viernes, 28 de diciembre de 2012

Luis Miguel Dominguín

Ortega comienza "Mirabeau o el político" explicando que su fascinación por este personaje se debe a que percibe en él el contrapunto a su forma de ser. Lo entiendo muy bien. Yo también admiro a muchas personas -vivas o muertas- cuyo carácter difiere enormemente del mío y poseen unas cualidades que, si bien no envidio, sí que contemplo con admiración desde la distancia. Una de ellas es Luis Miguel Dominguín (1926-1996), un gran torero de personalidad arrolladora y gran vitalidad. No se dejaba impresionar por nadie, ni siquiera por Picasso -miren en YouTube la entrevista en la que cuenta la anécdota en la que dejó esperando a Picasso-. Era, además, un amigo leal y generoso, como se refleja en el libro "La puerta de la esperanza", escrito por José Luis Olaizola con base en las conversaciones mantenidas con  Juan Antonio Vallejo-Nágera (amigo íntimo de Dominguín) pocos meses antes de morir. Dominguín me fascina por su decidida voluntad de "comerse el mundo", de disfrutar con nobleza y cierta pillería de todo aquello que la vida nos puede ofrecer. En otras personas ciertas actitudes de Dominguín pasarían por frivolidades, pero su autenticidad lo hacía imposible. Probablemente fuera esa autenticidad lo que cautivó a Picasso o al mismo Franco. En ocasiones, pienso en cómo abordaría Dominguín cierta situación y me hace gracia, porque mi reacción y la que imagino que él tendría son completamente distintas, quizá lo mismo que le pasaba a Ortega cuando pensaba en Mirabeau.

domingo, 16 de diciembre de 2012

El rescate, cada día más lejos

Sí. Y no porque la economía mejore y no se necesite, sino porque cuanto más tiempo pase dicha petición supondría el reconocimiento del fracaso de Rajoy. El presidente no puede dejar pasar año y medio gobernando y luego reconocer que sus políticas han sido incapaces de evitar la petición de ayuda. Prefiero que sigamos esperando, creo que Rajoy acierta resistiéndose, cosa lógica por cierto, ya que no tiene garantías suficientes de que el rescate sea aprobado por todos los países. En el epicentro de la crisis, la esperanza pasa por lograr que los datos de déficit de 2012 sean buenos.

lunes, 3 de diciembre de 2012

¡Tú decides!

Incorporo al blog el artículo "¡Tú decides!" que, si mal no recuerdo, publiqué en el diario Las Provincias en 2006. Creo que puede ser de interés para mis alumnos de "Filosofía del Derecho" y también para los de "Teoría y Formas Políticas".


¡Tú decides!

Estaba sentado en la playa tratando de disfrutar de la lectura; pero era inútil. A unos treinta metros, un niño, ante la absoluta indiferencia de su padre, se entretenía apretando una y otra vez el botón de la ducha de los bañistas. La dolorosa hemorragia acuil acabó por agotar las reservas de mi paciencia. Me levanté y fui directo hacia el padre tratando de contener mi indignación. Con toda corrección, le recordé que estábamos padeciendo una grave sequía y que no se debía malgastar agua. El hombre, completamente sulfurado, me ladró que él era de la Comunidad Valenciana –quizá se habría pensado que yo era un guiri- y que pagaba sus impuestos. Imposible dialogar; di media vuelta y regresé a mi sillita de playa con la conciencia tranquila. Desde allí escuché las bravatas de aquel infeliz que, en pleno retorno a la infancia, emulaba a su hijo apretando incesantemente el botón. 

Quizá les parezca evidente que este hombre no tenía derecho a derrochar agua impúdicamente, por muchos impuestos que pagara. Pero, pensémoslo más detenidamente, ¿por qué no? Al fin y al cabo era una ducha pública y no figuraba ningún cartel que restringiera su uso. Ni siquiera una de esas recomendaciones, con las que topo diariamente en los lavabos de mi Universidad, en las que se aconseja consumir agua responsablemente con un curioso “¡tú decides!” de apostilla. 

