Como era de esperar, dada la catadura moral del personaje, Sánchez se aferra al cargo con el argumento clásico de mucha gente de izquierdas: no se debe permitir que gobierne la “derecha reaccionaria”. Es decir, da igual lo que haga la izquierda, porque siempre será mejor que la derecha, que son los “malos”, la “barbarie”. Es una actitud sectaria que siembra sin remedio la discordia. Ayer, en el programa “La Roca”, Gonzalo Miró, en un alarde de sectarismo, llegaba a la misma conclusión que Sánchez: no debe dimitir porque no se puede permitir que lleguen al gobierno el PP y Vox. Muy democrático, sí señor. ¿Y que harán cuando, más pronto que tarde, gobiernen? Esa es la pregunta del millón, como le decía Xan al francés en “As bestas”.
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