La mar de interesante el reportaje sobre la nueva vida de Victoria Beckham en Los Ángeles emitido por la Cuatro. Ella misma va explicando las peripecias de sus primeras impresiones y vivencias, al tiempo que el espectador asiste atónito al grotesco espectáculo de contemplar la vacua vida de esta gente. Todo ese lujo desbordante es como una monumental falla en permanente ignición cuyas llamas se perpetúan con los cientos de objetos que diariamente le arroja esta compradora compulsiva víctima del shopping, otra nueva enfermedad mental. El reportaje no suscita envidia, sino una mezcla de vergüenza ajena e infinita tristeza. La visita de Victoria a sus vecinas de la “alta sociedad” de Beverly Hills, tras haber sido invitada mediante un ramo de flores, podría inspirar un vodevil si no fuera porque sus protagonistas ni siquiera tenían gracia para ingeniar algún equívoco divertido. La única equivocación fue la que cometieron los cirujanos plásticos de estas fulanas, al asegurarles que nadie notaría el “levísimo” retoque que les iban a realizar. La anfitriona vivía en una enorme mansión, un palacio de mal gusto hortera y rococó sólo comparable al rancho de Michael Jackson. Allí recibieron a Victoria aquel grupo de mujeres de la factoría del Dr. Frankenstein para hablar de fama, lujo, dinero, sexo, y terminar borrachas. Espectacular.
El reportaje se emitió el viernes por la noche. Hoy he realizado una visita relámpago a mis padres y he paseado con ellos por la Ciudad de las Ciencias. En la fachada de El Corte Inglés colgaba un cartel que más o menos decía: “Prepárate para la vuelta al shopping”. Vaya tela con el mensaje. Ya no tienen ni el pudor de camuflar su interés por atraernos para que compremos en su establecimiento, sino que obscenamente proclaman la existencia de una nueva actividad, el shopping, el ir de compras por el simple placer de comprar, pues, como dice Victoria, se siente mucho mejor después de practicarlo. No está de moda un producto concreto, sino la compra pura y dura. Nos hallamos ante la completa subversión de los medios frente a los fines. La compra tenía sentido como medio para adquirir un objeto que servía a un determinado fin; pero ahora el medio es lo importante y el fin ocupa un lugar absolutamente subordinado. ¿Se imaginan qué cara pondría la Victoria Beckham si alguien le preguntara para qué necesita tales zapatos o tal anillo? Pues eso.
El reportaje se emitió el viernes por la noche. Hoy he realizado una visita relámpago a mis padres y he paseado con ellos por la Ciudad de las Ciencias. En la fachada de El Corte Inglés colgaba un cartel que más o menos decía: “Prepárate para la vuelta al shopping”. Vaya tela con el mensaje. Ya no tienen ni el pudor de camuflar su interés por atraernos para que compremos en su establecimiento, sino que obscenamente proclaman la existencia de una nueva actividad, el shopping, el ir de compras por el simple placer de comprar, pues, como dice Victoria, se siente mucho mejor después de practicarlo. No está de moda un producto concreto, sino la compra pura y dura. Nos hallamos ante la completa subversión de los medios frente a los fines. La compra tenía sentido como medio para adquirir un objeto que servía a un determinado fin; pero ahora el medio es lo importante y el fin ocupa un lugar absolutamente subordinado. ¿Se imaginan qué cara pondría la Victoria Beckham si alguien le preguntara para qué necesita tales zapatos o tal anillo? Pues eso.
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