Mucho se ha hablado del nuevo video de Zetapé en el que bromea con su pronunciación y alardea de talante simpático. Mediante estos videos podemos conocer qué imagen tienen los políticos de los ciudadanos. ¿Y qué se desprende del video de Zetapé? A mi juicio los españoles no salimos muy bien parados. Es como si abriéramos la puerta a Zetapé y este entrara hasta el salón, tomara asiento, se sirviera una copa, y, sin perder la sonrisa, nos invitara a sentarnos para decirnos algo. Corre el riesgo de que le espetemos un “tío, de qué vas, levántate de ahí”, pero apuesta porque permaneceremos embobados escuchándole y al final le compraremos la enciclopedia y le daremos las gracias por haber venido. Y es que pocos rompen la magia leyéndose la letra pequeña. El video refleja el estilo de Zetapé: importa más lo adjetivo que lo sustantivo, la forma antes que el fondo. Zetapé cuida la imagen, lo superficial, procura ante todo, por encima de cualquier otra consideración, causar buena impresión. Y hace bien. El problema es cuando todo se reduce a eso. Y por desgracia así es. La frase decisiva es esa de “y todo se puede decir con una sonrisa”. ¿De veras? Pues no, no señor, hay cosas que se pueden decir con una sonrisa y otras en las que la sonrisa está de más y puede resultar una burla. Zetapé vende buen rollito porque sus asesores saben que eso de los logros de la legislatura no se lo cree nadie.
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