Ayer mi mujer y yo compramos una tostadora horizontal. Ocupaba menos espacio que la que teníamos y disponía de tres tubos infrarrojos para tostar el pan. Tenía toda la pinta de una buena compra. La conectamos y la pusimos en marcha para comprobar que funcionaba y, en efecto, así era. La sorpresa llegó cuando nos avisó de que las imaginarias tostadas estaban listas. Un pitido agudo e intenso nos dejó boquiabiertos. “Se podrá regular este sonido, porque si no despertamos a todo el mundo de buena mañana” -nos dijimos-. Pero no, imposible, el ingenio no te avisa, más bien te acojona. No es un caso aislado. Tenemos una lavadora pelma que cuando acaba su programa insiste reiteradamente en que la paremos. Y si no acudes de inmediato sigue pitando rítmicamente cada pocos segundos. Por supuesto, la tostadora se vuelve por donde llegó. Es desagradable que los electrodomésticos te compliquen la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario