Regresaba del Monasterio de Piedra (Nuévalos, provincia de Zaragoza) cuando a los pocos kilómetros una indicación trastocó mi plan inicial. Calamocha, 65. Mi idea era regresar a Elche siguiendo la misma ruta que en el viaje de ida, es decir, volver a Calatayud, donde había pernoctado, y de ahí seguir por carretera nacional, parando en Daroca para tomar un cafetito, hasta enlazar con la autovía Mudéjar en Calamocha. Sin embargo, esa indicación prometía una vía directa y más corta a Calamocha, eso sí, por carretera comarcal. No había prisa y sí ganas de aventura, así que tras meditarlo di media vuelta y puse rumbo a Calamocha. La carretera era toda para mí, hasta el punto de que casi te nacía saludar a los escasos vehículos que se te aparecían en la ruta fantasma. Así comenzó la estremecedora experiencia de atravesar los pueblos fantasma del campo de Calatayud y de la provincia de Teruel. El caserío y las monumentales iglesias, muchas de ellas del siglo XVI, acredita que esos pueblos tuvieron gente, vida, poderío. Sin embargo, hoy yacen exangües y yertos. Sólo algún vehículo estacionado en sus calles denotaba un hilillo de vida humana itinerante. Quizá alberguen vida humana durante los fines de semana y en vacaciones, pero esos habitantes itinerantes pasan por estos pueblos como quienes acuden al cementerio a pasear y a honrar a los difuntos. Monterde, ¡qué espectáculo! Parte de su caserío, huérfano de sus moradores de antaño, ocupa la ladera de una montaña. Las casas han adquirido la tonalidad de la montaña y dan la impresión de haberse convertido en un elemento más de la naturaleza. Abanto, Bello, y otros pueblos más reflejan la imagen más dura de la despoblación que han sufrido algunas zonas de Aragón. Así llegué a Calamocha, que todavía sobrevive, y tomé la Autovía Mudéjar. Mientras conducía por la autovía pensaba que ella ha sido para muchos pueblos de Aragón lo que el Carpacia para los náufragos del Titanic que braceaban desesperados en las negras y frías aguas del Atlántico.
3 comentarios:
Veo que has nombrado Bello, yo conozco ese pueblo por que tengo familiares allí y he pasado algún que otro verano allí cuando era chico. Lo cierto es que es un pueblo como tú dices algo fantasma y como bien apuntas resucita algo en verano cuando la gente que marchó hacia Zaragoza o Valencia regresa a pasar la epoca estival. Pero Bello además tiene la particularidad de ser un pueblo donde el tiempo parece haberse detenido, por ejemplo en misa las mujeres y los hombre se sientan en lados diferentes de la iglesia y dentro de la misma no hablan entre ellos ni siquiera se miran, sin embargo la cercanía de la laguna de Gallocanta con especial atencion a las grullas y otras anátidas ha hecho que se abra una casa rural en bello que organiza excursiones a la laguna dándose un toque de modernidad en medio de ese pueblo de nadie.
Mire usted, señor. Acabo de leer su comentario en El País sobre la reprimenda de Zapatero al nuncio del Vaticano.
Oiga, usted no ha leído en la Constitución que España es un estado LAICO?. Porque si quiere le digo el artículo y se lo lee. Y dos: usted puede seguir su vida siguiendo fe católica, budista o siendo un anacoreta. Pero su opinión de que mejor nos iría siguiendo un modelo basado en una creencia (que yo sepa, nadie ha visto a Dios) es una suposición suya. Si eso fuera cierto, TODA Europa y el mundo entero se regiría por esa idea. Y eso que los católicos no somos pocos.
Hacer que todos vean la realidad y se comporten según yo considero.
Atte.,
Felipe Rojas.
Sr. Rojas:
Evidentemente, quien no conoce la Constitución es usted, pues entonces debería saber que ésta consagra un modelo aconfesional, que no es lo mismo que un Estado laico.
Reitero que mejor nos iría si hiciéramos caso de las propuestas de la Iglesia. Si usted tuviera algo de tiempo e interés para leer, por ejemplo, la Doctrina Social de la Iglesia, comprendería a qué me refiero. No obstante, si prefiere seguir cómodamente instalado en la ignorancia sobre los mensajes de la Iglesia y acogerse a las consignas partidistas de indigentes intelectuales como Zapatero, allá usted. Un saludo,
James de Soca
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