domingo, 12 de diciembre de 2010

¿Qué es educar?

El viernes vi parte del programa de Intereconomía “Lágrimas en la lluvia” dedicado a la educación. La película elegida para introducir el tema fue “El club de los poetas muertos” (Dead poets society), de Peter Weir. Los invitados al programa comenzaron valorando la película, y en especial la figura de Mr. Keating, el protagonista, un profesor de literatura de un colegio de élite estadounidense que utiliza unos métodos de enseñanza poco habituales que sorprenden a los alumnos y suscitan recelos en la dirección del centro. Keating centra sus enseñanzas en la poesía y se esfuerza sobre todo por transmitirles que ésta es sentimiento, y que ese sentimiento se nutre de un intenso amor por la vida. De ahí que les anime a abrirse a diferentes puntos de vista, descubrir su propia vocación, y aprovechar cada instante de su vida al máximo. Todos los contertulios fueron muy duros con la figura de Keating, coincidiendo en señalar que transmite a sus alumnos un vitalismo huero que no contribuye positivamente a su educación. Pienso, sin embargo, que es injusto cebarse con Keating. “Dead poets society” no propone un modelo educativo, sino que narra una historia en la que Keating cumple la finalidad de animar a los estudiantes a decidir por sí mismos, en claro contraste con un ambiente dominado por la voluntad de los padres de encauzar rígidamente el futuro de sus hijos. Esa tensión se desborda en el personaje de Neil Perry, quien incapaz de liberarse de la tiranía de su padre, obsesionado con que vaya a Harvard a estudiar Medicina, decide suicidarse.

Dejemos, pues, tranquilo a Mr. Keating y centrémonos en la gran pregunta que presidía el programa de anoche. ¿Qué significa educar? Les ruego que reflexionen sobre el asunto unos minutos. Se trata de una pregunta decisiva que como padre y profesor me interesa particularmente. En los aproximadamente cuarenta minutos que aguanté despierto escuchando la tertulia no hallé ninguna respuesta satisfactoria. Se daba vueltas sobre el asunto sin ser capaz de dar en el blanco. No sé si seré capaz de acertar, pero al menos voy a intentarlo.

Yo diría que educar es enseñar a ser feliz como alguien virtuoso busca la felicidad. Quizá sorprenda que relacione educación y felicidad, especialmente cuando el mensaje ilustrado según el cual cada persona tiene derecho a buscar la felicidad a su modo ha calado tan hondo. Sé que esta tesis puede parecer intolerablemente paternalista, pero nadie puede educar sin querer bien al educando, y el mayor bien que se puede desear para él es que sea feliz. Ciertamente sólo se puede alcanzar la felicidad desde la libertad, y yerra absolutamente quien pretenda no sólo mostrar el camino de la felicidad, sino forzar a transitarlo, pero me parece fundamental insistir en que el verdadero fin de la educación es la felicidad del educando. Por esta razón creo que todo aquel que no sepa qué es la felicidad y cuál es el camino que a ella conduce difícilmente será un buen educador.

La segunda parte de mi tesis es igualmente arriesgada y quizá todavía más exigente. Presupone el convencimiento de que se puede enseñar a ser feliz, y de que hay un modo adecuado de serlo. Creo que puede afirmarse que la verdadera felicidad es fruto de determinadas acciones, así como de cierta actitud vital (véase el post que escribí sobre la felicidad). La felicidad no puede diluirse en el relativismo, pese a que lógicamente haya que admitir que alguien pueda sentirse feliz incluso cometiendo una acción perversa. Con su extraordinaria lucidez Aristóteles afirmó: “La virtud moral, en efecto, tiene que ver con los placeres y dolores, porque por causa del placer hacemos lo malo y por causa del dolor nos apartamos del bien. De ahí la necesidad de haber sido educado de cierto modo ya desde jóvenes, como dice Platón, para poder complacerse y dolerse como es debido; en esto consiste, en efecto, la buena educación”. Cualquiera que se enfrente a la tarea de educar debería grabar a fuego estas palabras de Aristóteles. Educar bien exige precisamente ser capaz de encauzar sanamente los afectos del educando para que se alegre y se contriste según lo propio de alguien virtuoso. ¿Cómo se logra esto? He ahí el quid de la cuestión. Mi respuesta: En primer lugar, observando siempre una conducta ejemplar que sirva al educando de modelo a imitar, de tal forma que en ella pueda identificar las diferentes virtudes que adornan una personalidad bien formada. En segundo lugar, respetando la verdad y haciendo que el educando la respete, de tal manera que habrá que decirle sí cuando es sí y no cuando es no. En dos palabras: ser capaz de felicitarle y corregirle. En tercer lugar, proporcionando al educando los conocimientos necesarios para poder comprender la realidad circundante, y fomentando en él el hábito de actuar bien, es decir, virtuosamente. Esta sería, en síntesis, mi respuesta a la cuestión planteada.

jueves, 2 de diciembre de 2010

"El País" y las filtraciones de wikileaks

El periódico “El País” está recibiendo críticas por otorgar una desmesurada importancia en su edición digital a las filtraciones publicadas por Wikileaks que dan a conocer información secreta de la inteligencia estadounidense, entre ellas algunas que se refieren a España. Llamó especialmente la atención que la noche del domingo esta información ocupara la cabecera del periódico por delante de las elecciones catalanas, cuyos resultados se estaban conociendo en esos momentos. Si el resultado de esas elecciones hubiera sido favorable al PSC muy probablemente “El País” hubiera relegado las filtraciones de Wikileaks a un segundo plano, pero es una hipótesis que me trae sin cuidado, porque, dejando al margen la intención con la que esté obrando este periódico, lo cierto es que es una noticia extraordinariamente importante, y me parece absolutamente descorazonador que se frivolice con este tema refiriéndose a él como cotilleos, o simplemente apuntando que se da a conocer lo que ya se intuía. ¿Realmente son más importantes las elecciones catalanas? A mí desde luego no me lo parece, y escribir un post comentándolas me ha parecido una pérdida de tiempo.

La cacería que se ha puesto en marcha contra Julian Assange, el creador de Wikileaks, es verdaderamente sobrecogedora. Se ve a la legua que Estados Unidos va a por él sin ningún miramiento, y hay gente como ese tal Tom Flanagan que no tiene el menor pudor en afirmar públicamente que debería ser asesinado. Incluso he leído opiniones que señalan que hay que restringir la libertad de información que ejerce Wikileaks porque pone en riesgo a determinadas personas. No sé si eso será así, pero  hay que decir que Wikileaks da a conocer información veraz y de interés público de fuentes cuyo anonimato lógicamente preserva. Wikileaks nos ha permitido ver cómo Estados Unidos no ha tenido ningún reparo a la hora de matar inocentes en Iraq (entren en la web y vean el vídeo). Los españoles hemos podido saber que la fiscalía, lejos de defender la legalidad, ha maniobrado para exonerar de responsabilidades penales a quienes mataron vilmente al cámara español de Telecinco, José Couso. Y muchas más cosas. ¿Cotilleos? Es un verdadero escándalo, pero lo más triste es comprobar que la gente ha perdido la capacidad de indignarse y de exigir responsabilidades. Es intolerable que nuestra justicia pueda ceder a las presiones de una potencia extranjera, sobre todo cuando se trata de hacer justicia a un ciudadano español. Lo mismo que aplaudo que “El Mundo” proporcione información que ayude a clarificar el 11-M, me parece digna de alabanza la atención que “El País” está prestando a las filtraciones de Wikileaks. Gracias, Julian.

viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Qué pasa con la música y los programas musicales?

No estoy muy al tanto de las últimas novedades musicales, pero tengo la impresión de que no aparecen grupos musicales ni intérpretes de verdadero talento en España. Quizá se hallen en recónditos lugares de You Tube, pero eso es lo llamativo, no alcanzan notoriedad. Es probable que todo se deba a la piratería, no lo sé, pero lo cierto es que brillan por su ausencia esos artistas que deberían tomar el relevo a los Rocío Jurado, Raphael, Dyango o, ahora que se retira, el gran Miguel Ríos, por citar sólo a algunos. Por otra parte, también llama poderosamente la atención que los programas musicales con actuaciones en directo hayan desaparecido de las televisiones en horario de máxima audiencia. No creo que haya relación entre una cosa y la otra. A la gente le sigue gustando la música; sin embargo, se carece de paciencia para ver un programa musical. Siempre hay un intérprete o una canción que te gusta menos y cuando eso sucede se suele sucumbir a la tentación de cambiar de canal, lo cual es un riesgo inasumible para los directores de la cadena en cuestión. Quizá esta sea la razón por la que los programas musicales han tenido que adoptar un formato de concurso “reality show”. Esa falta de paciencia para escuchar una canción hasta el final y ver relajadamente todo el programa me parece preocupante porque refleja el estrés con que vivimos. Ojalá pudiéramos volver a tener en pantalla programas como “Aplauso” y fuéramos capaces de sentarnos relajadamente para verlo y comentar las actuaciones en familia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Trinidad Jiménez hace el ridículo ante Pedro J.

Sólo he tenido ocasión de oír algún pasaje de la entrevista de Pedro J. a Trinidad Jiménez, y realmente se te cae el alma a los pies cuando escuchas a esta mujer y piensas que es nuestra Ministra de Asuntos Exteriores. Lo habitual cuando se comenta la actualidad política es utilizar argumentos que vas desarrollando para defender una determinada posición o para criticar o alabar la labor de un político. Con algunos miembros del gobierno actual se da la circunstancia de que huelgan los argumentos. Simplemente basta con ver cómo Jiménez es incapaz de ofrecer una explicación medianamente coherente y sensata para explicar la posición de España en el conflicto del Sahara. Nada menos que osó afirmar que la única información que puede dar por buena es la oficial, esto es, la que le proporciona Marruecos. Es absolutamente increíble. El gobierno marroquí impide el trabajo de los periodistas españoles por un decidido afán de transparencia, ¿no? Y, por supuesto, España no tiene ni un solo espía en Marruecos y en el Sahara para informar a la ministra. Ella prefiere quedar como una idiota aceptando la versión marroquí y contentando así a Marruecos. Si sólo quedara ella como una idiota... Pero es nuestra ministra, la jefa de la diplomacia española. En fin, ya les digo, mala, malísima señal es ocuparte de un tema político desde la evidencia de la más absoluta incompetencia.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Ponerse a pensar

El extraordinario poder de los medios de comunicación de masas, su desmesurada atención a asuntos banales y su frecuente sectarismo hace que en muchas ocasiones sea imposible saber qué está sucediendo realmente en muchos ámbitos. Es indispensable ante esta situación descubrir opiniones de personas veraces e independientes que mostrándonos diferentes parcelas de la realidad nos ayuden a orientarnos. Pero no son fáciles de hallar, y por ello suelo ser cauto antes de asumir una posición sobre un determinado asunto. Prefiero prestar atención a detalles de la vida cotidiana con los que tropiezo a diario, acumular datos y ponerme a pensar. Es sorprendente adónde se puede llegar pensando. A veces incluso se discrepa tan radicalmente con relación a la posición que domina en los medios de comunicación que uno tiende a creer que debe de estar equivocado y que probablemente le faltarán datos. Más de una vez he guardado  silencio ante un asunto y posteriormente me he dado cuenta de que en realidad lo había visto bien en su momento. Pensar siempre ha sido necesario, pero en estos tiempos proclives a la mistificación y a la propagación masiva de falsedades, resulta imperioso. A veces tengo la sensación de que desde que uno se levanta hasta que se acuesta ha de estar en guardia para evitar que le den gato por liebre. Así que mi consejo es acumular datos fiables, reflexionar poniéndolos en relación, utilizar la imaginación y, fundamental, posicionarse sin precipitarse, pero tampoco actuando con esa excesiva prevención que sólo conduce a un silencio estéril.

domingo, 7 de noviembre de 2010

El Papa no deja a nadie indiferente

El Papa ha recordado que Dios no es el enemigo de la libertad, y que Europa debe recuperar sus raíces cristianas. Efectivamente, Dios no sólo no es un obstáculo para la libertad, sino que es su fundamento. Tampoco la iglesia es hoy la enemiga de la libertad, aunque lo fuera en otros momentos de la historia. Algunos, sin embargo, creen que todo lo que sea proclamar algo como verdadero, como hace la iglesia al predicar el Evangelio, significa restringir la libertad humana. Son los que esperan que se dé carta blanca a la realización de sus deseos al tiempo que no están dispuestos a admitir ninguna crítica a su comportamiento. Incluso tengo la impresión de que les gustaría que el Papa bendijera públicamente su conducta, cosa que evidentemente no va a hacer, y eso hace que lejos de ser indiferentes al Papa y a los mensajes de la iglesia, sean beligerantes hasta un extremo soez. En la visita del Papa a Valencia ya se pudieron ver algunos (poquitos, eso sí) carteles con la leyenda “Yo no te espero”, absolutamente ridícula por la contradicción que encierra, ya que esperan a que llegue para decirle que no le esperan. Son incapaces de ser indiferentes ante el Papa, al igual que esas lesbianas que hemos visto por televisión con ocasión de la visita papal. No les bastaba con vivir su homosexualidad con normalidad, sino que tenían que besarse ostentosamente para mostrar su rechazo al Papa. Esa beligerancia contra la iglesia y su mensaje es precisamente una manifestación del veneno del laicismo –no confundir con laicidad- al que también se ha referido críticamente el Papa.  

