En contra de lo que dice la ministra Chacón, siguiendo la estela de Solbes, la subida del Euribor no afecta a unos pocos, sino que mucha gente está ahogándose para pagar su hipoteca. La consecuencia es que la construcción se para, el mercado de la vivienda se estanca, el consumo se ralentiza, el paro aumenta, pero, al mismo tiempo, los precios siguen subiendo -ahora el pan, huevos y leche- y dificultando que la subida de tipos de interés alcance techo. Ante esta situación cuyos primeros síntomas ya estamos observando y parecen alarmantes, la duda que se plantea es si se avecina una simple desaceleración o una crisis gorda, un parón. Algunos analistas señalan que la situación saneada de las cuentas públicas y la pujanza de la industria y de los bancos hace que esta situación no se asemeje a la vivida a principios de los noventa, es decir, el gobierno tiene margen de actuación para capear el temporal y dejarlo todo en un frenazo suave. No soy experto en economía y no me atrevo a pronosticar con muchas probabilidades de acertar, pero ese sanemiento de las cuentas públicas difícilmente podría aguantar ante una situación en la que se ingrese mucho menos por IVA, y aumente el gasto ante la llegada de desempleados a las listas del INEM. El gasto público no puede -por los criterios de convergencia- y no debe tirar de la demanda interna, y el consumo, verdadero motor del crecimiento, da claros síntomas de agotamiento por la presión sobre las familias. Si el sector exterior no mejora y tira de la demanda, y difícilmente puede hacerlo ante el elevado coste de producción que hay en España, yo sinceramente no veo un panorama muy halagüeño y me inclino por pronosticar un parón brusco, una crisis severa que puede afectar a las expectativas electorales de ZP. Yo estaba convencido de que adelantaría las elecciones a otoño precisamente por esto, y también para esgrimir la eficacia contra ETA como filón electoral. Creo que se ha pasado de listo al esperar a marzo.
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