El que desee saber por qué Sánchez puede ser investido Presidente del Gobierno lo tiene muy fácil. Nos parece incomprensible que alguien que ha mentido descaradamente y que humilla a la nación y está dispuesto a lo que sea necesario para seguir en el poder reciba siete millones de votos. En lugar de sorprendernos, indaguemos, investiguemos. Les aconsejo que consulten el mapa que informa de los resultados electorales en cada barrio. Si conocen las características socioeconómicas de los barrios de su pueblo o ciudad verán quiénes han votado al PSOE mayoritariamente. Por ejemplo, en Alicante el PSOE arrasa en el barrio Juan XXIII, Virgen del Remedio, Divina Pastora o Los Ángeles. En Elche, Carrús, Palmerales o San Antón son suyos. Quienes allí viven, entre otras cosas, son personas que disfrutan con la selección española en el bar y que no quieren saber nada de hablar otra lengua que no sea el español. Sin embargo, no parece importarles que Sánchez esté dispuesto a cargarse la nación para seguir en el poder. No, lo que verdaderamente les importa es recibir la prestación que piensan que tienen más segura con la izquierda que con el PP. Si se creen que lo de Cataluña va a salir gratis están muy equivocados. Pero nada de eso les importa.
martes, 5 de septiembre de 2023
domingo, 30 de julio de 2023
Sánchez tiene la posición de fuerza, no Puigdemont ni ERC
Conviene realizar un análisis táctico de la situación que ha abierto la pérdida de un escaño en Madrid por parte del PSOE en favor del PP. Como es sabido, ese escaño obliga a que Pedro Sánchez cuente con el voto favorable de Junts (y de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG, no lo olvidemos) para lograr la investidura. La interpretación que se está haciendo de esta circunstancia es que el “precio” que pondrá Puigdemont será más alto todavía. Esta situación hace que muchos ciudadanos vean peligrar la unidad de la nación y se indignen ante la posición clave que ocupan los partidos independentistas y, en particular, Junts. No es mi intención tranquilizarles, porque la situación es inquietante, pero un análisis frío conduce a una conclusión bastante distinta: Sánchez tiene una posición negociadora más sólida que la de los independentistas.
La alternativa que se puede descartar con total seguridad es
la investidura de Feijóo. No tiene ninguna posibilidad de sumar los 176
escaños. Esa es la gran baza de Sánchez. O gobierna él, o se repiten las
elecciones. Lejos de lo que se piensa, Sánchez no tiene por qué ceder nada importante
a los independentistas: si Junts le vota, el horizonte penal de Puigdemont sin
duda mejorará, pero la posición de fuerza es, sobre todo, la de Sánchez, no la
de Puigdemont. Si se repiten elecciones pueden pasar dos cosas y ninguna
conviene a Junts: que el PP logre el gobierno o que lo consiga Sánchez y no les
necesite. Por consiguiente, el mensaje de Sánchez a Puigdemont y también a ERC
es “vosotros veréis”. Y he aquí el gran dilema del independentismo: si Puigdemont
y ERC apoyan a Sánchez sin un compromiso claro en favor de la autodeterminación,
la decepción del independentismo será muy importante y seguirá perdiendo
apoyos. Esto lo sabe ERC, que probablemente decida bloquear la investidura para
mostrar una posición de fuerza que le haga volver a recuperar el liderazgo en
el independentismo. De lo contrario, si ambas formaciones apoyan a Sánchez sin
compromisos claros a favor de la autodeterminación, puede suceder que Sánchez
acabe con el independentismo sin haber hecho más concesiones que las de
carácter penal, porque en las próximas elecciones autonómicas gobernaría el PSC.
Una vez bloqueado Feijóo, Sánchez puede exhibir una posición
de fuerza con el independentismo que, en caso de repetición electoral, le puede
favorecer claramente. A quien no le conviene bajo ningún concepto una nueva
convocatoria es a Yolanda Díaz. Ya se puede ver que Sumar es una jaula de
grillos en la que Podemos va por libre. El voto útil de la izquierda, como ya
se ha visto en estas elecciones, es el PSOE. Por eso Pablo Iglesias tiene razón
al criticar el resultado de Yolanda Díaz. Lo más normal es que el bloqueo nos
lleve a nuevas elecciones, porque es complicado que tanto ERC como Junts voten a
Sánchez sabiendo que su electorado les está castigando. Ahora bien, la
investidura de Sánchez, pese a ser factible, daría paso a una España
ingobernable: sacar adelante cualquier ley y mucho más los presupuestos sería casi imposible. Además, el PP domina el Senado y las principales
comunidades autónomas. Lo más probable es que Sánchez prepare el terreno
para una nueva cita electoral. En todo caso, este análisis táctico no hace si
no poner de relieve la necesidad de abordar la raíz política y moral del
problema, tal como destacaba en las últimas entradas.