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sobre la atonía de la sociedad española

La derrota de Obama en las legislativas ha hecho que se preste atención a la situación política estadounidense, y en especial al “Tea Party”. Al margen de sus reivindicaciones, se destaca el vigor de una sociedad que es capaz de poner en marcha este tipo de movimientos cívicos, lo cual contrasta con la atonía que muchos observan en la sociedad española. Es ciertamente alarmante la falta de espíritu crítico y la respuesta cachazuda de los españoles ante situaciones y medidas que deberían galvanizarla. Pero, ¿hasta qué punto se puede responsabilizar de ello a la sociedad española?

En el capítulo final del libro “La transición a la democracia”, su autor, Javier Tusell, realiza una reflexión sobre la democracia española que comparto plenamente. Tras destacar el consenso que presidió la transición, Tusell observa que dicho consenso fue un logro de la clase política, y se practicó “desde arriba”, es decir, “lo que ha sucedido es que la movilización popular ha sido limitada y aun decreciente. Es cierto que se han evitado los temas conflictivos, pero, de esa manera, si se ha dado estabilidad a la política nacional, también se la ha privado del componente popular que una democracia debe tener siempre. Una movilización política escasa siempre será un inconveniente grave en un sistema democrático”. Y, más adelante, añade otro defecto de la democracia española: “El afán de la clase política por lograr una democracia estable se tradujo en una serie de medidas cautelares que creaban una especie de tutela sobre la ciudadanía española. En toda la obra legislativa de la transición, especialmente en aquella a la que se llegó mediante consenso, se aprecia un temor a la repetición de la experiencia de la guerra civil. De aquí que el régimen parlamentario, la ley electoral, la estabilidad gubernamental, la vida interna de los partidos o las relaciones entre los poderes permanezcan encorsetados en unas fórmulas que todavía contribuyen a alejar más de la savia popular a un sistema político que la necesita. Un cuarto de siglo después de la aprobación de la Constitución, el peligro de la democracia española era mucho más el cáncer del escepticismo que el infarto de un golpe de Estado”.

No puedo estar más de acuerdo. La dificultad para intervenir directamente en la vida política, que efectivamente nos ha privado de una verdadera democracia de calidad, está generando un profundo desencanto entre los ciudadanos, y ha favorecido su alejamiento de la política. Criticar la atonía de la sociedad española es en cierta medida injusto porque desde la transición ha visto obturada la posibilidad de cambiar efectivamente el rumbo de la política. A la sociedad española sólo le queda la posibilidad de reaccionar con espasmos de rabia, como sucedió con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Y es curioso comprobar que estos espasmos apenas se producen, a diferencia de lo que sucede con nuestros vecinos franceses que ya ven cómo han reaccionado cuando les han insinuado que se iban a jubilar a los 65 años. La sociedad española a lo largo de la historia ha sido bastante más sensata que sus políticos, y lo mismo cabría decir en la actualidad. ¿Acaso la mayoría de los españoles aceptamos de buen grado la desigualdad que está provocando el desarrollo del Estado de las Autonomías? Evidentemente no, pero, como vengo señalando en el blog, no hay forma de que se respete la voluntad de la mayoría cuando gobernantes carentes de escrúpulos y patriotismo son capaces de sacrificar el interés general para asegurarse el poder. La sociedad española está desmoralizada en sentido riguroso, ha perdido valores y capacidad crítica, pero también hay que reconocer que su atonía se debe en buena medida a que la hipertrofia estatal y, sobre todo, el secuestro de la democracia por los partidos políticos desalienta iniciativas ciudadanas encaminadas a lograr un cambio político al estilo del "Tea Party" de EE.UU.

domingo, 24 de octubre de 2010

Un gobierno para crispar

Hay tantos motivos para estar harto de Zetapé que intentar jerarquizarlos puede parecer una bobada. No obstante, yo destacaría la frase que le oímos “off the record” en la entrevista con el amigacho Gabilondo en la campaña electoral de 2008. Gravísima en el fondo y a su vez absolutamente reveladora de la catadura moral del personaje. “Nos conviene que haya crispación”, dijo Zetapé. Lógicamente con esa crispación quería mantener bien activo a su electorado para que llegado el momento fuera a votar contra el PP.

A nadie puede sorprender, pues, que ahora que las encuestas reflejan que ha entrado en barrena y que muchos le van a dar la espalda, salvo Concha Velasco y alguno de esos cretinos que votan a los partidos políticos por costumbre o siglas, cambie de gobierno y le dé el mando a Rubalcaba, meta a la Pajín y Jaúregui, y refuerce a Blanco. Se ha repetido mucho eso de que es un gobierno con un perfil marcadamente político. Eso significa en el mundillo de la lucha partidista por el poder sencillamente una especial habilidad para ensalzar tus virtudes y demonizar al adversario por la razón más peregrina. En definitiva, Zetapé apuesta por crispar el ambiente porque sabe que tiene que asustar a sus posibles votantes con el “que vienen los carcas, fachas y retrógrados del PP”. La vieja estrategia que desde el 93 ha utilizado el PSOE. Como aperitivo, ya ven que matraca hemos tenido que aguantar esta semana con los “morritos” de Leire Pajín. Se ha hablado más de los morritos que de que la mami de la flamante Ministra de Sanidad –toda una demostración del subterráneo nivel de muchos de estos políticos de alcantarilla- y sus comilitones socialistas de Benidorm se han pasado el pacto antitransfugismo por el arco de triunfo.

El desastre del gobierno socialista ha sido tan monumental que veo imposible que remonten y ganen las elecciones, pero irán a por todas sin reparar en nada. Ya han visto que han ido a negociar con el PNV desnudos de cintura para abajo. De ahora en adelante, con Rubalcaba de timonel, podemos ver cualquier cosa.

domingo, 17 de octubre de 2010

Las declaraciones de Merkel sobre el fracaso de la sociedad multicultural

La prensa de hoy recoge las declaraciones de Angela Merkel sobre el fracaso de la sociedad multicultural en Alemania. Conviene citar algunas de las frases literales que se le atribuyen: “A principios de los años sesenta nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar, en algún momento se irán'. Pero esto no es así". “Y, por supuesto, esta perspectiva de una [sociedad] multicultural, de vivir juntos y disfrutar del otro (...) ha fracasado, fracasado totalmente”. Finalmente, Merkel aludió al escaso interés de los inmigrantes por integrarse sentenciando que “quien no aprenda inmediatamente alemán, no es bienvenido”.

Cuando leí el titular esperaba hallar una reflexión seria y profunda sobre un problema de tal calibre, pero la verdad es que lo dicho por Merkel es un cúmulo de contradicciones. Es evidente que el problema al que se refiere Merkel radica en la falta de integración de los extranjeros -fundamentalmente los musulmanes turcos-, pues siguen viviendo según sus costumbres y al margen de los alemanes. Vamos, más o menos lo que hacen los ingleses en la costa del sol. Por ello resulta curioso que Merkel hable del fracaso de la sociedad multicultural y aluda a la resistencia a integrarse de los inmigrantes, ya que una sociedad multicultural es aquella que permite la convivencia de varias culturas en el marco del respeto a unos valores comunes. Si los turcos –o los ingleses en Marbella y Benidorm- respetando la libertad de los demás desean seguir viviendo como musulmanes turcos no se puede decir que la multiculturalidad haya fracasado.

El verdadero problema no es el fracaso de la sociedad multicultural en Alemania, sino el temor a que la sociedad multicultural haga que Alemania pierda su identidad. Y lo mismo temen muchos franceses, holandeses, etc. Por consiguiente, la cuestión es cuánto liberalismo estamos dispuestos a admitir. Hay muchas personas que proclaman su liberalismo a los cuatro vientos, pero cuando esa libertad sirve para que cada vez se construyan más mezquitas en Europa –más de uno se estremecería al conocer el número de mezquitas de Rótterdam, ciudad con alcalde marroquí- se echan a temblar y critican que los musulmanes no se integren. No sé si será el caso de Merkel, pero es el momento de hablar claro y de llamar a las cosas por su nombre. El fundamento de las naciones europeas es mucho más complejo que unos valores democráticos y liberales que actúan como un mínimo común. Muchos se opusieron a que se citaran las raíces cristianas de Europa en el proyecto de Constitución europea, pero lo que es evidente es que no podemos construir nuestra convivencia sobre la base de un respeto a todas las identidades y sensibilidades que respeten ese mínimo común, y más tarde quejarnos de que quizá se pierda nuestra identidad. ¿En qué quedamos? ¿Las naciones europeas tienen o no tienen identidad? Y si la tienen, ¿en qué se funda dicha identidad? Quizá Merkel no se atreva a decirlo, pero lo cierto es muchos alemanes lamentan no sólo ver que los turcos u otros inmigrantes no se esfuerzan por aprender alemán, sino que les preocupa que gente de piel oscura y aspecto extraño colonice los barrios de sus ciudades hasta hacerles pensar que no están en Alemania.

Sí, el multiculturalismo aspiraba a que la pertenencia a una comunidad no tuviera una base étnica, pero lo cierto es que a la gente común esto no le resulta tan sencillo como a intelectuales como Habermas. Pero entérese la señora Merkel y todo el mundo: ya no importa si a los inmigrantes que han llegado a Europa les cuesta integrarse o no. Tampoco tiene sentido reivindicar una identidad de orden étnico. No. Mientras Europa permanezca impasible ante su suicidio demográfico todo esto son discusiones baldías, porque constituye una certeza matemática que necesitaremos inmigrantes. Y países como Alemania no tienen fácil elegir.

martes, 12 de octubre de 2010

"Açó es educació i es per a tu"

Así reza uno de los eslóganes de la campaña de publicidad institucional de la Generalitat Valenciana. El que titula el post lo vi en un colegio recién inaugurado en Elche. En un ambulatorio colgaba otro que decía “Açó es atenció i es per a tu”. Al verlos volví una vez más a reflexionar sobre la idea que expuse en la entrada titulada “la interpretación de lo común” que publiqué hace pocos meses. Es tremendamente significativo que para “vender” obras o servicios públicos se apele al beneficio individual. Muy probablemente el responsable de la campaña publicitaria se da cuenta de que en España la gente percibe mucho más claramente el valor de algo que le afecta individualmente, particularmente, antes que algo de lo que se puede beneficiar por ser común. Dado que para la mayoría lo común se interpreta como una prolongación de lo privado, el publicista acierta –desde el punto de vista del marketing- al mostrar al ciudadano que ese servicio o ese colegio le va a beneficiar personalmente. Ahora bien, no nos engañemos, cuando nos quejamos de que en España muchos servicios y prestaciones públicas distan bastante del nivel de los países más desarrollados, deberíamos darnos cuenta de que, al margen de la mejora de la situación económica, el primer paso es revalorizar el significado de lo común.  

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sobre la huelga general

Me pide el amigo Lanzas un comentario de la huelga general del pasado 29 de septiembre desde la perspectiva de los derechos fundamentales. Adelante, pues, con el comentario, pero no satisfaré sus deseos completamente, pues prefiero centrarme en la vertiente política que en la jurídica, ya que es evidente que el derecho a la huelga no ampara la coacción, y por consiguiente todas las acciones de este tipo llevadas a cabo por piquetes son inadmisibles.

El pasado viernes Juan Manuel de Prada dedicó su programa “Lágrimas en la lluvia”, que se emite en Intereconomía los viernes a las 22.00, a los sindicatos. La película que sirvió para introducir el tema de debate fue “Las uvas de la ira”, de John Ford, un auténtico peliculón dicho sea de paso. De Prada introdujo el tema de manera correctísima (le aconsejaría que vigilara el tono y los gestos, que resulta un tanto pedante, así como el excesivo recurso a cambiar la cámara que le enfoca), y comparto plenamente sus puntos de vista. Hizo hincapié en la dimensión social del ser humano, que en las relaciones laborales se manifiesta en la agrupación profesional para preservar el correcto desempeño de la profesión y en la defensa de sus intereses, siempre subordinados al bien común. Cuando los sindicatos responden a esos fines y no se ponen al servicio de los partidos políticos, su labor no sólo es lícita, sino absolutamente necesaria. El problema es que en España UGT y CC.OO están absolutamente desprestigiados porque han sido tolerantes hasta la nausea con un gobierno que ha machacado a los trabajadores generando unas cifras de paro que nos han devuelto a los peores tiempos del felipismo. Por ello, cuando han convocado la huelga general mucha gente les ha dado la espalda. “A buenas horas”, ha pensado la mayoría. No obstante, políticamente la huelga ha hecho daño a Zapatero. Hasta hace pocos meses todavía era visto con simpatía por una parte del electorado de izquierdas, pero con el tijeretazo y la reforma laboral Zapatero se ha suicidado políticamente.

Lo importante no es la huelga, sino la reforma laboral que la ha provocado. En su día, cuando apareció el primer borrador de la reforma, publiqué un post indicando por dónde iban los tiros. Es evidente, aunque se quiera camuflar, que la reforma laboral abarata el despido, al extender los supuestos de despido objetivo, y judicializa todavía más las relaciones laborales. En el blog he escrito sobre las medidas estructurales que necesita España para superar la crisis. Entre ellas incluía una reforma laboral, pero ni mucho menos pienso que lo más importante sea el abaratamiento del despido a través de la extensión de las causas de despido objetivo. Es curioso, pero hace dos años Zapatero defendió su ley de economía sostenible afirmando en el Congreso de los Diputados que mucho más importante que una reforma de la legislación laboral es cambiar el tipo de trabajo que se realiza en España. Probablemente le habría escrito el discurso el asesor de turno y había acertado de pleno sin saberlo. En efecto, es prioritario cambiar cuestiones que afectan decisivamente al trabajo sin recortar los derechos de los trabajadores. Además de fomentar una economía que potencie determinados sectores productivos, a mi juicio urge replantear todo lo relativo a fiestas, horario laboral y horario de las vacaciones escolares. Asimismo, es fundamental facilitar el trabajo a tiempo parcial, y otras medidas que podríamos importar de Alemania, como alternativa al despido. En definitiva, era posible y deseable una reforma que beneficiara al empresario sin perjudicar al trabajador. Sin embargo, Zapatero con esta reforma ha abierto la veda a los despidos por causas supuestamente objetivas –que se ventilarán ante el juez-, y en consecuencia ha recortado los derechos de los trabajadores. Ayer mismo el telediario informaba de que una empresa vasca se va a acoger a la reforma laboral para despedir a prácticamente todos sus trabajadores. Ahí lo tienen. La huelga no estaba justificada, estaba justificadísima, pero los sindicatos con su pasividad hasta la fecha perdieron toda credibilidad.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Otra cesión al chantaje del PNV

Una vez más asistimos a la cesión del PSOE zapateril al chantaje del PNV con el fin de aprobar los presupuestos y mantenerse en el poder. Es una vergüenza, algo indigno y bochornoso que pone de manifiesto una vez más el fracaso de un sistema político que deja en manos de partidos antiespañoles la gobernabilidad de la nación. Llueve sobre mojado, lo sé, pero tantas veces como ocurra seguiré denunciándolo.  

viernes, 17 de septiembre de 2010

Una polémica sobre las políticas de ayuda a la familia

Ayer asistí a la conferencia que impartió una colega, Paloma Durán, profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Complutense, en el curso de verano “El futuro del Estado del Bienestar” que se está celebrando en mi Universidad -la Universidad Miguel Hernández de Elche- estos días, y en el que participan, entre otros, Miguel Arias Cañete, José María Fidalgo, Gotzone Mora o Vicente Martínez-Pujalte. La conferencia se centró en las políticas de apoyo a la familia, y la tesis central de Paloma fue que no basta con ayudas económicas puntuales, sino que es necesario examinar primeramente cuál es la situación de las familias, es decir, hacer un diagnóstico para comprender sus principales dificultades, y a partir de ahí actuar de manera coordinada en todos aquellos terrenos que le puedan afectar. Naturalmente es imposible no compartir esta opinión.

El lector del blog conoce mi preocupación por la baja natalidad, problema que como es natural está estrechamente ligado a la familia (aconsejo la lectura de los post dedicados a la soltería publicados en mayo de 2007). Por esta razón, cuando Paloma concluyó su intervención y se abrió un turno de preguntas, pedí la palabra y señalé que sin duda son muy importantes las ayudas a la familia, pero que lo verdaderamente decisivo es que exista el deseo de formar una venciendo cualquier dificultad. Un matrimonio de gitanos o de musulmanes en España se encuentra con las mismas o más dificultades para sacar a sus hijos adelante, pero no renuncia a tener hijos y formar una familia. No me referí a este caso, sino que aludí al fenómeno de los “singles”, esas personas que optan por permanecer solteras para vivir una vida más cómoda, libre de ataduras. Su aumento es inquietante, y mucho más lo es que la sociedad acepte con naturalidad esta forma de entender la vida que es gravísimamente antisocial. Por ello le pregunté a Paloma Durán si en las instituciones en las que ella ha trabajado en defensa de la familia se ha estudiado este fenómeno y cómo se valora. En su respuesta vino a decir que los poderes públicos ante todo deben respetar la libertad individual, así que nada hay que objetar a que alguien desee permanecer soltero. Esta respuesta me sorprendió porque refleja una curiosa manera de entender las políticas públicas, y especialmente la política de protección a la familia.

No se trata de cercenar la libertad de nadie, pero es evidente que toda política pública se orienta a lograr un estado de cosas o un comportamiento ciudadano que en opinión de quien dirige la política en cuestión contribuye al bien común. Me parece absolutamente evidente que la defensa de la familia consiste en promover un estado de cosas y unos comportamientos que favorezcan la institución familiar desde la premisa insoslayable del respeto a la libertad individual. Por ello una política de defensa de la familia no puede ser indiferente ante el creciente número de divorcios, la preferencia por mantenerse soltero y sin compromiso, o el rechazo de la fecundidad que se observa en muchos matrimonios, pues además no se debe olvidar que la protección social de la familia constituye uno de los principios rectores de la política social y económica, tal como establece el art. 39.1 de nuestra Constitución. Habrá que respetar a quienes actúen de ese modo, pues cada cual puede vivir como le plazca, pero una política de defensa de la familia deberá buscar fórmulas para evitar que esos comportamientos radicalmente contrarios a la familia y por extensión al bien común se generalicen. ¿Cómo? Precisamente ese era el debate que yo pretendía abrir cuando formulé mi pregunta.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La difícil papeleta del votante valenciano

Los valencianos nos enfrentamos en las próximas elecciones autonómicas a una situación verdaderamente complicada. El comportamiento del PP frente a los escándalos de corrupción que aparecen en los periódicos es sencillamente vergonzoso e inaceptable. Todo indicio de corrupción debe ser investigado a fondo para depurar responsabilidades. En lugar de actuar así, los dirigentes del PP en la Comunidad Valenciana optan por decir que todo son mentiras o un montaje. Increíble. Urge una refundación del partido en la Comunidad que borre del mapa a los actuales dirigentes. ¿No se dan cuenta de en qué tesitura están dejando a sus votantes? ¿Cómo se puede seguir apoyando a un partido que diariamente está saliendo en los medios de comunicación por escándalos de corrupción y no actúa en consecuencia? Pero pensar en un gobierno del PSPV en la Comunidad Valenciana realmente produce urticaria. ¿Qué se puede esperar de un partido que no se ha caracterizado precisamente por defender muchas de las justas reivindicaciones de los valencianos, y que todavía mantiene su espíritu pancatalanista, tal como acredita su propia denominación? Camps sabe que no es que el PSPV no sume apoyos, sino que incluso genera rechazo entre buena parte de los valencianos, y juega esa baza ad nauseam. Pues yo desde luego no tengo ninguna intención de ir a votar con pinza en la nariz.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Una reflexión ante el comunicado de ETA

El comunicado de de ETA no debería suscitar demasiado interés a la vista de su contenido y de la trayectoria de esta banda de asesinos. Habría que dedicarles pocas líneas y sencillamente perseverar en la lucha contra la banda terrorista. Sin embargo, la actitud del gobierno de Zapatero en la anterior declaración de cese parcial de la actividad terrorista me hace desconfiar de cuáles sean sus verdaderas intenciones. Creo que sigue habiendo contactos, eso es evidente, y dichos contactos podrían ser interpretados como parte de un proceso negociador, que es la tesis de Mayor Oreja, cuya valentía a la hora de salir a la palestra y decir aquello que ni al gobierno ni a su partido les gustaba escuchar es digna de encomio.

Los artículos de opinión que he leído comentando el comunicado etarra no me han parecido demasiado interesantes, salvo uno. Se titula “El análisis de ETA”, y lo firma en Libertad Digital el GEES (Grupo de Estudios Estratégicos). De su contenido destacaría una idea que comparto plenamente y que puede resumirse en el siguiente texto del citado artículo:

El análisis histórico que hace ETA es el mismo que ya hizo en 2004, y que plasmó la izquierda abertzale en su Declaración de Anoeta. La llegada de Zapatero al poder en marzo de 2004 supuso el fin del consenso entre las fuerzas nacionales respecto a la unidad de España. Esta ruptura del orden constitucional –cuya máxima expresión es el nuevo estatuto catalán– desde el propio Estado es, para ETA, la demostración final de que treinta años después los hechos han terminado por darle la razón. La argumentación de ETA es lo que no hay que perder de vista, porque constituye la clave de sus relaciones con el Gobierno: para la banda, el Estado está desde 2004 reconociendo que el orden autonómico es un fracaso, y este reconocimiento, impulsado por Zapatero es lo que lleva a éste a sentarse con ETA a diseñar un nuevo orden político en el País Vasco”.

