Escuché el timbre de su bicicleta casi al mismo tiempo que pasaba por mi lado y me saludaba sin dejar de pedalear. Ahí iba él con su flamante bicicleta y perfectamente equipado con alforjas, casco de ciclista (no chichonera) y las imprescindibles cintas que sujetan la parte baja de las perneras. Hasta hace pocas semanas siempre había visto a este colega viniendo en coche a trabajar, y eso que vive a unos diez minutos a pie. No se lo he preguntado, pero estoy convencido de que el cambio se debe al aumento del precio del carburante. Como decimos en Valencia, yo creo que esta vez “va de bó”. La subida está siendo lo suficientemente importante como para que la gente se vea obligada a modificar su comportamiento. Sé que mucha gente estará sufriendo, pero ojalá sirva para que adoptemos hábitos más saludables en lo personal y ecológicos en lo colectivo. En lo que a mí respecta, este mismo fin de semana sin ir más lejos voy a viajar a Valencia en tren en lugar del coche, que es el medio habitual de transporte que utilizo cuando me desplazo a mi ciudad. Concretamente he sacado billetes para un Regional Express Elche-Valencia que tarda dos horas y media (tiene cojones que el tren cubra el trayecto con una velocidad media de 70 Km/h), y que me cuesta 24 euros. Si para llenar el depósito necesito unos 40 euros y consumo en ir y venir de Valencia más de la mitad, pues está claro que, al viajar solo en esta ocasión, me compensa. Iré leyendo tranquilamente sin necesidad de jugarme la vida en la carretera. Cada cual tendrá que ir pensando en qué medida el precio del carburante va a afectarle. Toda esa gente que se ha ido a vivir a las afueras de las grandes ciudades y no puede acceder al transporte público lo va a tener complicado. A ver si muchos comienzan a seguir el ejemplo de mi colega. En ese caso les recuerdo que tengo escrito un post sobre patinetes eléctricos. Échenle una ojeada a ver si les convence la alternativa.
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