Lo cierto es que, por extraño que parezca, la actuación de este hombre respondió a una idea bastante generalizada en nuestros días, según la cual todo lo que no está explícitamente prohibido, está permitido; y, dando un paso más, si está permitido quiere decir que se tiene derecho a hacerlo. La libertad individual goza así de las máximas garantías, pues la única fuente de la que podría emanar un deber jurídico serían las normas coactivas provenientes del poder público. Más allá, sólo quedaría la bienintencionada apelación al “¡tú decides!”, que parece remitir a una instancia moral que actuaría como coto vedado frente a las injerencias de quijotes cívicos o buenos samaritanos, impertinentes en cualquier caso. No es que la moral haya desaparecido del horizonte, entiéndase bien, sino que progresivamente se ha ido privatizando. Uno topa con diversas concepciones morales, es decir, de lo bueno y de lo malo, a las que puede adscribirse sin tener que dar explicaciones a nadie. Este fenómeno hace que, más allá de lo que prescriben las leyes y los usos sociales, la sombra de la anomia se extienda por la vida colectiva. Así se explica que en el cartelito del lavabo no se utilice un imperativo como “¡ahorre agua!” o “debes ahorrar agua”, perfectamente lógicos y plenamente justificados, y se opte por el timorato, aunque políticamente correcto, “¡tú decides!”. 

La privatización de la moral constituye un fenómeno complejo que, sin duda, obedece a diversas causas. Quizá sea Kelsen (1881-1973) uno de los autores que más ha contribuido a potenciarlo, al ligar relativismo moral y democracia. Este filósofo del derecho, probablemente el más influyente del pasado siglo, sostuvo reiteradamente que todo aquel que cree en una verdad absoluta se orienta hacia una actitud autocrática. Dicho en otros términos, la asunción de una determinada concepción moral como absolutamente verdadera representa un riesgo para la democracia. De este modo, cabría pensar que un buen demócrata es aquel que en su casa y con sus afines dice lo que piensa, pero que, consciente de que no hay verdades absolutas, renuncia a convencer a nadie. Por ello, no es casualidad que, en un alarde de mistificación, con frecuencia nos encontremos con que alguien que no ha renunciado a sus convicciones, y además osa exponerlas y defenderlas argumentalmente con la máxima energía, pueda ser hoy tachado de fascista. 

En definitiva, dada la privatización de la moral a la que asistimos, fácilmente se podría llegar a la conclusión de que, al levantarme de la silla e ir a cantar las verdades del barquero a aquel hombre, actué de manera intolerante y prepotente; nada menos que consideraba absolutamente malo lo que estaba haciendo, y pretendía convencerle de que renunciara a su acción (en este caso omisión). Intolerable; aquél era un genuino demócrata que pagaba sus impuestos sin meterse en la vida de los demás, al contrario de lo que yo hacía. Además, con su referencia a los impuestos me estaba recordando que sólo mediante una norma clara y precisa, elaborada democráticamente, se podría haber prohibido el uso ad libitum de la ducha. En fin, quizá les parezca excesiva mi irónica autocrítica: ¡ustedes deciden!

sábado, 1 de diciembre de 2012

Recorte a los pensionistas y pacto de Estado a la papelera

Dado que el objetivo es cumplir con el déficit -ojalá se logre-, no puede extrañar que el gobierno no revalorice las pensiones conforme al IPC de noviembre. Pero hay que ser conscientes de que este recorte es especialmente grave, no tanto por su cuantía, sino porque supone incumplir un pacto de Estado, el pacto de Toledo. Es verdad que ya lo hizo Zapatero en su día, siendo dicho incumplimiento duramente criticado por Rajoy. Ahora vuelve a suceder lo mismo y esto es muy grave. Si el gobierno preveía que podía ser necesario adoptar esta medida, creo que debía haberlo comunicado previamente al resto de partidos convocando el pacto de Toledo. No creo que fuera mucho pedir explicar cuál es la situación y poner las cartas boca arriba. Para mí es incomprensible, sobre todo cuando muy probablemente no vas a tener más remedio y se puede entender que toda la sociedad, incluidos los pensionistas, se vean afectados por los recortes.