P.D. Para mí es incomprensible que el PNV, a la vista de
esta situación, no reconsidere su negativa a Feijóo. Y no lo hará.
jueves, 27 de julio de 2023
La degradación moral de la sociedad española
Siguiendo con la necesidad de examinar la raíz de lo acontecido el pasado domingo, el resultado electoral refleja, además de problemas políticos e institucionales, la miseria moral de buena parte de la sociedad española. Sin duda, si hubiera ganado el PP y pudiera gobernar con el apoyo de Vox, los partidarios de los partidos de izquierda realizarían la misma afirmación. Es más, Yolanda Díaz ha reiterado que había que votarles para evitar que gobernara la “barbarie”. Todos debemos respetar el resultado de las urnas, pero lo mismo que Yolanda Díaz opina que quienes votan a los partidos de derechas apoyan políticas “bárbaras”, un servidor está convencido de que el resultado del domingo refleja, como les decía, una importante degradación moral.
Siguiendo el guión previsto, Sánchez embarró la campaña
intentando presentar a Feijóo como un mentiroso, y la verdad es que el gallego
le facilitó el trabajo afirmando reiteradamente que el PP siempre revalorizó
las pensiones conforme al IPC, lo cual no es verdad. Torpeza descomunal, y me
quedo corto. En cualquier caso, nada es comparable a la mentira descarada que
ha sostenido toda la trayectoria de Sánchez en el gobierno. El periodista
Carlos Alsina se lo dijo con toda claridad: “¿Por qué nos ha mentido tanto,
presidente?”. Sánchez, como el que no ha roto un plato, osó preguntarle en qué había
mentido, y Alsina empezó a citarle ejemplos palmarios que deberían haber hecho
que se le cayera la cara de vergüenza. Lo pretendió maquillar con que se
trataba de “cambios de posición política”, pero son tan reiterados que es
imposible admitir dicha posibilidad. También se presentó a Vox como un partido que no condena la violencia machista, lo cual no es verdad, por mucho que se repita. Vox condena la violencia contra la mujer, pero no transige con la ideología de género. De todas formas, sus gestos infantiles y torpes no le ayudan en absoluto.
Los votantes socialistas han convalidado con su voto las
mentiras de Sánchez y de esta forma le han dejado las manos libres para pactar
con los independentistas retorciendo el texto constitucional hasta donde
permita Conde Pumpido. Ninguna reforma política es capaz de remediar la
tolerancia de los ciudadanos con la mentira y el engaño descarado de un gobernante
como Sánchez. Es lógico indignarse ante las trampas y añagazas de quienes juegan
con lo que es de todos, pero así son las cosas. Los españoles pudimos echar a
Sánchez y no lo hemos hecho. Lo único que se puede hacer es utilizar la
libertad de expresión para criticar lo que está sucediendo y, cuando lleguen
las siguientes elecciones, volver a votar. Todos aquellos que dieron prioridad
a sus vacaciones en lugar de ir a votar deberán rendir cuentas ante su
conciencia. Y creo que son bastantes.
miércoles, 26 de julio de 2023
El resultado de las elecciones evidencia la necesidad de reformar el sistema electoral
Si las encuestas no se hubieran equivocado, en este
momento estaríamos ilusionados con la posibilidad de que Feijóo conformara un
gobierno que revirtiera todos los desmanes cometidos por Sánchez y sus aliados.
