Ayer asistí al concierto de María del Mar Bonet en el Gran Teatro de Elche. Presentaba la gran cantante mallorquina su último disco, "Terra secreta", y salimos verdaderamente entusiasmados. Sabía que era una muy buena cantante, y por eso le dije a mi mujer que debíamos ir. Además, el económico precio de las entradas -10 euros la más cara y 5 la más barata- permitía que el público llegara de buen humor y con excelente predisposición. Dentro de unos días Les Luthiers ofrecerá en Elche otro concierto y las entradas oscilan entre los 45 y 60 euros. Con esos precios, mucho tendrían que hacer para sacarme una carcajada. Por descontado, no pienso asistir a semejante atraco. Pero hablemos de lo de ayer porque merece la pena. Siempre he preferido este tipo de conciertos en un teatro, con buenos músicos y un sonido que no destroce el timpano, a los conciertos de masas donde la música se escucha en diez kilómetros a la redonda y la voz del cantante no suena clara. María del Mar Bonet iba acompañada de cinco excelentes músicos que tocaban el piano, la guitarra, dos violoncelos de diferente tamaño y una batería. El pianista también tocó el acordeón -emocionante esa canción- y los teclados. María del Mar vestía un elegante vestido negro largo que le ceñía la cintura y se abría hasta llegar al suelo. No se lo cambió durante el concierto, ni falta que le hacía. Su voz, maravillosa. Clara, sonora, íntima y capaz de transmitir sentimientos sin necesidad de aspavientos en el escenario. Su repertorio, dentro de la línea intimista, bastante variado en su origen geográfico y en sus ritmos. Si no me equivoco, ayer, entre otras cosas, sonó samba, rock y hasta una jota final. Espectacular. Los bises muy sobrios y el público, que alcanzó los tres cuartos del teatro, respetuoso y más aseado de lo que imaginaba. En definitiva, excelente concierto para comenzar la temporada. Rápidamente me voy a hacer con "Terra secreta", una auténtica maravilla.
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