jueves, 29 de noviembre de 2012

"Golpe de efecto"

Así se titula la última película protagonizada y producida, aunque no dirigida, por Clint Eastwood. Se la aconsejo, es una elección segura. He leído alguna crítica poco entusiasta, pero yo pasé un rato estupendo disfrutando con esta historia original y genuinamente americana en la que una vez más Eastwood protagoniza el papel de un hombre solitario cuya relación con su hija es difícil. El personaje de Eastwood es consciente de que la vejez le está mermando sus facultades, pero se resiste a admitirlo y no se deja ayudar, así que su hija deberá elegir entre echarle una mano o concluir exitosamente un caso que la convertiría en socia del bufete en que trabaja. La película refleja muy bien ese ambiente de beisbol, locales y música típica de aquel país. Quizá el final sea demasiado previsible, pero, qué demonios, la historia es bonita y además hay amor con final feliz. Por cierto, aunque se lo pueden imaginar, Eastwood lo borda, al igual que Amy adams y el propio Justin Timberlake.

martes, 27 de noviembre de 2012

"Grandes esperanzas"

El título de esta novela de Dickens refleja el ánimo con el que me embarqué en su lectura. En su día me decepcionó “Historia de dos ciudades”, aunque he de reconocer la maestría de Dickens al mostrar magistralmente cómo sacrificar la vida por amor puede dar sentido a una vida desaprovechada. En estos casos la muerte es un gran triunfo. De “Grandes esperanzas” esperaba una novela entretenida, con personajes sólidos, pero me he encontrado con una narración desesperadamente parsimoniosa que no es compensada por la profundidad psicológica que esperaba hallar. Claramente inferior a Tolstoi o a Pérez Galdós, por ejemplo. Quizá la disposición a pedir y a aceptar el perdón sea lo que más destacaría de esta novela que, siendo buena, no deslumbra.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Miliki bien se merece una entrada

Yo fui uno de esos niños que crecimos disfrutando con los payasos de la tele, esos niños que, hoy convertidos en padres, solemos cantar algunas de sus bonitas y pegadizas canciones a nuestros hijos, y que nos afanamos en ir a comprar los dvds con sus actuaciones. Todos eran talentosos, ninguno desentonaba en su papel. Gabi, Fofó, Miliki y Fofito (y también Milikito, más conocido por Emilio Aragón) fueron los payasos de la alegría más que del humor. Eso es lo que los convirtió en inolvidables, en míticos, porque hemos olvidado las tramas de sus historietas, pero nunca olvidaremos que Miliki y su familia nos llenaron el corazón de alegría, que, si lo pensamos detenidamente, es lo más importante de la vida, porque no es posible la felicidad sin alegría, y ninguna moral parece admisible si sus normas tiñen la vida de tristeza y pesadumbre. De todo corazón, gracias Miliki por haberme ayudado a disfrutar de una niñez alegre y feliz.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Cinco propuestas de reforma de la Constitución en clave federal

Ayer me llegó un interesante documento de la Fundación Ciudadanía y Valores (Funciva) en el que se exponen cinco propuestas de reforma constitucional con el fin de organizar España como un auténtico Estado Federal. Todas las propuestas me parecen bien y las suscribo sin reservas. No obstante, la primera de ellas, que se refiere a la necesidad de identificar concretamente los Estados federados, y que pretende que estos no sean más de diez, es bastante problemática. Ya comenté en entradas anteriores lo aconsejable que sería reducir el número de comunidades autónomas, pero creo que pasar de diecisiete a diez es difícil sin convertir alguna en un buñuelo indigesto. Hay cosas razonables, como incluir a Cantabria y La Rioja en la Comunidad de Castilla y León, o integrar a Madrid en Castilla-La Mancha. Pero, ¿qué hacemos con Asturias?, ¿la integramos en Galicia?, ¿en Castilla y León? ¿Y Murcia? Si alguien en la capital está pensando en crear el Estado federado de “Levante” que se lo vaya quitando de la cabeza. Por cierto, el documento habla de diez, pero no se moja a la hora de identificarlas. Comprensible, pero una lástima.

