos, sino que durante mucho tiempo se plegaron a sus exigencias. Ciudadanos y UPyD carecen de complejos en este terreno y ello explica su ascenso, sobre todo el de Ciudadanos por la razón que seguidamente mencionaré.

Se trata de “productos” políticos atractivos, pero además su éxito se explica porque están siendo puestos en el mercado por dos líderes pertenecientes a una nueva generación emergente de españoles nacidos entre 1976 y 1991, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Al margen de los errores cometidos por UPyD, Rosa Díez no representa un liderazgo ilusionante y Albert Rivera la está engulliendo políticamente. Creo que Ciudadanos seguirá creciendo, porque sus propuestas son mucho más realistas que las de Podemos, y estos se estancarán o van a retroceder por varias razones. El fiasco de Syriza les ha dejado en evidencia. Sus líderes se están pasando de frenada y ofrecen una imagen de soberbia que empieza a generar rechazo en el electorado. No han sabido resolver el escándalo de Monedero, que pone en entredicho que no sean parte de la oligarquía que dicen combatir. Finalmente, su crítica al régimen del 78, que goza de un respaldo mucho mayor del que piensan, y en el marco del cual se ha producido su ascenso, supone un grave error de cálculo que pagarán caro.

martes, 24 de febrero de 2015

La eurorratonera

Nadie duda hoy de que el euro fue un caramelo envenenado para los países del sur de Europa. La cuestión es cómo salir de esta ratonera. En Grecia, Syriza ha intentado infructuosamente renegociar el pago de una deuda inasumible que aceptaron contraer a cambio del rescate. Han tratado de lograr una quita con la baza de que su caída conllevaría un riesgo de contagio. Su órdago se ha quedado en amago y los socios prestamistas exigen el cumplimiento de lo pactado. Parece claro a estas alturas que Varoufakis llevaba la camisa por fuera para bajarse mejor el pantalón... El problema simplemente se demora, porque difícilmente Grecia va a poder pagar su deuda y los intereses le van a seguir asfixiando.

España, al margen de ser una economía muchísimo más grande y saneada que la griega, ha "optado" por aplicar la receta alemana para superar la crisis: contención del déficit a través del recorte del gasto público y aumento de la presión fiscal, devaluación interna de salarios, emigración y reformas estructurales, en particular la flexibilizadora del mercado laboral. Todo ello se ha visto favorecido por medidas externas como la del programa de compra de deuda que acaba de aprobar Draghi para aligerar el peso de la deuda pública y favorecer la circulación del crédito a empresas y particulares. España está creciendo moderadamente y creando empleo, pero la desproporción entre los sacrificios y los resultados es enorme, y el hartazgo ciudadano, que se traduce en el ascenso de un partido populista como Podemos, muy considerable. España tiene más fuerza que Grecia para plantear una renegociación de su deuda pública -en su día comenté que debíamos plantearnos un órdago-, pero acertadamente el Gobierno no contempla ninguna iniciativa que ponga en duda la solvencia de España para afrontar sus compromisos.

Aunque resulte paradójico, la salida de la euroratonera por nuestros propios medios sólo puede venir a través de la austeridad, para no tener que pensar en la opción de una quiebra que nos aboque a la ruptura de la moneda única y que no descartaría en absoluto a medio plazo. El discurso habitual reclama austeridad y reformas estructurales para sanear la economía en el marco del euro. En mi opinión, se trata de estar en condiciones de poder decir adiós al euro sin pasar por el calvario que tendrían que sufrir ahora los griegos, incapaces de financiarse en los mercados. Si España fuera un país sin desequilibrios notables, salir del euro sería posible sin perder el crédito de los mercados financieros, lo mismo que Alemania podría dejar el euro sin sufrir ninguna de las consecuencias que pueden afectar a los griegos (otra cosa es que les convenga hacerlo, pues a Alemania, una economía exportadora, le interesa el euro). Y entonces surge la gran pregunta: si se superan los desequilibrios y se logra salir de la crisis, ¿para qué salir del euro? Dos razones fundamentales: para fortalecer la democracia, en tanto las políticas nacionales dejarían de estar tan condicionadas por la pertenencia a la eurozona (véase http://www.tomasdedomingo.com/2012/07/rajoy-los-espanoles-no-podemos-elegir.html), y para prevenir futuras crisis disponiendo de una moneda propia y de un banco central igual que el Reino Unido. Naturalmente que el euro proporciona ventajas, pero mientras la Unión Europea no avance hacia una Unión Política en la que realmente el bien común prime frente a los intereses nacionales, el euro es un grave riesgo para un país como el nuestro. Creo en Europa, pero el euro es un error y la única forma realista de resolverlo es salir de ahí. El problema es que los esfuerzos, los sacrificios, deberían ser todavía mayores y me temo que inasumibles. 

martes, 20 de enero de 2015

Los comentarios del Papa sobre la libre expresión

Comentando la reacción del mundo musulmán a las caricaturas de Mahoma, Francisco dijo primeramente que si alguien insulta a la madre de uno puede esperar un puñetazo. Hace poco ha vuelto sobre el tema y, según informa Europa Press, ha afirmado que la violencia es injusta, pero “yo no puedo insultar, provocar a una persona continuamente porque corro el peligro de que se enfade y corro el peligro de recibir una reacción injusta. Es algo humano”.

Hay que recordar, en primer lugar, que el derecho a la libre expresión no ampara el insulto, como ha reiterado nuestro Tribunal Constitucional. No está claro qué sea un insulto. Identificar un insulto depende de diversos factores. Algunos son sociales y requieren indagar la interpretación habitual de una determinada expresión. Pero en última instancia las discrepancias más radicales responden a los diferentes valores de la gente. En las sociedades occidentales la caricatura, la sátira, la burla ligada a un determinado acontecimiento o al comportamiento de alguien con proyección pública no se considera insulto, sino crítica mordaz. Claro está que el destinatario de las mismas puede recibir mal la crítica e incluso considerarlo una provocación, pero lo más normal es que los tribunales declaren que se está ante un ejercicio lícito del derecho a la libre expresión.

Esta conclusión, lejos de solucionar el problema, nos lo presenta con toda su crudeza. ¿Cómo es posible que el ejercicio lícito de un derecho fundamental sea visto por algunos como una provocación, como un insulto y sin duda como fuente de discordia y amenaza para la paz? Pues porque hay diferentes valores que inspiran el ejercicio de los derechos y la recepción de dicho ejercicio, siendo todos esos valores admitidos en el marco de una sociedad plural. El asunto tiene una lectura muy clara: el derecho no basta para garantizar la paz social en una sociedad plural. La doctrina social de la Iglesia sostiene que hay cuatro valores que deben inspirar la vida social: la verdad, la libertad, la justicia y el amor. Por tanto, dar respuesta a la cuestión de las caricaturas o a cualquier otra desde una perspectiva exclusivamente jurídica es un error. Cuando el Papa apela a actuar con prudencia a la hora de ejercer la libre expresión no está justificando la violencia, simplemente está recordando que siempre conviene ponerse en la piel del otro y tratar de evitar ofensas gratuitas eso sí, sin renunciar a expresar y defender la propia posición, que probablemente es lo que ha quedado oscurecido en sus declaraciones y debería haber subrayado. Pero lo más lamentable es que teniendo razón se ha equivocado, porque cuando la reacción del ofendido es manifiestamente injusta y desproporcionada lo prioritario, lo urgente e inaplazable es enfatizar dicha injusticia y no permitir que el foco de atención se ponga en la imprudencia de los caricaturistas.