Muy probablemente hubiéramos mirado hacia otro lado y seguiríamos ignorando el
grave problema que aqueja a nuestra democracia: el actual sistema electoral no es capaz de evitar que la estabilidad política esté en manos de partidos
independentistas que sólo desean erosionar el Estado para alcanzar sus
objetivos. Ante esta situación, todo depende de la responsabilidad, el
patriotismo y el sentido de Estado de los líderes políticos. Demasiado
arriesgado: la capacidad y la moralidad de los políticos es muy importante para
que la democracia funcione adecuadamente, pero el engranaje institucional debe
ayudar a blindarnos frente a políticos como Pedro Sánchez, capaces de todo para
seguir en el poder. Como no hay mal que por bien no venga, debemos dejar a un
lado la decepción por el resultado electoral y examinar la situación con
realismo y radicalidad, es decir, yendo a la raíz del problema. Apunto esto
porque parece que en el PP están debatiendo si la estrategia de la campaña fue
correcta o no. Algunos piensan que desmarcándose de Vox se contribuyó a su “demonización”
y por ese camino se movilizó al votante de izquierda. Otros, por su parte,
creen que no había que haber ofrecido ningún pacto al PSOE y que todo hubiera
ido mucho mejor para el PP si se hubiera seguido el camino de Mazón en la
Comunidad Valenciana. Todo este debate puede tener cierto interés desde la perspectiva
de la lucha partidista, pero me interesa relativamente poco a la vista de que
la investidura de Sánchez depende de Bildu, ERC y Junts, y la de Feijóo del PNV,
algo absolutamente inaceptable que requiere ser examinado con detenimiento y
volver sobre temas que el lector de este blog sabe que me preocupan desde hace
mucho tiempo.
No puedo evitar volver a recordar lo que sucedió el 20
de noviembre de 2011, una de las fechas más importantes de la historia reciente
de España. Tras una segunda legislatura de Zapatero plagada de mentiras sobre
la situación económica de España, que condujeron en 2010 a congelar las
pensiones (lo que negó Sánchez a Feijóo en el debate) y a bajar el sueldo de
los empleados públicos, entre otros muchos recortes, los ciudadanos castigaron
severamente al PSOE en las urnas. La crisis económica situaba a España al borde
de la catástrofe y los ciudadanos confiaron mayoritariamente en el PP de
Mariano Rajoy. Pero me gustaría recordar hasta qué punto llegó este apoyo,
porque creo que no se es consciente de la importancia de lo que sucedió ese
día. Con una participación del 68,94%, es decir, casi cinco puntos más baja que
en 2008, el PP obtuvo nada menos que 10.866.566 millones de votos, el 44,63%.
Podría pensarse que este partido recibió muchos votos socialistas y
probablemente fuera así, pero hubo otro partido socialdemócrata, UPyD, que
recibió 1.143.225 millones de votos, el 4,70%, y obtuvo 5
diputados, que le permitían tener grupo parlamentario propio. El PP y UPyD sumaron más de doce
millones de votos y representaban casi el 50% de los votos emitidos. Era el
momento idóneo para abordar las grandes transformaciones que necesitaba el
sistema político español, incluyendo reformas constitucionales. El programa
electoral con el que UPyD concurrió a dichas elecciones (https://e00-elmundo.uecdn.es/elecciones/elecciones-generales/2011/programas/pdf/upyd.pdf)
tenía como primer punto la reforma de la ley electoral y como segundo la
reforma de la Constitución y del Estado, justo lo que ahora vemos que se tenía
que haber puesto en marcha.
Rajoy no hizo nada para evitar que la gobernabilidad de España dependiera de los partidos que
buscan la destrucción del Estado. Para él lo único importante era la economía, hacer frente a la crisis de deuda soberana que comprometía
nuestra viabilidad. Pero ese no era el único problema, al margen de que las
reformas imprescindibles de la Administración y del modelo de Estado podían haber ayudado a sanear las finanzas españolas. La inacción política de Rajoy llegó a
tal extremo que, pese a tener semejante apoyo popular, fue incapaz de impedir la
consulta soberanista que puso en marcha Artur Mas en noviembre de 2014. Un año
más tarde, en las elecciones generales de 2015, el PP pasaba a tener 123
escaños, UPyD daba paso a Ciudadanos, que con Rivera al frente alcanzaba los 40
diputados, y entraba en la escena política Podemos. Empezaba una nueva etapa en
la que el gran problema del chantaje de los partidos independentistas quedaba
pendiente de resolver. La presencia de dos nuevos partidos minoritarios de
ámbito nacional podía hacer pensar que el problema del sistema electoral no era
tal, pero el tiempo ha demostrado que la reforma era absolutamente necesaria.
