lunes, 8 de octubre de 2007

Ante todo, pisar moqueta

Hay que ver las vueltas que da la política. Quien ayer parecía centrista y moderado hoy es tildado de extremista, y quien se contaba entre los comunistas aparece como el portavoz moderado del gobierno. Es el caso de Zaplana y López Garrido, los portavoces de PP y PSOE en el Congreso de los Diputados, respectivamente. Zaplana, al contrario que Gallardón, llegó al PP desde la UCD, y se había labrado una imagen de político dialogante y abierto al pacto. No en vano Aznar le hizo dejar la Comunidad Valenciana para deshacer el lío que había montado con la reforma laboral. En un pis pas Zaplana solucionó el problema y se marcó una foto con los sindicatos, al tiempo que se postulaba como sucesor de Aznar. Sin embargo, su puesto de portavoz de un gobierno cada vez más impopular, los continuos intentos de involucrarlo en escándalos de corrupción -pese a haber salido indemne-, sus peleas con Camps, y los rumores de mujeriego y frívolo que le han acompañado están deteriorando gravemente su imagen. Por otra parte, ahí tenemos a Diego López Garrido que de lugarteniente de Anguita en la marginal Izquierda Unida ha pasado a representar la imagen del gobierno. Desconozco la popularidad de este sujeto por el que, lo reconozco, no siento la menor simpatía, pero que ha alcanzado un puesto de tremendo peso político trasladando las valoraciones del gobierno sobre la constitucionalidad del plan Ibarretxe y sobre otros temas. Bien está que se evolucione ideológicamente, pero me da la impresión de que en muchos de estos profesionales de la política lo que importa es, sobre todo, pisar moqueta.

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