Me ha llamado la atención que en el documento se diga que con estas propuestas, que implican una reforma del sistema de financiación, competencial y del Senado, Cataluña contaría con “estructuras de Estado”. Hum, pensé inmediatamente, atención porque quizá los tiros puedan ir por ahí una vez concluyan las elecciones catalanas. Es habitual que en los actos de Funciva participen representantes de CiU, así que supongo que el documento no les será extraño. ¿Y qué pasaría con el concierto vasco y el cupo navarro? Se mantendrían como tales, pero se recalcularía la aportación que deben realizar.

Les recomiendo que lo lean con calma. Y, una vez lo hayan hecho, les pregunto: ¿puede satisfacer una reforma así a los nacionalistas? No se incluye el derecho a la secesión, es decir, estamos ante una reforma en la que se conserva la soberanía del pueblo español, al tiempo que se pretende de una vez por todas lograr un encaje que satisfaga a los nacionalistas. Mi respuesta es clarísima: no. La peor solución es taparse los ojos y no ver lo evidente: los nacionalistas jamás renunciarán a lo que creen que les corresponde como nación, la soberanía o el derecho a decidir, como ellos lo llaman. Así que me parece bien la reforma, pero no cometamos el error de engañarnos pensando que con ello se van a contentar.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La victoria de Obama

Parece claro que la victoria de Obama se ha debido en buena medida al gran apoyo que ha recibido de negros e hispanos. Imagino hoy a muchos blancos preocupados ante imparable avance de estas comunidades que, a juicio de muchos de ellos, pueden llegar a amenazar lo que ven como las esencias de aquella nación, incluido el predominio del idioma inglés en un futuro a largo plazo. Va a ser interesante observar cómo analizan su derrota los republicanos, que deberían ir pensando en la posibilidad de que su próximo candidato sea un hispano. Ese creciente protagonismo de los hispanos en EE.UU debería ser tenido muy en cuenta en España. Ojalá sirva para que nos decidamos a volcar todavía más, mucho más, la atención en hispanoamérica.

lunes, 5 de noviembre de 2012

"Skyfall"

La atmósfera del cine es incomparable, por mucho que los nuevos televisores proporcionen cada vez más calidad, y si encima la película es "Skyfall", de la que con justicia se ha destacado su espectacular fotografía -especialmente las imágenes de Shangai-, y voy acompañado de Pepe y Óscar, es difícil no pasar un buen rato. Pero lamento desilusionarles, queridos lectores, la película es bastante flojita. A mí desde luego me ha decepcionado, quizá por las expectativas altas que me habían creado algunas críticas que ahora empiezo a pensar que formaban parte del plan de promoción de la película. Lo primero que no me gustó fue la inexplicable supervivencia de Bond a un certero disparo en el pecho. Luego hay que decir que la trama es sumamente simple, carente de misterio. Y, finalmente, eso de que el villano Silva -que interpreta Bardem- pasaría a la historia como uno de los mejores es más que discutible. Aunque Bardem interpreta bien su papel y borda algunas escenas, Silva no le llega a la altura del betún, por ejemplo, al villano que interpretó Christopher Lee en "El hombre de la pistola de oro". Se le percibe vulnerable y el "look" que luce es ridículo. Ya les digo, si van pasarán un buen rato, pero no se dejen engañar, "Skyfall" no es esa gran película del año que destacan algunas críticas. Eso sí, me gusta muchísimo el estilo que Daniel Craig ha dado a James Bond a partir de la excelente "Casino Royale", muy superior a esta última entrega.