La propuesta de UPyD consistía en aumentar el número
de diputados y que 200 de ellos se eligieran en una circunscripción única para
toda España. Además, proponían listas abiertas y una reforma de la Constitución
para suprimir posteriormente la circunscripción provincial para sustituirla por
la de las Comunidades Autónomas. Con todo ello se buscaba evitar la desproporción
entre el número de votos que unos partidos y otros necesitaban para alcanzar
representación parlamentaria. Me parece que era una propuesta excesivamente
compleja porque entrañaba una innecesaria reforma constitucional.
El Congreso de los Diputados debe ser una cámara a la
que accedan partidos que acrediten una implantación nacional. No hace falta
cambiar la democracia parlamentaria y sustituirla por un sistema
presidencialista como el de Francia. Es más, tampoco es necesario acabar con la
circunscripción provincial y sustituirla por una circunscripción única que
requeriría la reforma de la Constitución, tal como en parte proponía UPyD. La
ley electoral debería establecer una serie de requisitos para poder acceder al
Congreso de los Diputados cuya justificación sea razonable. En las elecciones
autonómicas algunas comunidades autónomas exigen alcanzar un 5% del total de
votos emitidos para poder tener representación parlamentaria. Esto responde a evitar
la excesiva fragmentación del parlamento y favorecer así la estabilidad
política. Se podría incorporar la misma barrera a la ley electoral nacional apelando
a la misma justificación. Pero, junto a esta, yo incluiría otra barrera que
considero plenamente justificada: cualquier formación que desee acceder al
Congreso de los Diputados debería obtener representación parlamentaria en
provincias -no se altera la circunscripción prevista en la Constitución- de seis
o siete comunidades autónomas diferentes. Con ello se garantiza que la
formación en cuestión acredite la suficiente implantación nacional. Un partido o
coalición que carezca de implantación nacional puede buscar directamente el
interés particular en lugar del general, y eso debe combatirse, aunque sea a
costa de dificultar la puesta en marcha de nuevos proyectos políticos que difícilmente
pueden lograr semejante representación en el comienzo de su andadura. En todo
caso, lo más importante es no aparcar este debate por más tiempo. Quizá esta
sea la única ventaja de este resultado electoral. Estas barreras que deberían
introducirse en la ley electoral no son una garantía absoluta, pero hay que
hacer frente al problema con toda claridad. Sin duda los partidos
independentistas protestarían y responderían en la calle, pero su lugar no es
el Congreso de los Diputados, sino una cámara de representación territorial,
papel que debería desempeñar el Senado y que sí exigiría una reforma constitucional.
lunes, 24 de julio de 2023
Probablemente haya que volver a las urnas
Nos equivocamos todos aquellos que dimos por enterrado a Sánchez. Lamentablemente, hasta tiene posibilidades de volver a ser investido, aunque es muy difícil. La razón principal por la que la suma de PP y Vox no alcanzan la mayoría absoluta es la movilización de la izquierda para frenar a Vox. El votante socialista ha preferido votar al PSOE y no al PP, pese a que eso suponga que la gobernabilidad dependa de partidos nacionalistas e independentistas. Incomprensible, pero al votante de izquierda eso no parece que le preocupe tanto como que Vox llegue al gobierno.
Con una nula ausencia de clase y una soberbia desmedida,
Sánchez ha comparecido como ganador y no ha felicitado al partido más votado.
Es posible que el Rey lo presente a la investidura si constata que cuenta con los
votos del PSOE y de Sumar, aunque Feijóo haya obtenido más votos y escaños. La
investidura de Sánchez depende de Junts, es decir, de Puigdemont. Contando con
el apoyo de Bildu, ERC, PNV y BNG, si Junts no se abstiene, Sánchez no puede
ser presidente, y no creo que se abstenga. Por tanto, si Sánchez no puede
alcanzar los votos necesarios, la pregunta es si Feijóo puede sumar los
suficientes apoyos para lograr la investidura. Y solo existe una posibilidad si
no se desea una repetición electoral: que el PNV vote a favor de la investidura
de Feijóo junto con Vox, Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro.
Verdaderamente complicadísimo, porque Vox exigiría entrar en el gobierno y eso
no lo podría admitir el PNV. En definitiva, todo depende de la abstención de
Puigdemont. Parece que iremos a un bloqueo, porque Sánchez no va a
permitir que gobierne Feijóo. Volvemos al no es no y qué parte del “no” no
entiende. Ante este escenario, el PP deberá replantearse la estrategia
electoral que debe seguir con relación a Vox. Supongo que muchos se darán
cuenta ahora de lo malo que ha sido que Ciudadanos fuera sustituido por Vox.
Toda una tragedia para España.
domingo, 23 de julio de 2023
¡Qué escándalo poner las elecciones el 23 de julio!
Desde buena mañana, en la playa de San Juan hay una circulación densísima de vehículos. Muy probablemente son veraneantes que regresan -o eso intentan- a su domicilio para votar. La fecha elegida por Sánchez para celebrar elecciones generales era una vergüenza absoluta. Estos atascos lo confirman. Sólo por esto merecería ser castigado en las urnas. Y lo será. El colegio en el que mi mujer y yo acabamos de votar estaba abarrotado. Hoy debe caer Sánchez, pero el resultado debe ser aplastante para que acabe su carrera política.
jueves, 20 de julio de 2023
En la recta final de la campaña electoral
No me gustó la actuación de Abascal en el debate de ayer. El resbalón diciendo que Bildu votó a favor de la reforma laboral fue inaceptable, así como casi toda su actuación en el primer bloque de economía. Luego se entonó y replicó bien a Yolanda Díaz, que fue quien más se lanzó a criticar la posición de Vox. En la defensa de las mujeres estuvo mucho más convincente Abascal, porque al gobierno le pesan como una losa las excarcelaciones y las rebajas de pena de delincuentes sexuales. Sin embargo, con la ley trans le faltó rematar. Planteó a Díaz y a Sánchez la pregunta que las feministas le hacen a Irene Montero: “¿Qué es para ustedes una mujer?”. No respondieron y Yolanda Díaz le devolvió a su vez la pregunta. Incomprensiblemente, Abascal calló. Todavía no entiendo por qué guardó silencio y dijo eso de “tablas”. ¡Cómo que tablas! ¿Acaso no tienes respuesta, Santiago? Es muy sencillo: una mujer es aquel individuo de la especie humana que tiene los órganos sexuales femeninos. Por eso, una mujer trans es aquella que pone en marcha un proceso quirúrgico y farmacológico para, siendo un varón, transformarse en una mujer. Por mucho que un varón se disfrace de mujer o se sienta mujer, sigue siendo un hombre. ¿Era tan difícil decir eso y criticar el disparate de la autodeterminación de género? Pues maricomplejines Abascal no se atrevió. Esos dos errores son muy graves.
El debate de ayer sin duda era una trampa para Feijóo: la televisión pública es progubernamental, y se pretendía presentar al PP y a Vox como aliados frente al tándem del gobierno. A pesar de ello, creo que
debía haber acudido. Desde el punto de vista de la intención de voto, el debate
de ayer fue bueno para el PP. Después de la actuación de Abascal, puede seguir
recibiendo votos de Vox, aunque creo que este partido tiene un electorado muy fiel. En cuanto
a la izquierda, en contra de lo que se opina, Díaz se mimetizó excesivamente
con Sánchez. Era evidente que Sánchez quería mostrar esa sintonía para seguir
sumando votantes de Sumar, de ahí que se refiriera a ella como Yolanda o la
Vicepresidenta. Si se trata de votar a la izquierda, ¿por qué votar a Sumar y
no a él? Probablemente, el resultado de Sumar será muy discreto y, si mejora,
será captando votos del PSOE.
Lo más probable es que este debate no cambie demasiado las
cosas, a diferencia de la importancia que tuvo el cara a cara entre Sánchez y Feijóo,
absolutamente determinante para reflejar la personalidad de ambos. La izquierda,
desesperada, ha llegado al punto de sacar a pasear la foto de Feijóo con
Marcial Dorado de hace casi treinta años, una vergüenza. Si tuvo alguna
relación, su trayectoria posterior deja bien claro que Feijóo no es ningún
delincuente, así que basta ya de juego sucio. Esperemos que el domingo todos
los españoles acudan a las urnas y Sánchez pase a la historia por el bien de
España.