miércoles, 17 de octubre de 2007

Carod-Rovira en la tele

Se molestó el gran estadista cuando una vallisoletana le llamó José Luis en lugar de Josep Lluis en el programa "Tengo una pregunta para usted". Carod justificó en esa falta de respeto -porque es evidente que a Clinton no se le llama Guillermo Timbre- una de las razones de su desafección hacia España. Aferrarse a esa minucia da una idea de en qué mundo viven estos radicales, pero lo curioso es que ven la paja en el ojo ajeno e ignoran la viga en el propio. En un alarde de papanatismo, en los medios de comunicación nacionales se llama Lleida y Girona a Lérida y Gérona, que son los nombre castellanos de toda la vida. Sin embargo, en Cataluña a Teruel no se le llama Teruel, sino Terol, y a Zaragoza, Saragossa. ¿Qué pasa ahí Carotet? Por otra parte, que debería hacer el Rey cuando se le llama Joan Carles, ¿decir displicentemente -como hizo ayer este sujeto- que él se llama Juan Carlos? De verdad, ¿se puede caer más bajo?

Sus despropósitos no acabaron ahí. Esgrimiendo la igualdad de todos los españoles ante la ley justificó que si la quema de fotos del Rey es delito, también debería serlo quemar la foto de cualquier ciudadano. Y se queda tan pancho y, lo que es peor, a algún televidente le habrá parecido la mar de bien. El rey no es un ciudadano, Carod, que no te enteras, no es un español más, sino una institución que encarna una persona. Las injurias al Rey no se penan por dirigirse a Juan Carlos, sino porque es el Jefe del Estado, el Rey, es decir, el símbolo de unidad de la nación. Y este tío es vicepresidente de la Generalitat de Catalunya y condiciona el gobierno de la nación. Aún vamos demasiado bien...

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