lunes, 29 de octubre de 2012

Goya

Hace pocos días, aprovechando que estuve en Madrid, fui a visitar el Museo del Prado. Contemplar esos cuadros es como abrir una ventana a nuevos y fascinantes universos, pero no resulta fácil abrirse camino entre todas aquellas obras. El visitante llega sumamente condicionado. Sabe quienes son los grandes pintores, e incluso creo haber visto un folleto en el que una turista iba tachando las obras maestras -debidamente identificadas- que ya había visto. Hay información de cada sala y de cada obra. Supongo que estarán pensando que eso es estupendo, ¿no? Te explican el cuadro, te lo dan mascadito y el espectador no tiene más que ingurgitarlo todo con el fin de acumular mayor cultura. ¿Qué otra cosa puede hacer el lego en arte? Lo lógico es que se muestre receptivo a aprender de los expertos. Y no digo yo que no tenga que ser así, pero tanta información me provoca cierto desencanto. Por eso hice un esfuerzo por aproximarme a las obras lo más libre de prejuicios que me fuera posible, no por arrogancia, sino por el sincero deseo ser lo más pristinamente receptivo al mensaje -si lo hubiera- del artista. ¿Y saben qué me pasó?  Pues que me entusiasmó Goya. Su evolución, que es también en buena medida la de España, es espectacular. Sus obras de la España del siglo XVIII reflejan una sociedad tranquila, feliz, pacífica que se va a ver sacudida con la invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia. Los cuadros del 2 y el 3 de mayo nos logran transmitir la rabia y la impotencia de aquellas jornadas. Y luego los retratos profundos y certeros de la familia real. Parece increíble que los protagonistas no se dieran cuenta de que Goya no los estaba retratando, sino desnudando ante el mundo, y no fueran capaces de sentir repugnancia de sí mismos -en el caso de Fernando VII- ante la contemplación de su maldad reflejada en el pincel de Goya. Deberían haber dicho lo que el Papa Inocencio X murmuró al contemplar el genial retrato de Velázquez: "Vero, troppo vero". Luego esas pinturas negras del siglo XIX marcado por la pérdida de la imocencia de la sociedad y del propio artista. En fin, fantástico. Claro, conocía a Goya, pero verlo de cerca es toda una experiencia.

domingo, 28 de octubre de 2012

La deriva del PSOE

Desde que Zapatero decidió, ante el silencio cómplice de los socialistas que ahora se lamentan, que el PSOE dejara de ser un partido nacional, era cuestión de ver cuánto tiempo tardaría en germinar la semilla del desastre. Ya se ha producido y cunde el pánico. El PSOE no es ni siquiera un partido a la deriva, ha dejado de ser un partido, tal y como demuestra la última locura del PSC. No les basta con propugnar un difuso Estado Federal, sino que ahora dicen que hay que reconocer el derecho a decidir y que, en cualquier caso, Cataluña debe tener un trato especial, sin concretar en qué consista dicho trato. Así es imposible. Es evidente que el PSOE no puede seguir unido a este PSC, pero el problema va más allá de Cataluña. ¿Qué sucede con los socialistas en la Comunidad Valenciana? Cualquier posible votante desconoce a qué tipo de políticas serviría su voto. Se sabe que si la aritmética lo permite se aliarán con Compromís y con Esquerra Unida para arrebatar el poder al PP. Y así en Baleares o en Galicia en su día. El problema del PSOE es monumental. No sólo se echan en falta políticos de talla. Urge un discurso nacional, pero dudo si eso es posible con la actual estructura federal de ese partido. Quizá deban optar por una especie de refundación que a mi juicio exigirá subrayar un mensaje de igualdad y justicia social para todos los españoles incompatible con los excesos y deslealtades de los nacionalismos periféricos, por eliminar cualquier ambigüedad en la defensa enérgica de la nación española, en la lealtad a la Constitución -sin que ello impida posibles reformas-, y por no poner en duda el régimen monárquico.