No puedo estar más de acuerdo. Todo el proceso de reforma encubierta de la Constitución que puso en marcha Zapatero con la aprobación del Estatut catalán rompía definitivamente con la Transición, y ello supuso un enorme balón de oxígeno a ETA. Si los acuerdos de la Transición plasmados en la Constitución pasaban a ser una estación en el camino hacia mayores cotas de autogobierno -como ha reconocido Zapatero a través de su política-, se justificaba más que nunca abrir un debate en el que se reconociera incluso el derecho de autodeterminación para acabar con el "conflicto" y poner fin a la violencia. Es capital comprender el vínculo que existe entre el proceso abierto con el Estatuto catalán y la actitud de ETA tratando de abrir una negociación para obtener réditos políticos. Precisamente en 2006, justo después de que ETA declarase el cese de su actividad que estaba esperando Zapatero, un servidor publicó en el periódico Las Provincias un artículo titulado “ETA y el Estatuto catalán” que transcribo hoy aquí para los lectores del blog.

"ETA y el Estatuto catalán

Por Tomás de Domingo Pérez

Lamento tener que presentarme ante ustedes como un aguafiestas, pero no comparto esa sensación de euforia que, según algunos líderes de opinión, debería embargarnos a los españoles ante la declaración de ETA. La alegría que me produce el cese de parte de la actividad terrorista no se traduce en optimismo. Es evidente que la decisión de ETA está ligada a la apertura de un proceso de negociación política con un objetivo sobradamente conocido: el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo vasco como paso previo para lograr la independencia. Ojalá me equivoque, pero tratándose de ETA es muy posible que retome su actividad en cuanto no se acceda a sus pretensiones.

Por lo que respecta a ese proceso que se pretende abrir, no veo inconveniente en que los partidos políticos discutan sobre la autodeterminación o la independencia del País Vasco. En una democracia, un partido político puede hablar de lo que quiera, siempre que no engañe a su electorado y no comprometa decisiones que no le compete adoptar. Si un partido está dispuesto a aceptar el derecho de autodeterminación del pueblo vasco, que lo exponga y que, dado que esta posibilidad no cabe en nuestra Constitución, proponga su reforma e intente convencer de sus bondades a los españoles, que son quienes deben aprobarla. Lo que resulta una grave irresponsabilidad –por no utilizar términos más gruesos- es introducir reformas estatutarias de más que dudosa constitucionalidad para contentar a los nacionalistas, y dejar que el peso de la decisión final del proceso recaiga sobre el Tribunal Constitucional. Justo lo que acaba de suceder con el Estatuto catalán.

Se ha hablado bastante del reconocimiento de Cataluña como nación que se realiza en el Preámbulo del Estatuto. Concretamente, se establece que “El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación. La Constitución Española, reconoce la realidad nacional de Cataluña como nacionalidad”. Obsérvese que las Cortes Generales no afirman que Cataluña sea una nación; se abstienen de realizar tal juicio, y simplemente constatan la declaración del Parlamento catalán. Por lo tanto, la constitucionalidad de la fórmula dependerá de si el Tribunal Constitucional, permítanme la frivolidad, aplica el dicho popular “el que calla, otorga”. Mucho me temo que así sucede, máxime cuando, en el segundo inciso del citado texto, se indica que el concepto de nacionalidad implica el reconocimiento de una realidad nacional, es decir, de una nación.

Esa abstención del juicio sobre la definición de Cataluña como nación debería avergonzar a buena parte de sus señorías. Si los diputados del Parlamento catalán tienen claro que Cataluña es una nación, se supone que mucho más lo deberían tener nuestros representantes en el Parlamento nacional por lo que respecta a España. Por eso, ante una declaración incompatible con la condición nacional de España, las Cortes Generales no pueden obviar la cuestión renunciando a entrar en valoraciones, sino que tienen la obligación de defender la Constitución y, por tanto, la Nación española, que constituye su fundamento.

Pero si este párrafo del Preámbulo, el más comentado en los medios de comunicación, es extremadamente problemático, el que viene a continuación tampoco tiene desperdicio: “En ejercicio del derecho inalienable de Cataluña al autogobierno, los Parlamentarios catalanes proponen, la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados acuerda, las Cortes Generales aprueban y el pueblo de Cataluña ratifica el presente Estatuto”. Se está afirmando que el derecho de Cataluña al autogobierno es nada menos que inalienable. Ciertamente, esta expresión es la misma que figura en el vigente Estatuto catalán de 1979; sin embargo, la consagración de la realidad nacional de Cataluña le otorga una nueva dimensión.

Lo inalienable es aquello que no se puede enajenar. De ahí a hablar de un derecho perpetuo hay un paso; y fíjense ustedes que los dos rasgos tradicionales del poder soberano, en la definición clásica de Bodino, consisten precisamente en su carácter perpetuo y absoluto. Naturalmente, no es baladí, y los nacionalistas son plenamente conscientes de ello, que el derecho inalienable al autogobierno se refiera en el nuevo Estatuto a una nación, pues con ello se dispone del apoyo teórico necesario para reclamar justificadamente el derecho de autodeterminación. La Comisión Constitucional no parece haber reparado –lo que resulta gravísimo- en que los contenidos del Estatuto vigente que se mantienen en el nuevo texto no son constitucionales “per se”, sino que su constitucionalidad depende del resultado de su interpretación conjunta con los nuevos contenidos que se incorporan.

Finalmente, ante la proclamación de la realidad nacional de Cataluña y el reconocimiento de su derecho inalienable al autogobierno no puede sorprender que el nuevo marco político que inaugura el Estatuto incluya, entre otros, los principios de lealtad institucional entre el Estado y la Generalitat catalana, y de bilateralidad. Así lo contempla el art. 3: “Las relaciones de la Generalitat con el Estado se fundamentan en el principio de la lealtad institucional mutua y se rigen por el principio general según el cual la Generalitat es Estado, por el principio de autonomía, por el de bilateralidad y también por el de multilateralidad”.

La papeleta que tiene por delante el Tribunal Constitucional es de órdago y desde luego va a comprometer su prestigio. Es evidente que el proceso que ha culminado con el Estatuto catalán no ha contribuido precisamente a fortalecer la Nación española, por mucho que el Gobierno intente convencer a la opinión pública de lo contrario. Si ETA quiere apuntarse a otro proceso de este estilo no hay que ser un lince para suponer que se debe a que la actual coyuntura política hace posible que en el País Vasco, al igual que en Cataluña, se apruebe un Estatuto, con la aquiescencia de las Cortes Generales, que consagre la nación vasca y su derecho inalienable al autogobierno: el pilar teórico de la autodeterminación. Esto es lo que acaba de aprobar la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados mientras muchos españoles reciben jubilosos el mensaje oficial de que ETA ha abierto una puerta a la esperanza".

sábado, 28 de agosto de 2010

"Master and Commander"

Las películas de Peter Weir que he visto me parecen excelentes. Concretamente “Dead poets society”, que vi por primera vez hace nada menos que veinte años cuando la estrenaban en un cine de Washington, “El show de Truman”, y finalmente la protagonista de este post, “Master and Commander”. Se podrían comentar muchas cosas de esta película que narra las aventuras de un barco de guerra inglés –el Surprise- a principios del siglo XIX. Yo destacaría el tratamiento que la película da a la cuestión del ejercicio del mando sobre un grupo humano en circunstancias difíciles e incluso extremas, y sobre todo el personaje de Lord Blakeney, el jovencísimo –un niño- guardamarina del grupo de oficiales del barco de guerra.

Weir logra algo dificilísimo. Oficiales y marineros saben que Lord Blakeney es un niño, pero al mismo tiempo le tratan como a un adulto, y eso hace que él se comporte virilmente en los momentos más difíciles –cuando le amputan un brazo o cuando tiene que entrar en combate-. Hay una escena extraordinaria. Se trata de una cena de los oficiales en la que se bebe y se cantan canciones. Ahí está el niño Lord Blakeney completamente bolinga, copa en mano, tratando de mantener la compostura al lado del resto cuando se ve que está necesitando que venga su madre para llevarlo a la cama y acostarlo. Realmente fantástico. Viendo esta escena pensé en la educación de los niños, en la importancia que tiene seguir siendo nosotros mismos a la hora de comportarnos o de mantener una conversación. Hoy es normal lo contrario: padres que se infantilizan para conectar con sus hijos pensando que ellos se lo agradecerán. Es un grave error. Los padres deben ser fieles a su generación y a sus ideas para servir de modelos a sus hijos, aunque eso no debe impedir tender puentes con ellos tratando de comprender su perspectiva.

lunes, 23 de agosto de 2010

Sobre la obediencia (para combatir la apatía de Melquiades)

Este fin de semana los mossos de escuadra han reprimido en Barcelona una manifestación de exaltación a una etarra. Debería estar acostumbrado, pero no deja de sorprenderme ver a todos estos chavales con estética de vagabundo progre que acuden a ensalzar a alguien que forma parte de una banda de asesinos. ¿Cómo es posible que buena parte de la juventud del País Vasco y Cataluña siga siendo seducida por ETA? La respuesta fácil, y cierta sin duda, es explicar este fenómeno señalando que la educación está en manos de los nacionalistas, de tal forma que los niños aprenden una historia basada en burdas manipulaciones que si no se remedia por los padres les conduce a odiar a España, y a luchar por la liberación de pueblos supuestamente oprimidos. Sigo pensando, sin embargo, que es necesaria una reflexión mucho más profunda para entender este fenómeno.

Llama la atención que el entorno de ETA crea verdaderamente que ellos son los auténticos demócratas. No en vano siempre han denominado a su propuesta de paz para el País Vasco “Alternativa Democrática”. Sería un error pensar que es una burda y grotesca manipulación del lenguaje de la que son verdaderamente conscientes. En absoluto. Ellos creen realmente que su propuesta es auténticamente democrática, porque solicitan el derecho a la autodeterminación de lo que a su juicio constituyen los territorios propios del pueblo vasco. Autodeterminación, libertad, derecho a decidir de todos y cada uno de los vascos. En definitiva, autonomía individual, el pilar de la ética kantiana, el valor sagrado de la modernidad y el bastión del liberalismo (sé que algún lector protestará diciendo que ETA niega la libertad de los que no piensan como ellos, es decir, que es lo más contrario a la libertad que puede existir. Lo sé, pero tratemos de seguir su línea de pensamiento y obtendremos mayor fruto).

La autonomía es el gran objetivo de las sociedades modernas, y por consiguiente supone el mayor bien a la hora de organizar la vida colectiva. Una sociedad que potencie la autonomía, el libre desarrollo de la personalidad, será una sociedad más abierta, mejor en definitiva. Lo detestable es la heteronomía, que representa la presencia de normas dictadas por otros. Y aquí nos topamos con el grueso del problema: la resistencia a obedecer voluntad que no sea la nuestra. Obediencia sí, siempre que nos obedezcamos de alguna forma a nosotros mismos. Obedecer a otro es por tanto inaceptable. Bien mirado la modernidad constituyó desde sus inicios un gigantesco ejercicio de desobediencia, pero desarrollar esta idea nos desviaría de la cuestión.

