La organización democrática de una institución exige que se respete la voluntad mayoritaria de sus miembros. Sin embargo, en bastantes ocasiones nos encontramos con que el cauce que se escoge para conocer dicha voluntad en realidad la ahoga e incluso la desfigura. Un ejemplo claro de estos procedimientos teóricamente democráticos que impiden conocer la voluntad de la mayoría, lo hallamos en el sistema de elección del presidente del partido que rige en el PP. En teoría, los compromisarios son representantes de los militantes, pero lo cierto es que son designados por quienes dominan el aparato del partido. Por eso, y por otras razones, dije en un post que no creo en la democracia, aunque respeto la voluntad de la mayoría.
En la película “Parque jurásico” uno de los protagonistas le dice al dueño del parque que su intento de dominar el número de animales que habitan el parque mediante la vía de asignarles a todos el mismo sexo fracasará, porque la vida siempre se abre paso. En la política también sucede algo parecido. La voluntad de la mayoría, cuando es verdaderamente compartida y desea llegar a alcanzar su objetivo, siempre se abre paso. Sería conveniente que los políticos no olvidarán esta máxima en lugar de ejercitarse en obras de ingeniería política consistentes en tratar de “apresar” la voluntad de la mayoría para evitar que discurra por su cauce democrático hasta desembocar en un cambio.
En el PP Rajoy no ha dudado en erigirse en el ingeniero capaz de dominar todas las corrientes, y en vista de la ausencia de candidaturas alternativas a la suya para el congreso de junio probablemente pensará que ha logrado encauzar el partido. Olvida Rajoy que la voluntad de la mayoría siempre se abre camino. La cuestión es cómo lo hará dadas las múltiples posibilidades que se le ofrecen. La primera es la rebelión de los militantes contra el aparato que los oprime. También puede suceder que ante la falta de libertad muchos decidan abandonar el partido. Pero quizá lo más probable es que sólo se aproximen a Rajoy los mediocres o aquellos que aspiran a sucederle después de su caída. Quienes desean participar en un proyecto ganador se quedarán al margen sabedores de que ello les reportará ventajas en el futuro.
¿Y cómo es posible que Rajoy no se dé cuenta? Yo no me lo explico. No puedo creer que este hombre esté convencido de que después de dos derrotas electorales será capaz de convencer a un partido amordazado de que él puede conducirles a la victoria. Ha perdido completamente el norte.
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