El fracaso de la reforma laboral

Los últimos datos del paro son bastante significativos. Por una parte, como era previsible, se destruye ya más empleo público que privado, cosa que alegra a muchos porque constataría que verdaderamente -por si alguien lo dudaba- se están llevando a cabo los recortes encaminados a reducir el déficit público. Pero también sigue aumentando el paro en el sector privado, lo cual evidencia que todavía estamos en lo más hondo de la crisis -pese a que empiezan a aparecer algunos datos que invitan al optimismo-, y que la reforma laboral en buena medida ha sido un trágico fracaso. Cuando se aprobó, discutí vehementemente con algún colega sobre la misma. No veía mal algunas medidas encaminadas a flexibilizar las relaciones laborales y evitar que el despido fuera la principal opción del empresario ante las dificultades, pero me indignaba el abaratamiento del despido unido a la ampliación de las causas objetivas. Pensana que los EREs se iban a disparar, pero, sobre todo, que ese despido barato iba a cebarse con trabajadores fijos de cierta edad que serían sacrificados para ser sustituidos por trabajadores jóvenes con contratos precarios. Cualquiera que reflexionara un poco podía darse cuenta de algo tan evidente, pero nada. Pues bien, ya sabemos que esos temores se han hecho realidad y que ahora el gobierno busca la fórmula para evitar que las empresas aprovechen las posibilidades de la nueva norma para deshacerse de trabajadores mayores y caros. ¡A buenas horas! No hay remedio ni consuelo para todos esos trabajadores de más de cincienta años a los que se les ha arruinado la vida. Eso es lo que tiene legislar en el ámbito laboral sin tener suficientemente la realidad social española en las relaciones laborales. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Los "socios" europeos

Lo están viendo, ¿no? Ni siquiera se respeta el compromiso de recapitalizar directamente a los bancos, que lógicamente debería producirse cuanto antes si de verdad se desea ayudar a España y por extensión a la zona euro. Seguimos en la incertidumbre respecto al rescate porque afortunadamente Rajoy no está dando su brazo a torcer. La actitud de Alemania, y no digamos la de Holanda, Austria y Finlandia, es vergonzosa. Estos son los "socios" europeos, ya ven. 

martes, 2 de octubre de 2012

Saboreando la España profunda

Volvía de Orihuela en tren. En el vagón había dos hombres más. Uno se sentaba a mi izquierda, al otro lado del pasillo. Era bajito, como un español de los años treinta, parecía labriego e iba bastante desarreglado. El tren se puso en marcha y se arrancó a cantar flamenco mientras yo intentaba leer “Grandes esperanzas”, de Dickens, que, por cierto, me está defraudando. Desistí del intento y me centré en el recital improvisado que se me regalaba. Paisaje de la vega baja, tren de gasoil obsoleto y flamenco. Estaba saboreando España. Aunque intenso, poco duró aquello. Llegamos a la estación de Callosa de Segura y el cantaor se dispuso a apearse. No piense el lector que le hice palmas o le jaleé unos cuantos “olés”, pero el artista se dio cuenta de que no estaba a disgusto y me espetó un castizo “¿A que ta gustao?”. Con mi mejor sonrisa le contesté “sí, hombre, sí”. Hoy, de buena mañana, un barrendero pasaba por delante de mi casa cantando aflamencadamente “Ausencia” (creo que así se titula), de David Bisbal. También disfruté escuchándolo, aunque no le recomendaría que se presentara a los famosos castings. Como la llegada del melonero, el afilador o el tapicero, me alegra ver que todavía hay gente que canta por la calle, rasgo genuinamente español. Escuchar a estos dos espontáneos ha sido como tomar contacto con esa alma española cuya vitalidad permanece agazapada para, cuando menos se lo esperen unos y otros, darnos una sorpresa. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

Un comentario a "aporías nacionalistas", de García Amado

Este fin de semana, Juan Antonio García Amado, autor del blog “Dura lex”, referenciado en este blog como uno de los que sigo, ha publicado dos entradas sobre las aporías del nacionalismo. En la primera de ellas, única en la que me detendré, se dedica a mostrar que las reivindicaciones nacionalistas conducen a aporías insostenibles cuando simultáneamente se recurre al argumento identitario y al de la queja por el trato injusto. Puedo compartir plenamente su argumentación en este punto, que es desarrollada con la claridad que le caracteriza. Mi interés se centra en la hipótesis de que un nacionalismo de unión y otro de secesión –por utilizar sus términos- recurran exclusivamente al argumento de la identidad nacional. Según García Amado en estos casos no parece haber mucho que hacer, el conflicto está servido sin remedio. Quizá los párrafos más elocuentes sean estos dos: 

