Al borrar las entradas sobre García Morente y su idea de la hispanidad, mi amigo Melquiades (si les interesa la Esquizofrenia, su blog es muy recomendable: http://www.deluding.blogspot.com/) me comentó que sabía de mi interés por el tema y que creía recordar que en algún post había hecho referencia a la idea de España y a la de nación como proyecto colectivo. Bien, en realidad no he publicado nada sobre el particular en este blog, sino que él recuerda un par de artículos que publiqué en un periódico (con mi nombre real, no con el pseudónimo James de Soca) en el que ocasionalmente colaboré durante un tiempo. Ofrezco a los lectores uno de esos artículos, y se lo dedico a Melquiades y a los lectores hispanoamericanos del blog.
Imaginando España (2006)
"El pasado fin de semana, en el marco de su Convención, el PP presentó un proyecto político como alternativa al actual Gobierno. Estaba interesado en conocer los detalles de ese proyecto, así que presté atención a los discursos, especialmente al de Rajoy, que he leído íntegramente. El líder de la oposición sostuvo que el Gobierno ha equivocado las prioridades: en lugar de continuar la línea de modernización emprendida en la etapa de Aznar, se ha optado por “crear problemas donde no los había, revisar el pasado y debilitar las funciones del Estado”. En opinión de Rajoy, el Gobierno debería “considerar prioritario el aumento de los niveles de bienestar y riqueza; el control del gasto público; las reformas tributarias, económicas y laborales; aplicar una ley de calidad de la Educación o mejorar en investigación, innovación y desarrollo”.
Dando por buenas las reformas propuestas en esta Convención, no puedo evitar cierto resabio cuando escucho que el objetivo prioritario consiste en hacer un país más rico y próspero. Inmediatamente imagino a estas personas que confunden los medios con los fines y acumulan bienes sin saber muy bien qué hacer con ellos. Naturalmente que hay que tratar de solucionar los problemas reales y elevar los niveles de bienestar de los ciudadanos, pero yo creo que España, más que tecnocracia de calidad, necesita un proyecto nacional ambicioso.
A lo largo de la historia, nuestra nación ha emprendido diversos proyectos, algunos de los cuales han requerido el esfuerzo sostenido de varias generaciones. El más reciente se acometió a partir de la muerte de Franco: España se trazó como meta incorporarse al grupo de las naciones más desarrolladas de Europa, y a ello han contribuido, al menos, dos generaciones de españoles. Afortunadamente, este proyecto está cerca de culminarse. Por esta razón, es importante que España, al tiempo que hace frente a la crisis desencadenada por el desafío nacionalista, se marque nuevos objetivos como nación. A este respecto, no basta con apelar a lo obvio, o perderse en abstracciones incapaces de suscitar una adhesión entusiasta y decidida de los españoles. Es necesario ilusionar con realismo –lo que implica ser fiel a la historia de España-, imaginación y cierta dosis de audacia, especialmente cuando el camino a seguir no se vislumbra con la arrebatadora evidencia que sucedía con el proyecto europeísta en los años de la Transición.
En su discurso, Rajoy habló del afán por recuperar para España un lugar importante en el mundo. Ciertamente, la política exterior del actual Gobierno no ha repercutido favorablemente en la imagen internacional de España, pero las palabras de Rajoy adolecen de falta de concreción. ¿Qué lugar queremos ocupar? Desde luego, parece lógico tratar de consolidarnos entre las economías más desarrolladas, recomponer las relaciones con los Estados Unidos y gozar de una posición respetable a nivel internacional. Pero, en mi opinión, España tiene una misión mucho más específica que no puede seguir ignorando por más tiempo. Decía que un proyecto nacional requiere realismo, imaginación y cierta osadía. Pues bien, ¿acaso es descabellado sostener que España debe orientar sus energías para, en colaboración con el resto de las naciones hispanoamericanas, contribuir a hacer del mundo hispano un pilar de occidente y, por ende, un factor de estabilidad mundial?
A la vista de la situación de algunos de estos países, puede parecer que este objetivo no es realista; pero no dejemos que la magnitud de la tarea nos confunda. Una actitud realista es aquella que asume primariamente la propia realidad, y resulta incomprensible que España siga viviendo en buena medida de espaldas a lo que sin duda constituye su mayor éxito como nación. Es capital que España dirija su mirada a Hispanoamérica, a esas naciones hermanas que durante siglos formaron parte –nunca como colonias- de la monarquía hispánica que se extendía plus ultra, hasta la otra orilla del Atlántico.
Cada vez me parece más necesario que el mundo hispano, liderado por España y por naciones como México y Chile, que han avanzado considerablemente en los últimos tiempos, se convierta junto a Estados Unidos y Europa en el tercer gran pilar de occidente. En esa tarea imagino a España en los próximos sesenta años. Y todo debe comenzar por la educación. Europa está inmersa en un ilusionante y complejo proceso que va a suponer la creación de un espacio único de educación superior. Sería muy positivo que España asumiera el reto de liderar un proyecto similar en Hispanoamérica. Sólo dedicando la mitad de la energía que se está empleando en el proyecto educativo europeo, los resultados serían sorprendentes.Las miserias de los nacionalismos separatistas han sumido a muchos españoles en la zozobra. Sin embargo, cuando se evita plantear proyectos nacionales se está cediendo la iniciativa a quienes sólo desean una España encanijada. No podemos renunciar a ser una gran nación -parece mentira que tenga que venir el francés Sarkozy a recordárnoslo-, y como tal hay que contar con objetivos ambiciosos que ilusionen a los españoles y les animen a adherirse con entusiasmo a un gran proyecto colectivo. Si en el pasado Europa era el camino y la solución, hoy, recuperada nuestra posición en Europa, el futuro exige mirar a Hispanoamérica".
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