Es difícil que una democracia funcione sin partidos políticos, pero también es cierto que los partidos políticos pueden llegar a desnaturalizar la democracia hasta transformarla en eso que algunos llaman partitocracia, y que en muchos aspectos me recuerda, salvando las distancias, a una democracia orgánica. A veces como ciudadano resulta frustrante que el ejercicio de tus derechos de participación política se vea sometido al tamiz de los partidos políticos. En España, hasta el momento, los ciudadanos han optado por votar a los grandes partidos, principalmente por la llamada al voto útil, y no ha habido un excesivo abstencionismo, al menos en las elecciones generales. Últimamente, sin embargo, detecto un progresivo desencanto con los grandes partidos: los socialistas están en caída libre y el PP no ilusiona. Esta situación está haciendo que la llamada al voto útil pueda comenzar a ser desatendida por los ciudadanos. El sistema electoral seguirá primando a los partidos grandes, pero lo verdaderamente significativo es que cada vez hay más gente pensando que a lo mejor lo más útil es no votarles como única vía para que se produzcan cambios. Por ejemplo, yo estoy convencido de que es más importante que UPyD tenga la llave de la gobernabilidad que que el PP derrote al PSOE. Estamos en un momento histórico en el que vamos a empezar a ver cambios importantes. Creo que comienza una nueva etapa en la democracia española.
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