La nota de despedida manuscrita de Ivan Redondo me ha causado una mala impresión. Se supone que un jefe de gabinete es alguien acostumbrado a no dejar cabos sueltos, a utilizar con precisión las palabras y los mensajes que desea transmitir. Pues bien, resulta que el hasta hace dos días todopoderoso Redondo no sabe utilizar las comas y su alusión a la importancia de "saber parar" carece de interés. De las mayúsculas y la firma ni hablamos, aunque sería curioso conocer qué interpretación hace un grafólogo del nombre encerrado en el círculo. Este hombre fue contratado para lograr que Sánchez llegara al poder y se mantuviera en él. No hay más. Un chiquillo ambicioso y listo, pero no lo suficiente como para comprender que en la política rectamente entendida los fines son más importantes que los medios.
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