Vuelven las restricciones por Covid y la zozobra para tantos
empresarios y autónomos que ven como les vuelven a cambiar las normas bajo las
que desarrollan su actividad. No dudo de que las restricciones sean necesarias,
pero son el resultado de errores. La lucha contra el botellón debería haber
sido sin cuartel desde hace muchos años. No es admisible que la
diversión de la juventud consista en emborracharse sin ton ni son. Igual me
contraargumentan que eso es lo propio de la juventud. ¿Ahora resulta que va a
haber “determinismo” biológico en este tema cuando se pretende que no exista en
todo lo referente a lo que denominan “género”? En absoluto. El botellón es un
fenómeno social intrínsecamente ligado a los valores que priman en nuestra
sociedad. La transgresión propia de la juventud, su carácter innovador y
experimentador son rasgos que podrían y deberían ser canalizados de una forma
positiva.
Además del botellón, suprimir las mascarillas en exteriores, aunque fuera posible desde un punto de vista epidemiológico, suponía mandar un mensaje de normalidad insensato cuando todavía no hemos llegado al cincuenta por ciento de la población inmunizada. Entre los políticos y los irresponsables -jóvenes y padres de los jóvenes- hemos vuelto a poner en riesgo la salud y la economía. Así no se puede trabajar y, desde luego, si fuera empresario y/o autónomo estaría profundamente indignado. Habrá que ver si el aumento de la población vacunada frena la expansión del virus y si no aparecen nuevas variantes más peligrosas, que se me antoja una posibilidad muy real ante el aumento de los contagios.
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