La inversión de valores que se observa en nuestra sociedad llega a las situaciones más curiosas. Escuchaba hace unos días, mientras conducía, un programa de radio en el que algunos oyentes se quejaban de los soplahojas. Hay vecinos que piden a su ayuntamiento que se eliminen las hojas mientras que otros -la mayoría- se quejan del ruido infernal de estos aparatos. Pero el experto invitado por el programa no se pronunció sobre qué petición vecinal debía ser priorizada. Para él lo decisivo era que el aparato extermina los insectos y su hábitat y, claro, eso es verdaderamente intolerable. Así que ya saben, si desean librarse del horrendo soplahojas no argumenten que les molesta, sino apelen al argumento ecológico y quizá tengan más éxito.
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