La desobediencia alcanza hoy su máxima expresión, y la juventud es desobediente en extremo. Pero obedecer a quién y por qué. La obediencia nunca puede ser ciega, y son precisamente estos ejemplos –singularmente graves en el caso de la Alemania nazi- los que suelen esgrimirse para denigrar la actitud del obediente. Por eso es importante observar la diferencia que existe entre obedecer en conciencia y poner siempre todo en tela de juicio. Suele ser habitual señalar la adquisición de un espíritu crítico como uno de los objetivos de la educación. Al parecer los estudiantes deberían ser capaces de no aceptar nada que no hayan descubierto por ellos mismos. Sin duda esta disposición, genuinamente filosófica, debe estar presente en todo estudiante, pero yo añadiría un matiz de suma importancia: se trata de una capacidad potencial, es decir, el estudiante siempre debe poder estar en disposición de analizar por sí mismo cualquier problema, mandato o consejo. Sería un error sin embargo actualizar constantemente esa potencia hasta el extremo de desconfiar de la autoridad del maestro o del experto. Pondré algún ejemplo. Siempre podemos poner en tela de juicio el consejo del médico, pero hacerlo continuamente –y hoy es posible por la enorme información que proporciona internet- no es lo más adecuado. Muchas veces es necesario confiar y obedecer. Otro ejemplo. ¿Recuerdan la película “Karate Kid”? Es una película tremendamente interesante, y extremadamente oportuna para ilustrar el tema que nos ocupa. Cuando el señor Miyagui acepta enseñar karate a Daniel-san, le propone un pacto sagrado: él promete enseñar y Daniel-san debe prometer aprender. A partir de este momento tiene que existir una relación de confianza mutua que en el caso de Daniel exige obedecer sin hacer excesivas preguntas. De ahí que sea un maravilloso ejemplo, incomprensible para las actuales modas educativas, la primera lección del señor Miyagui, que consiste en hacerle lavar coches y pintar vallas para acostumbrarlo a un determinado movimiento de los brazos. Daniel-san, sorprendido, obedece sin comprender qué tiene que ver el karate con la limpieza de coches o con darle una mano de pintura a las vallas del señor Miyagui. Al final, cosa normal en un chaval, se harta y el señor Miyagui le muestra el sentido que inspiraba aquellas tareas.

Sí, confianza y obediencia son todavía buenas recetas en un mundo que nos exige mirar todo con nuestros propios ojos y ser únicos, individuales y autónomos. ¿Se dan cuenta lo terrible que sería el mundo si no pudiéramos confiar y obedecer a alguien que nos quiere bien o que sabe realmente qué es lo que nos conviene? Pretenden que nos movamos en la disyuntiva de la desobediencia resabiada y de la obediencia ciega. Urge un término medio que recupere el valor de la obediencia dócil, confiada y despierta a quien la merece. Pero para ello son necesarias muchas cosas de las que carecemos. En primer lugar, cuando se habla de recuperar la autoridad suele verse en ello un regreso a la capacidad para imponer coercitivamente el orden. En realidad lo fundamental de la autoridad es la aureola de prestigio que inviste a quien la posee. La persona con autoridad merece nuestra confianza y llegado el caso puede reclamar justamente obediencia. Si no se reconoce la autoridad el resultado natural es la desobediencia. En segundo lugar es imprescindible recuperar la humildad. Quien carece de humildad siempre hallará dificultad para reconocer la autoridad, y por tanto para obedecer y aprender. Precisamente uno de los más graves problemas de nuestra sociedad radica en la manera en que suele denigrar al humilde. Triunfar exige hacerse notar, aunque sea de la manera más estrafalaria y bochornosa.

Llegamos, pues, a una conclusión que quizá resulte sorprendente para algunos. El problema de los cachorros de ETA no es tanto lo que se les enseña como un problema de fondo gravísimo: ellos, como tantos otros jóvenes, están instalados cómodamente en una actitud decididamente desobediente, y es esta actitud lo que puede convertirles en fanáticos capaces de asesinar. Antaño se elogiaba la actitud de un niño diciendo que era muy obediente. Quizá convenga recordarlo.

sábado, 14 de agosto de 2010

Una mezquita en la zona cero de Nueva York

La iniciativa de construir una mezquita en las inmediaciones de la zona cero de Nueva York ha generado una comprensible e interesante polémica entre quienes se oponen radicalmente –Sarah Palin, por ejemplo-, y quienes como Obama consideran que es una manifestación del ejercicio a la libertad religiosa que no se puede prohibir. Los lectores de este blog saben que he defendido el uso del velo islámico en los colegios, así que probablemente imaginarán que voy a defender la postura de Obama. No se precipiten en sus juicios porque el problema que se presenta en este caso no se puede resolver únicamente desde una perspectiva jurídica, que por cierto nunca es suficiente para analizar correctamente un problema social.

La base de la convivencia se halla en el respeto a los demás. Ello exige muchas cosas, pero me parece que es difícil respetar aquello que no se aprecia. El mandamiento cristiano de amar al prójimo facilitaría al máximo una convivencia armoniosa si realmente se practicara efectivamente. No pongamos el listón tan alto. Me conformo con un cierto aprecio o estima por los demás que se debe traducir en algo tan sencillo y a la vez tan complejo como evitar causar a los demás ofensa o daño. En los modernos Estados de Derecho se protege a las personas del daño ajeno causado en sus derechos, pero hay ofensas que no afectan a derecho alguno y que sin embargo pueden repercutir muy negativamente en la convivencia. En el caso del velo islámico en los colegios defendí el derecho a utilizar el velo, pues entendía que aquí la perspectiva jurídica era claramente la dominante. Se trata de un ejercicio del derecho a la libertad religiosa que no daña ni ofende a nadie. El daño consiste en su negación. ¿Tienen derecho los musulmanes a edificar una mezquita en las inmediaciones de la zona cero? Sí, tienen derecho. Ahora bien, la comunidad musulmana debería ser consciente de lo inapropiado de ese emplazamiento. Miles de personas fueron asesinadas a manos del fundamentalismo islámico, y es humanamente comprensible que muchas de las víctimas no sientan simpatía hacia esta religión. No ser capaz de comprender esto me parece una atroz falta de sensibilidad, y creo que perseverar en la decisión de ubicar allí la mezquita constituye un deseo gratuito de ofender que daña la convivencia.

¿Qué respuesta cabe dar a este caso o a otros semejantes? La prohibición a lo Sarah Palin es tan improcedente como la postura de un mal entendido liberalismo de Obama. La crítica a la iniciativa tiene que ser rotunda, sin paliativos, absolutamente enérgica. Las autoridades deben hacer entender a los musulmanes que resulta absolutamente inapropiado lo que pretenden. La sociedad debe movilizarse y rechazarlo. ¿Y si los musulmanes desearan seguir adelante sin importarles la ofensa? No creo que si se produce esta movilización que apunto se llegara a esta situación. Si así fuera quizá cabría pensar que estamos ante un ejercicio antisocial del derecho que podría exigir medidas excepcionales en caso de que existiera un serio riesgo de alteración del orden público (agresiones de diverso tipo a la mezquita, etc.). Pero lo más relevante sería el desprestigio absoluto en el que incurrirían los musulmanes si se empecinaran en ahondar en la herida de los neoyorquinos y de toda persona de bien.

viernes, 6 de agosto de 2010

El cuaderno rojo de Franco

Acabo de terminar de leer el libro “Franco, mi padre”, de Jesús Palacios y Stanley G. Payne, en el que se recoge el testimonio de Carmen Franco, la hija del caudillo, y se examina la figura de Franco, según los autores, la última gran figura del tradicionalismo español y el artífice de la mayor modernización vivida por España en toda su historia. Últimamente está apareciendo bibliografía que examina la figura de Franco con mayor ecuanimidad, y no estoy lejos de coincidir con Fraga en que en los próximos años veremos cada vez con mayor frecuencia como surgen voces en el ámbito público que valoran positivamente muchos aspectos de su figura y de su obra, sin que por ello se niegue u obvie lo negativo.

Cuenta Carmen Franco que cuando su padre viajó desde su Galicia natal a Madrid quedó impresionado por la extrema sequedad de Castilla. Es sabido que Franco se empeñó en poner en marcha grandes obras hidráulicas –los famosos pantanos del caudillo- para paliar este grave problema nacional. Quizá quede en un segundo plano, pero durante el franquismo también se realizó un importante esfuerzo reforestador. Mi padre me lo comentó en más de una ocasión cuando viajábamos en coche. Me decía que toda esa zona que veía por la ventanilla se reforestó en tiempos de Franco. Su hija confirma, como no podía ser de otra forma, la obsesión de su padre por reforestar España y combatir esa imagen de gran páramo que tanto le había impresionado. Pero el dato es en esta ocasión ilustrado con un detalle revelador de un determinado carácter. Franco recorría España normalmente en coche –el avión no le gustaba demasiado a su esposa-, y en esos viajes llevaba un cuaderno rojo en el que apuntaba las zonas peladas que iba encontrando. Luego preguntaba si esas tierras eran de alguien, y si no eran propiedad privada ordenaba que plantaran árboles. Me ha llamado la atención este comportamiento porque es propio de alguien verdaderamente preocupado por la cosa pública. No viaja por España pensando sólo adónde va y lo que tiene que hacer, sino que el viaje se convierte en una oportunidad para auscultar España sobre el terreno y poner remedio a uno de sus problemas.

Hoy los altos cargos políticos –me consta de muchos de ellos- recorren las carreteras españolas a toda velocidad mientras hablan por el móvil, organizan su agenda, repasan su discurso, etc., sin prestar la menor atención al paisaje. A mí me pasa como a Franco. Soy incapaz de viajar en autobús, en tren o en avión sin observar continuamente el paisaje para tomar nota de todo: el estado de las casas, la suciedad, la vegetación, el sentido estético que predomina, la orografía, etc. Si fuera gobernante tomaría nota de todo y procuraría buscar soluciones, lógicamente en la medida de mis posibilidades. Y es que un gobernante que no mira la realidad que le rodea con vistas a mejorarla no es un verdadero gobernante. Como decía cierto alcalde de Nueva York: “si un gorrión se muere en Central Park, me siento responsable”.

martes, 3 de agosto de 2010

Sobre las críticas de Paco Camino al Rey

Hay quienes después de más de tres décadas todavía siguen creyendo ingenuamente que el Rey puede hacer algo más que limitar su labor al discurso de nochebuena y a aceitar las relaciones con los dirigentes de algunas naciones extranjeras, y singularmente con los de las naciones hispanas –que no incluyo entre las extranjeras, naturalmente-. Uno de los últimos que parece haberse caído del guindo ha sido el torero Paco Camino, que ha cargado contra el Rey Juan Carlos por no decir ni mu –nunca mejor dicho- ante la prohibición de la fiesta nacional –Rajoy habla de los toros, por supuesto- en Cataluña. Camino parece darse cuenta de que el Rey sobra si no sirve para defender lo que para él constituye una seña de identidad nacional. De ahí que haya dicho eso de que el Rey “come de la sopa boba y no se moja”.

Uno de los grandes errores de la Constitución del 78 es la liquidación de la función de la monarquía como cabeza y defensor de la Nación. Sobre esta cuestión Julián Marías dejó escritas unas páginas memorables en la selección de artículos publicados en su libro “La España real. Crónicas de la Transformación Política”. Con ocasión de los debates sobre la nueva España democrática, Marías reflexionó sobre el papel de la monarquía en artículos como “¿Jefe del Estado o cabeza de la Nación?”, “Constitución de una monarquía nueva” o “La función social de reinar”. Según Marías, el Rey antes que Jefe del Estado constituye la cabeza de la Nación –que es previa al Estado- y es por tanto su principal garante y valedor frente a los excesos del poder político. Cuando leí estas páginas, permítanme el inciso, pensé que hubiera sido muy positivo que las funciones del defensor del pueblo hubieran recaído en el Rey. Escribe Marías: “el Rey es titular de una magistratura social –antes que política- como «cabeza de la nación», en él se personifica ésta como sociedad, como proyecto histórico, como comunidad humana en continuidad histórica”. Esta visión de la monarquía como magistratura social tiene una indudable repercusión práctica que no se puede acomodar al papel decorativo al que actualmente parece reducida por obra de una Constitución que más que consagrar una monarquía constitucional vacía de sentido la función social de reinar.

