sábado, 3 de mayo de 2008

La ciencia y la vida

El otro día salieron por televisión Valentín Fuster, cardiólogo de prestigio mundial que lleva más de cuarenta años trabajando en Estados Unidos, y José Luis Sampedro, catedrático de Economía, aunque más conocido por su faceta de escritor. Hace unos años Fuster salvó la vida de Sampedro en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, y desde entonces trabaron amistad. Conocía superficialmente la trayectoria de estos dos hombres. De Valentín Fuster sabía algo más porque hace poco asistí a su investidura como Doctor Honoris Causa en una Universidad española. La laudatio y su discurso me permitieron conocer mejor su trabajo y algunos detalles de su personalidad. Me impresionó su capacidad de trabajo, favorecida en buena medida porque necesita dormir pocas horas. Fuster, pásmense pacientes lectores, sólo necesita cuatro horas de sueño. A las cuatro se despierta y a las cinco ya está en su hospital dispuesto a comenzar su jornada que, por cierto, se inicia con unas horas de reflexión personal.
Bien, decía que los conocía superficialmente, y a ello debo añadir que tenía una buena opinión de ambos. Son de ese tipo de hombres cuya presencia en un medio de comunicación se agradece. En este blog he destacado la importancia de que la sociedad, en especial niños y jóvenes, cuente con modelos ejemplares a los que imitar en lugar de esos mamarrachos de los programas basura de televisión. Valentín Fuster y José Luis Sampedro aparecieron en las noticias de Iñaki Gabilondo porque acaban de publicar un libro titulado “La Ciencia y la Vida”. Hace poco estaba en una librería y lo compré. Se trata de un ensayo dialogado sobre problemas fundamentales que afectan a los seres humanos, a saber, las claves de la felicidad, la ciencia, el orden social, la vejez, la moral, la muerte y la existencia de Dios, entre otros muchos que se abordan en el marco de un diálogo dinámico, sincero, poco pedante e ilustrado con experiencias de los protagonistas tremendamente interesantes. El libro se elaboró merced al encuentro de tres días que pactaron Fuster y Sampedro en el Parador de Cardona el pasado verano. Se reunieron para charlar sobre los temas que he mencionado, y Olga Lucas, la mujer de Sampedro, se encargó de redactar aquellos diálogos. No espere el lector encontrar en estos diálogos respuestas claras y argumentos perfectamente perfilados sobre los temas que se abordan. El lector asiste a una conversación agradable y respetuosa (quizá demasiado) entre dos hombres buenos, cultos y curiosos, en el mejor sentido de la palabra. Especialmente Valentín Fuster. Recomiendo su lectura.

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