El Rey debería actuar prudentemente en defensa de la Nación. Justo aquello que demanda Paco Camino cuando dice que “no se moja”. Sin duda mojarse le acarrearía las críticas de los numerosos enemigos que hoy tiene la Nación española, sobre todo en el interior. Por eso es importante que sus intervenciones sean siempre prudentes, es decir, fruto de un profundo conocimiento del asunto en cuestión, y tras haber deliberado oportunamente. Esas intervenciones deberían aureolar de prestigio, de bien ganada autoridad, la figura del monarca y temer su desaprobación. Como señala Marías, ahí radica la función social de reinar: “¿Quién podría resistir la desaprobación de un Rey impecable, fiel a su misión, inaccesible a la lisonja, insobornable? ¿No movilizaría las energías íntegras de la nación, de manera que hiciese imposible todo quebrantamiento de la Constitución, toda opresión, toda subversión, todo intento de desmantelar este cuerpo social, animado por el mismo proyecto colectivo, que llamamos España?”.

lunes, 2 de agosto de 2010

La interpretación de lo común

Creo que los pocos lectores que permanecen fieles al blog merecen una explicación del prolongado silencio que he mantenido durante estos últimos meses. A veces, como decía Ortega, guardar silencio es una forma de expresarse. En mi caso no se trata de eso, sino de una circunstancia personal que ha cambiado profundamente mi vida: he sido padre y el cuidado de mi hija apenas me deja tiempo libre que dedicar al blog. Espero familiarizarme pronto con el arte del biberón y el eructo, que es una tarea verdaderamente dura, y poder tener algunos minutos para seguir con el blog.

Hay algunos temas que tengo ganas de abordar. Alguno de ellos ha recibido atención en entradas previas. Ahí están entre otros la decisión del parlamento catalán de prohibir los toros, tal como pronostiqué que sucedería, o la salida de Iraq de las tropas estadounidense. Pero el verano, y la vida cotidiana –en seguida me entenderán- me ha puesto en bandeja un tema que considero del máximo interés, un cabo de hornos en la organización de la vida colectiva: la interpretación de lo común.

En función de cómo una sociedad interprete lo común la vida colectiva, y por tanto la vida también individual –pues lo colectivo forma parte de lo individual- puede cambiar radicalmente. Antes de elegir dónde vivir aconsejaría a cualquier persona que indagara cómo se interpreta lo común en la ciudad o el país al que uno desea trasladarse. En los post de un blog lamentablemente hay que simplificar en aras a la brevedad, así que diré que hay dos formas opuestas de ver lo común. En primer lugar está aquella que interpreta que lo común es una prolongación de lo privado de la que participan todos aquellos que comparten aquello que es común. En segundo lugar está la visión de lo común como una realidad sustancialmente distinta a lo privado, que lo supera y requiere por tanto un especial cuidado para facilitar su disfrute.

Quizá un ejemplo cotidiano y muy habitual en estas fechas veraniegas ayude a entender la diferencia. En estos últimos años han proliferado las comunidades de propietarios que comparten elementos comunes tales como piscina, pista de padel, jardín, etc. La regulación del uso de los elementos comunes es una excelente oportunidad para ilustrar el problema. Como paradigma de la primera interpretación está aquel vecino que ve la piscina como un bien que, en tanto común, puede disfrutar a su antojo, pues si es común, y él forma parte del colectivo en cuestión, también es suyo. Así, este individuo considera perfectamente lícito invitar a la piscina a sus ocho hermanos con sus respectivas familias todos los días que se le antoje, y lógicamente admite la posibilidad de que otros vecinos hagan exactamente lo mismo. Una visión completamente diferente tiene el vecino que considera que al ser la piscina un elemento común no puede hacer uso de ella como si se tratara de un bien privado. Por eso no se le ocurre invitar constantemente a todos sus familiares, pues acertadamente –como ven me posiciono- piensa que lo común exige un cuidado y un respeto especial precisamente por ser de todos y no ser de nadie en particular.

¿Qué interpretación domina en España? En efecto, pienso que claramente la primera, y eso pone de relieve que mientras sea así España no puede ser un país con una elevada calidad de vida; y también que si uno quiere ser feliz en la piel de toro tiene que tomar sus decisiones evitando en la medida de lo posible introducir elementos comunes en su vida, pues estos luego se convierten en una cabeza de puente para la invasión agresiva de aquellos que prolongan en lo común sus vicios particulares y su mala educación.

domingo, 11 de julio de 2010

La manifestación de ayer en Barcelona

Hace unos cincuenta años, en Madrid, hubo una manifestación que congregó a un millón de personas en las calles madrileñas. Eisenhower visitaba España y daba un respaldo definitivo al régimen de Franco. Este acontecimiento histórico puede mostrarnos que no es difícil reunir a un millón de personas en una manifestación, especialmente cuando se dominan los resortes del poder.

Sin embargo, parece que muchos siguen sin enterarse e interpretan los movimientos sociales desde esquemas periclitados. Así, tradicionalmente se ha pensado que las manifestaciones masivas muestran el sentir de una sociedad. En algunos casos puede ser cierto, pero actualmente me parece que este tipo de manifestaciones convocadas por partidos políticos son más bien el reflejo de una preocupante falta de vigor social, y del sometimiento a las consignas de los partidos políticos. Si se piensa en los miles de ayuntamientos que en Cataluña están gobernados por partidos nacionalistas (incluyo al PSC), es fácil controlar y movilizar a un millón de personas. Los organizadores de actos y manifestaciones presionan activamente a todo tipo de conocidos para que asistan (un servidor, y seguro que muchos de ustedes también, ha conocido ese tipo de presión). La sociedad se manifiesta con mucha más libertad a la hora de votar. El millón de asistentes (o los que realmente fueran, que quizá sean menos) a la manifestación de ayer en Barcelona representa el núcleo del nacionalismo catalán, es decir, alrededor del quince por ciento de la población. Sólo así se explica que a la hora de votar el Estatut más de la mitad se quedara en casa.

¿No cabe extraer ninguna enseñanza de la manifestación de ayer? En mi opinión, ninguna sorpresa, y sólo una conclusión importante que vengo señalando reiteradamente en el blog: los españoles estamos huérfanos de partidos políticos verdaderamente nacionales, porque el PSOE no lo es, como todo el mundo sabe, y el PP hace sus cálculos en clave autonómica y dimite de una posición política verdaderamente nacional.

miércoles, 12 de mayo de 2010

¡Menos mal que no éramos Grecia!

Un país que se respete a sí mismo no puede permanecer impasible y aguantar un día más a un sinvergüenza como Zapatero, quien es capaz de cambiar de parecer en poco más de una semana, y pasar de negar que se vayan a aplicar recortes sociales a recortar el sueldo a los funcionarios, congelar las pensiones y eliminar el cheque-bebé. A ello hay que añadir que nos sube el IVA, que todos pagamos por igual.

A los españoles nos dolería, pero podríamos entender la necesidad de hacer sacrificios importantes si desde el principio se nos hubiera dicho la verdad, en lugar de derrochar con el plan E de los cojones.

Alguien podría pensar que por fin Zapatero ha dicho la verdad. Pues no. Habrán leído o escuchado que según el gobierno estas medidas servirán para impulsar la recuperación y consolidar el crecimiento. ¿Cómo se puede decir semejante barbaridad? Estos recortes no pueden en modo alguno favorecer el crecimiento, pues es evidente que el consumo se a resentir; en realidad, se trata de evitar la suspensión de pagos, ni más ni menos. ¡Menos mal que no éramos Grecia!

El recorte

Ya ven que no sale gratis instalar a un incompetente en La Moncloa. Al final, después de tirar el dinero en rotondas, zanjas, carteles anunciadores de las zanjas, campos de césped artificial y demás chorradas que en total prácticamente supusieron lo que ahora hay que ahorrar, pagan el pato los de siempre. ¡Nada menos que un recorte de un 5% en el sueldo de los empleados públicos! ¡Pues menos mal que no estábamos tan mal, Dios mío! Y luego la supresión del cheque-bebé, en lugar de reformarlo y destinarlo sólo a españoles necesitados de esa ayuda. Los ministerios estúpidos siguen ahí, al igual que las subvenciones a la memoria histórica, al mapa del clítoris y a mil imbecilidades más. Veremos cómo reaccionan los votantes de este individuo…

sábado, 8 de mayo de 2010

La magia del oboe

Es difícil establecer jerarquías estéticas entre los instrumentos musicales. Todos ellos han protagonizado momentos musicales sublimes que conservamos en la memoria. Sin embargo, no se puede negar que el piano tiene un rango muy superior a un fagot o a una trompa. Una posición muy destacada ocupa también la guitarra, el violín y, quizá, también el arpa. Pero me parece que ninguno de ellos se puede comparar con el sonido mágico del oboe. Cuando el oboe suena, su sonido se eleva sobre el resto de los instrumentos como una amapola silvestre sobre la verdura del campo.

No había reparado en este instrumento hasta que en la película “Amadeus” Salieri (magistralmente interpretado por F.Murray Abraham), comentando una pieza de Mozart, describe la sorprendente y genial irrupción del sonido del oboe. Salieri se deleita en el recuerdo de ese sonido inolvidable. Hace poco compré cinco cds de música variada. Uno de ellos incluye el tema central de la película “La Misión”. Son poco más de dos minutos de una belleza cautivadora. Al escucharlo, sorprendido por la belleza del sonido, me preguntaba qué instrumento podía sonar así, y, en efecto, era el oboe. De hecho la pieza se titula “Gabriel´s oboe”. ¿No la conocen? Les pongo un par de enlaces para que recuerden.

http://www.youtube.com/watch?v=xBLbH6vRwk8

sábado, 24 de abril de 2010

Lo de Garzón

Creo que la campaña que estamos viviendo a favor de Garzón es la mayor siembra de discordia entre españoles que se ha producido en los últimos treinta y cinco años. Algo verdaderamente gravísimo basado en falsedades y sectarismo. Que hay algo más que indicios de prevaricación en la actuación de Garzón es evidente para todo aquel jurista que se haya tomado la molestia de leer su auto y el brillantísimo recurso que interpuso el fiscal al mismo. También merece una valoración altamente positiva el impecable auto del juez Varela.

El acto de juzgar exige juicios de valor, pero en modo alguno esos juicios pueden traducirse en arbitrariedad, que es exactamente lo que sucede cuando se realizan interpretaciones contrarias a la jurisprudencia y al sentido común como, por ejemplo, el intento garzonil de pretender calificar las “desapariciones” como si se tratara de un delito de detención ilegal. Y así podríamos seguir, aunque quizá lo más grave, como destaca acertadamente el juez Varela, es la forma en que Garzón ha pretendido obviar la existencia de las leyes de amnistía aprobadas durante la transición, que como es sabido fueron el resultado de un gran consenso nacional. Como dice el fiscal en el recurso que presentó al auto de Garzón, todo intento de trazar una analogía entre la amnistía española y las leyes de punto final de las dictaduras del cono sur americano es un auténtico disparate.

La defensa de Garzón ha sido la excusa para que salgan a pasear reivindicaciones esperpénticas como las que reclaman el fin de la impunidad de los crímenes franquistas. Y es un esperpento porque no se puede ignorar en primer lugar la citada amnistía (afirmar que fue impuesta por los herederos del régimen es sencillamente falso); en segundo lugar, porque se trata de ajusticiamientos que tuvieron lugar en su inmensa mayoría hace casi ¡setenta años!; en tercer lugar porque no se puede obviar que fueron cometidos tras una Guerra Civil en la que el bando republicano fue también gravemente criminal; y en cuarto lugar porque ninguno de los dirigentes franquistas de aquella época (los años cuarenta) está vivo. Estamos ante una aberración sectaria que le viene de perlas a Zetapé para movilizar a su electorado, al que poco le importa la concordia entre españoles si puede seguir instalado en el poder.

Finalmente, me parece lamentable que buena parte de la opinión pública (por ejemplo, mi amigo Melquíades) esté siendo víctima fácil de la distorsionada y falaz presentación de los hechos que están realizando los medios de izquierda y los defensores de Garzón. Es fácil dejarse seducir por consignas que presentan a Garzón como un adalid de una causa justa e ignoran con irresponsabilidad criminal que la sociedad española hace más de treinta años decidió no utilizar el pasado como arma política de confrontación.

El velo islámico en los colegios

No puedo decir que me sorprenda la polémica que ha generado estos días la prohibición del velo islámico en un colegio. A mi juicio la solución es clara: como certeramente ha declarado el portavoz de la conferencia episcopal española, las niñas tienen derecho a asistir a clase con el velo. En efecto, el derecho a la libertad religiosa no se ejerce únicamente en un ámbito privado, sino que toda persona tiene derecho a vivir conforme a sus creencias respetando la estructura de la sociedad en que se halla. En este caso no veo que asistir a clase con un velo impida un normal desarrollo de la enseñanza, al margen de que dicha prenda no simboliza ninguna sumisión de la mujer que vedaría nuestra Constitución.

Algunas opiniones insisten en que hay que respetar el reglamento del centro, y otras inciden en que si nadie puede vestir a su antojo también es lícito prohibir el velo. Ambos argumentos son fácilmente refutables. Como es evidente, el derecho a la libertad religiosa –del que también son titulares los menores de edad- consagrado en la Constitución no puede ser vulnerado por un simple reglamento escolar. Por otra parte, es razonable que los colegios puedan establecer normas respecto a la vestimenta de sus alumnos y decidir, por ejemplo, que venir a clase con una camiseta zarrapastrosa no es adecuado, o exigir uniforme. Ahora bien, no hay que olvidar que el zarrapastroso no ejerce el derecho a la libertad religiosa, y que la exigencia de uniforme es compatible con llevar el velo. Si en lugar del velo se tratara de una prenda religiosa que impide llevar el uniforme de un centro el asunto adquiriría un nuevo cariz. Aquí habría que plantearse el papel que desempeña el uniforme en el proceso de enseñanza, y la posibilidad de adaptar el uniforme a las exigencias de vestimenta propias de la religión en cuestión.

Pero sin duda en este tema lo más importante es subrayar que el hecho de que finalmente las niñas acudan al colegio con el velo es una muestra de la fortaleza de nuestra democracia, y en modo alguno una cesión más frente al mundo musulmán. El respeto y la valoración positiva del fenómeno religioso enriquece nuestra sociedad, cosa que como es sabido no sucede con el laicismo beligerante francés que pretende erradicar los símbolos religiosos del espacio público. Precisamente por ello no me sorprende en absoluto que la conferencia episcopal haya defendido públicamente el derecho a acudir a clase con el velo islámico, pues como ustedes saben Zetapé pretende aprobar próximamente una nueva ley de libertad religiosa. Para echarse a temblar…

viernes, 23 de abril de 2010

Zapatero y Rajoy en clave generacional

A pesar de que la crisis parece haber hundido electoralmente a Zetapé, no tengo nada claro que el PP vaya a ganar las próximas elecciones. Sin duda sería lo más razonable a la vista de cómo está la nación, pero hay una circunstancia generacional que no me encaja, y que para mí tiene mucha importancia.

La historia se desarrolla sobre la sucesión progresiva de generaciones. Las generaciones no actúan como tales, sino que aparecen encarnadas en determinados individuos que, al margen de sus circunstancias personales, son hijos de su generación. Hace algunos años, antes de las elecciones del 14-M de 2004, y también antes del 11-M, escribí un artículo (que finalmente no publiqué) titulado “La generación emergente” en el que señalaba que Zapatero y Rajoy pertenecen a generaciones diferentes (Rajoy a la de los nacidos entre 1946 y 1961, y Zapatero –pese a que nació en 1960- a la de los nacidos entre 1961 y 1976). Les adjunto más abajo el artículo, pero al margen de lo que en él digo, hoy me resultaría muy extraño desde el punto de vista de la lógica sucesión generacional que Rajoy ganara a Zapatero. Este acontecimiento no sólo supondría la primera ocasión desde que se instauró la democracia en que un nuevo presidente es más mayor que su predecesor, sino que el poder vuelve a un representante de una generación previa a la que hoy gobierna. Si finalmente esto se produce merecerá un análisis mucho más profundo que el de una simple respuesta masiva al malestar de los ciudadanos con un nefasto gobernante. Quizá sigamos inmersos en la disyuntiva a la que me refería en 2004 y resulta que los españoles se van dando cuenta de que el camino de Zapatero conduce al abismo y urge rectificar.

Este es el artículo escrito antes del 11-M de 2004:

"La generación emergente

Es una verdadera lástima que ante las próximas elecciones uno tenga la sensación de que hay mucho en juego, demasiado. El papel de España en el mundo puede ser muy distinto si ganan los socialistas o los populares. Otro tanto sucede con la estructura institucional del Estado. Si Zapatero se ha comprometido a aprobar cualquier propuesta de modificación del estatuto catalán que salga del Parlamento de Cataluña, es evidente que probablemente tendría que reformarse la Constitución. En el terreno educativo también parece que los socialistas pretenden deshacer varias iniciativas adoptadas por el PP en esta legislatura, y a mi juicio la educación es un problema de Estado en el que no se puede ir dando bandazos.

Esta falta de consenso ante problemas de Estado es un síntoma de que se ha entrado en una nueva fase de la historia de España. La transición ha quedado atrás y conviene darse cuenta de ello. Algunos colectivos de actores se quejan de que se está produciendo un retroceso del derecho a la libre expresión. Sin embargo, esta época en la que nos adentramos se caracteriza sobre todo porque los partidos políticos comienzan a sentirse libres de ciertos condicionamientos del pasado, y lanzan mensajes que antes se procuraba evitar. Este año han ondeado las banderas republicanas, algo impensable hace poco; los nacionalistas han dado un paso al frente para dejar atrás la Constitución del 78; el PP ha perdido el miedo a hablar de España con orgullo, sin temor a ser tildado de franquista; de los socialistas no sé muy bien qué decir, pues para mí es una incógnita su discurso y su posible actuación.

Probablemente, este cambio se debe a que la generación de los que hemos nacido entre 1960 y 1976 -siguiendo el método de cálculo generacional propuesto por Julián Marías- comienza a abrirse paso en los distintos puestos de responsabilidad de la sociedad. Se trata de una generación que conoció el franquismo en su niñez y que se ha formado en la democracia. Zapatero pertenece a esa generación, al igual que Camps y el ministro Costa.

Esta generación no tiene marcado su horizonte de actuación con la misma necesidad histórica que la generación de Suárez y González, y que la generación de Aznar y Rajoy. Estos políticos pertenecen a las dos generaciones de españoles que han ocupado los puestos de responsabilidad durante los gobiernos de la transición. Dos generaciones que en diferente medida han conocido el franquismo, y que sabían que su misión histórica consistía en sentar las bases institucionales de la reconciliación nacional, consolidar la democracia y hacer prosperar a España en el marco de Europa. Rajoy pertenece a la generación de Aznar y pretende profundizar en esta línea. Dejando al margen sus cualidades personales, refleja a la perfección el carácter de su generación.

El candidato popular ha dicho que todavía hay muchas cosas por hacer en España. Estas palabras quizá podrían interpretarse como un mensaje que manda a la generación emergente en el que dice que el proyecto de su generación no está ni mucho menos concluido, que hay mucho por hacer y anima a sumarse a él. En definitiva, defiende la continuidad de un proyecto que abarca varias generaciones. Estoy convencido de que su generación siente, vive, dicho proyecto, el proyecto de la transición. Conocieron la muerte de Franco desde las aulas universitarias, mientras que muchos de los que pertenecemos a la generación emergente veíamos Barrio Sésamo cuando Tejero irrumpía en el Congreso de los Diputados. Su proyecto, insisto, es la Constitución y la europeización de España.

El problema de la generación emergente es que cualquier proyecto lo tiene que asumir intelectualmente porque no siente la necesidad vital de emprenderlo, como sí sucedía con las anteriores. Fijémonos en la generación del 98. El regeneracionismo no fue simplemente un discurso que caló, sino que nació de la experiencia vital que supuso la pérdida de Cuba y Filipinas. ¿Y la generación de los años 20? La turbulenta agitación social que culmina con la dictadura de Primo de Rivera también constituyó una experiencia vital, al igual que sucede con las generaciones que vivieron el trauma de la guerra civil y la época franquista. La generación emergente es la única que se ha formado sin conocer experiencias significativas en la vida nacional que la orienten en un sentido o en otro. Es como un niño rico que no ha sabido buscarse la vida, y que espera que todo siga como hasta ahora. No tiene clara cuál es su misión histórica, y por eso hace falta que acoja intelectualmente -a falta de vitalidad- un proyecto.

Ahora bien, percibo un acontecimiento que quizá la sacuda vitalmente de su modorra histórica. No me refiero a las elecciones del catorce de marzo, pese a su indudable trascendencia, sino al inminente desafío nacionalista que se va a desencadenar virulentamente una vez hayamos traspasado esa fecha. Este desafío probablemente marque el destino de la nueva generación. Quizá sirva de espoleta para que se despierte la necesidad vital y no sólo intelectual de contar con un proyecto nacional para España -al que ya me referí en otro artículo publicado en este Diario- en el que se embarque la que, según se dice, es la generación mejor formada de la historia de España.

La indefinición que envuelve la actitud de Zapatero es la propia de su generación. ¿Hacia dónde vamos? La generación de Rajoy lo tiene claro, la de Zapatero, veremos."

miércoles, 31 de marzo de 2010

Conciliar democracia y excelencia

Al igual que nuestro amigo Roberto Lanzas, visitante del blog, yo tampoco estoy satisfecho con el funcionamiento de nuestra democracia. Roberto alude críticamente a la partitocracia y parece abogar por una democracia orgánica en línea con las tesis falangistas. ¿Sobre qué órganos se articularía esa democracia, Roberto? No parece razonable en estos momentos que el órgano que encauce esa democracia orgánica sea un sindicato, tal como en su día planteaba José Antonio. En realidad, la actual partitocracia está muy próxima a una democracia orgánica, como en su momento expuse en el blog. En efecto, hoy en día es casi impensable hacer política nacional al margen de los grandes partidos, que se convierten en órganos burocratizados que filtran las lícitas aspiraciones a participar en los asuntos públicos mediante cargos de representación política. ¿Hay, pues, alternativas democráticas a la partitocracia? ¿Es posible una democracia viable sin partidos políticos? Estas son preguntas a las que no es posible dar cumplida respuesta en este blog, pero algo sí se puede decir.

Lo primero que quisiera señalar es que la crisis que vive la democracia española exige utilizar el pensamiento y la imaginación para proponer reformas. José Antonio interpretó la realidad española en el contexto de su época e hizo sus propuestas. Lo que hay que hacer no es aplicar fórmulas pensadas para otra época, sino repensar nuevamente la España actual. En este sentido, yo creo que no es posible prescindir de los partidos políticos, pero hay que arbitrar fórmulas para evitar que secuestren la democracia. En este terreno hay mucho que hacer, pero creo que lo más importante es reformar el sistema electoral para evitar la infrarrepresentación de los partidos nacionales minoritarios. Esto es importante no sólo porque es una exigencia de justicia, sino porque dinamizaría la democracia al permitir que los excesos cometidos por los grandes partidos tuviera un coste electoral real e importante. ¿Ello redundaría en una inestabilidad política? Quizá, pero creo que la democracia española necesita dinamizarse porque el precio de esta estabilidad es excesivamente elevado: peajes a los partidos nacionalistas y burocratización de los grandes partidos.

La segunda reforma que me parece imprescindible es más complicada. El funcionamiento de nuestra democracia está poniendo de relieve que cada vez es más habitual ver como gente de escasa preparación y valía copa los cargos de representación política. Esto es muy grave. No puede ser que los mejores no cuenten a la hora de dirigir los destinos de la nación. ¿Acaso esta no es la crítica fundamental que Platón formulaba a la democracia? Sí, en efecto. Y tenía razón en su crítica, pero la solución no está en apostar por un régimen autocrático, sino por incorporar a los mejores a la democracia. En su día, durante la transición, existieron los senadores por designación real. Así, por ejemplo, Camilo José Cela y otros ilustres nombres se incorporaron a la vida pública. Es fundamental que los mejores cuenten con un espacio. ¿Pero quién determina quiénes son los mejores y qué espacio deben ocupar? ¿El Rey? No estoy seguro, pero quizá deberíamos incorporar a nuestra democracia una cámara de notables. La idea es que debemos atemperar la democracia incorporando la excelencia. Este es el gran reto.

jueves, 18 de marzo de 2010

Respuesta a N. Flamel

a) La visión de la vida económica presente en la doctrina social de la Iglesia no está desarrollada en el artículo porque es un tema colateral que exigiría un desarrollo completo. No obstante, recomiendo su lectura. Son 100 páginas repletas de sabiduría y sentido común. Lo fundamental es comprender que la propiedad privada y la iniciativa empresarial deben orientarse al bien común que incluye el desarrollo personal. El afán de lucro es perfectamente lícito si está gobernado por esos principios. Cada vez considero más importante la formación en ética empresarial (comparto los comentarios de Franki al post de Juan Roig).

b) La cita de la doctrina social de la Iglesia en la que se hace referencia a los riesgos de los sistemas financieros internacionales es de 2005. Esa cita es la verdaderamente importante, la de la encíclica de Benedicto XVI es de apoyo sobre otra cuestión.

c) Es posible prever determinadas circunstancias sociales. Con relación a esta crisis, sin ir más lejos yo mismo escribí un post en 2007 que recuerdo haber titulado algo así como “A las puertas de una gran crisis”. Lo importante es dirigir bien la atención porque en los medios sólo aparecen paniagudos incapaces de emitir juicios objetivos. Esta crisis era predecible y hubo gente solvente que la predijo.

PP y PSOE bloquean la reforma del sistema electoral

Es un verdadero escándalo que PP y PSOE, con el lógico apoyo de los nacionalistas, sean capaces de ponerse de acuerdo para bloquear una reforma del sistema electoral que cuanto menos mejore la proporcionalidad de los partidos minoritarios de ámbito nacional. El sistema beneficia a los grandes partidos y a los nacionalistas, así que no tienen ningún interés en cambiarlo, pese a que ello desaliente a un importante número de votantes y provoque desafección democrática. Grave, gravísima decisión que debería tener un coste electoral. En su momento expuse las razones por las que creo que sería bueno para España que la gobernabilidad dependiera de UPyD. Hoy todavía me parece más urgente castigar a los dos grandes partidos que están haciendo imposible una verdadera democracia en España.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La crisis internacional como crisis sistémica

Quizá a los lectores pueda interesarles un breve artículo que he publicado en un revista electrónica. No está dirigido a especialistas, sino al público culto en general. Se titula "La crisis internacional como crisis sistémica".

http://revistasocialesyjuridicas.umh.es/Revista/NUMERO_6.html

martes, 9 de marzo de 2010

Elemental, mi querido Watson

Una de las primeras lecciones que debe aprender un jurista es la diferencia entre el derecho y la moral. Suelo ilustrar esta explicación con un ejemplo extraído del pasado. Recuerdo que cuando Barrionuevo –ex Ministro del Interior de Felipe González- iba a entrar en la cárcel le preguntaron a su mujer que qué le parecía aquello. Como es natural, la mujer dijo que su marido era una excelente persona. Hoy, curiosamente, sucede algo parecido con Garzón: se destaca su valentía, su defensa del Estado de Derecho en la lucha contra ETA, etc. Pero una de las principales diferencias que cabe trazar entre el derecho y la moral radica en que el derecho juzga acciones, no personas. No se juzgó en su día la calidad moral de Barrionuevo, sino las acciones delictivas que cometió en la lucha sucia contra el terrorismo. No se pone en cuestión la valentía de Garzón, se le juzga por dictar resoluciones injustas a sabiendas. A veces hay que recordar lo más elemental, mi querido Watson.

jueves, 4 de marzo de 2010

Juan Roig ha dicho la verdad

Es curioso comprobar el impacto que produce en la inteligencia y en el corazón la presentación sencilla y clara de una verdad. Los ciudadanos estamos tan acostumbrados a que políticos y medios de comunicación nos zarandeen con medias verdades, falsedades y opiniones tendenciosas que experimento un placer casi físico cuando veo que alguien dice serenamente la verdad.

Este benefactor de la humanidad (así hay que calificar a los veraces) ha sido Juan Roig, el presidente de Mercadona. Una noticia de Levante-EMV recoge sus declaraciones. Sus explicaciones sobre el funcionamiento de su empresa en estos tiempos de crisis son muy interesantes, pero la sencilla verdad que hay que recordar es esta: la crisis no ha terminado porque el nivel de vida no se ha equiparado a la productividad. Eso, querido lector, es una verdad como una catedral castellana. Si quieren lo decimos en roman paladino: el tiempo pone a cada cual en su sitio. Si no eres capaz de producir mucho, menos bienes podrás disfrutar. En España la baja productividad no influyó en el nivel de vida porque vivíamos del crédito extranjero. La crisis supone el ajuste entre nuestra productividad y nuestro nivel de vida, y es tan considerable el desajuste que, como avisó Krugman, los salarios y los precios deberían bajar unos porcentajes que prefiero no escribir porque no es cuestión de amargar el día. En definitiva, no se puede ser rico eternamente sin trabajar bien.

Trabajar bien. ¿Se dan cuenta de lo que eso significa? En esta expresión se utiliza como adverbio y subraya un determinado modo de hacer las cosas. ¿Cómo se ha enseñado a los jóvenes españoles que deben hacerse las cosas? Lamentablemente no se ha inculcado una cultura del esfuerzo, de la excelencia y del trabajo bien hecho. ¿Creen que así es posible mejorar la productividad?

lunes, 1 de marzo de 2010

Sobre la situación de Cuba y la misión de España

Un fiel visitante del blog, Óscar, me ha pedido un comentario sobre la muerte de Zapata y por extensión sobre la situación de los disidentes cubanos. ¿Qué puedo decir además de condenar esta situación intolerable y criticar la falta de energía del gobierno español en su crítica al castrismo? Me llama mucho la atención que este blog reciba visitas de casi toda hispanoamérica salvo Cuba. Férreo control de cuerpos y mentes que la cobertura sanitaria y de necesidades básicas no puede justificar. Es cierto que en otros países, especialmente algunos de centroamérica, hay una situación social explosiva, con miseria y manifiestas violaciones de los derechos humanos. Pero no se puede justificar el castrismo con una postura maniqueísta al estilo “comunismo o desigualdad y miseria”. España debería marcarse como objetivo colectivo contribuir al logro de la libertad acompañada de justicia social en hispanoamérica. No sólo ni especialmente mediante aportaciones económicas de ayuda al desarrollo –hoy prácticamente imposibles por la situación económica-, sino a través de una contribución fundamentalmente intelectual que deberían abanderar nuestras universidades. Siempre lo digo: me interesa más construir un espacio de educación común con hispanoamérica que el espacio europeo de educación superior (y, por favor, no me pidan que hable de esto).

miércoles, 24 de febrero de 2010

11-M: no lo veo claro

Las informaciones de El Mundo están siendo recibidas con burla y mofa por algunos medios (les ruego que presten atención a este bochornoso espectáculo: http://www.youtube.com/watch?v=xVg2-HbTqOs ). Insisto en que a los ciudadanos lo único que nos debe interesar es conocer la verdad. Pues bien, sólo les pido una pequeña reflexión. Seguidamente les voy a transcribir las páginas de los fundamentos jurídicos de la sentencia en las que los magistrados explican cómo llegan a la convicción de que está probado que estalló Goma-2 Eco en los trenes. Esta es la afirmación a la que pido que presten atención: “El Tribunal, siguiendo un razonamiento lógico concluye que está probada la presencia de GOMA 2 ECO en todos los trenes donde explosionaron artilugios, pues un componente exclusivo de este tipo de dinamita plástica en un porcentaje relevante -más del 1%-, el dibutilftalato, está en todos ellos y otro, el nitroglicol -también en porcentaje superior al 1%-, aparece también en todos los focos, aunque éste no sea exclusivo de la GOMA 2 ECO y forme parte de algunas variantes de Titadyne que no llevan nitroglicerina”.

Como ustedes ven, para el tribunal es fundamental la presencia de dibutilftalato. Pues bien, ¿qué opinan a este respecto los peritos en el video? Observen: http://www.youtube.com/watch?v=8JWWjNXuk5U (segundo 48). Saquen sus propias conclusiones.

He aquí las páginas 538 y ss de la sentencia referidas a los explosivos:

2) No se sabe con absoluta certeza la marca de la dinamita que explotó en los trenes, pero todo o gran parte de ella procedía de mina Conchita.

Las periciales sobre explosivos se practicaron en el plenario en las sesiones del 27 al 29 de mayo de 2007, siendo examinados juntos todos los peritos que debían declarar sobre unos mismos hechos, conforme ordena el art. 724 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Los ocho peritos que realizaron el estudio e informe ordenado por el Tribunal estuvieron de acuerdo en la calidad de los análisis y de los métodos utilizados y en la validez científica de los resultados, discrepando sobre el significado de la aparición de restos de dinitrotolueno, nitroglicerina, dibutilftalato y nitroglicol en varios focos.

Expusieron que la relevancia de que en los focos hubiera unos u otros componentes químicos estaba en que cada marca o clase de dinamita tiene una composición concreta, de modo que la presencia o ausencia de determinados elementos supone descartar o no esa marca o clase.

Los componentes diferenciales entre una y otra dinamita, según dijeron, son el DNT -dinitrotolueno- y la NG -nitroglicerina-, que forman parte de la GOMA 2 EC y del TITADYNE, y no están en la composición de la GOMA 2 ECO. Y, a la inversa, el nitroglicol -EDGN- y el ftalato de dibutilo o dibutilftalato que son componentes de la GOMA 2 ECO y no los tienen ni el TITADYNE ni la GOMA 2 EC.

Los análisis detectaron en los focos de las explosiones producidas en los trenes los siguientes compuestos químicos a los que, entre corchetes, asociamos una marca de dinamita plástica

q En todas las muestras, dibutilftalato o ftalato de dibutilo en un porcentaje muy superior al 1% [GOMA 2 ECO]

q Nitroglicol -EDGN- en porcentajes superiores al 1% en todos los focos [GOMA 2 ECO]

q Dinitrotolueno -DNT- en varios focos en porcentajes muy inferiores al 1% [GOMA 2 EC y TITADYNE]

q Nitroglicerina -NG- en un foco de explosión en porcentaje muy inferior al 1% [GOMA 2 EC y TITADYNE]

El Tribunal, siguiendo un razonamiento lógico concluye que está probada la presencia de GOMA 2 ECO en todos los trenes donde explosionaron artilugios, pues un componente exclusivo de este tipo de dinamita plástica en un porcentaje relevante -más del 1%-, el dibutilftalato, está en todos ellos y otro, el nitroglicol -también en porcentaje superior al 1%-, aparece también en todos los focos, aunque éste no sea exclusivo de la GOMA 2 ECO y forme parte de algunas variantes de Titadyne que no llevan nitroglicerina.

Por el contrario, la presencia irregular y en porcentajes menores de nitroglicerina y dinitrotolueno impide descartar la presencia de pequeñas cantidades de otras marcas o clases de dinamitas”.