“Ahora veámoslo desde el punto de vista del nacionalismo de la unión. En el ejemplo con el que comparamos e ilustramos, es mi mujer la que quiere por encima de todo que continuemos juntos. ¿Qué puede o debe hacer? Si yo me sirvo del argumento de la identidad y ella trae a colación el de la identidad suya, estamos en un callejón sin salida. Ella se empeña en que no puede vivir sin mí, pero yo insisto en que solo puedo vivir sin ella. En esa tesitura, podrá acudir a la ley el que la tenga de su parte, por ejemplo si en ese sistema jurídico no está regulado el divorcio o la separación. Entonces la ley está del lado de mi mujer y podrá invocarla a su favor para mantenerme con ella coactivamente, pero ¿tiene sentido que se obligue a dos a vivir juntos cundo hay uno que no soporta al otro? Esa es la aporía o callejón sin salida cuando chocan dos nacionalismos de la identidad, el uno de unión y el otro de separación. No hay tutía”. 

Y, sin analogía alguna, su posición se resume así: 

“La contraposición de nacionalismos de la identidad aboca sin remedio al conflicto: habrá uno que pierda o se rinda y habrá otro que venza y se salga con la suya, pero ambos se sentirán cargados de razones sustanciales, metafísicas casi cuando hablamos de naciones. Por definición, por el modo de ser de cada uno, los nacionalismos de la identidad están incapacitados para negociar, pues arrancan de premisas innegociables siempre que el uno sea nacionalismo de unión y el otro de separación”. 

Es verdad que dos nacionalismos de identidad que tienen como objetivo irrenunciable la unidad por un lado y la independencia por otro se encaminan a un conflicto que lo más probable es que se salde con un ganador y un perdedor. Da la impresión de que a García Amado le parece que en el debate identitario las razones importan poco y, en cualquier caso, serán incapaces de evitar que se produzca la confrontación. Digo esto porque alude a que las naciones se fundan en “razones sustanciales, metafísicas”. Este punto me parece bastante importante y por ello quiero detenerme en él. 

La cuestión radica en si cuando se trata del nacionalismo la clave se halla en los sentimientos de identidad y en la voluntad colectiva de caminar en una determinada dirección coherente con dichos sentimientos. Es cierto que toda nación sobrevive en tanto permanezcan activos los lazos afectivos que sirven para trazar conjunta y voluntariamente metas colectivas, la primera de las cuales es buscar juntos el bien común. Como decía Renan, una nación es un plebiscito cotidiano. Pero no sólo eso, una nación es una sociedad completa,  como explica Julián Marías, es decir un lugar en el que hallamos una serie de vigencias generales que nos permiten desarrollar la totalidad de lo que se considera una vida plena y que la diferencian de otra sociedad de forma sustancial. Aunque cada región implique determinadas peculiaridades en el modo de vivir, la región se caracteriza por no alterar sustancialmente el modo de vivir, por lo que cambiando de región podemos decir que estamos en la misma sociedad. 

¿Es posible discutir racionalmente sobre cuándo una sociedad cambia sustancialmente y se convierte en otra distinta? Esta pregunta es importante no sólo desde un punto de vista teórico, sino también porque si ignoramos los datos objetivos que identifican a una nación y se produce la secesión de una región que erróneamente se ha considerado a sí misma una nación las consecuencias vitales para sus miembros pueden ser bastante más graves que las económicas, que son las únicas que al parecer hoy importan. Concretemos la pregunta: ¿la sociedad catalana o la sociedad vasca son sustancialmente distintas del resto de la sociedad española, y puede hablarse, por tanto, de una diferencia análoga a la que existe entre la sociedad española y la francesa o la portuguesa, por ejemplo? Que hay particularidades notables en el País Vasco y Cataluña nadie lo niega. El propio Franco, en su testamento político, exhorta a preservar la unidad de España exaltando la rica multiplicidad de sus regiones. La cuestión es si son verdaderamente una nación, es decir, si son sociedades sustancialmente distintas del resto de España. Y esto no depende de su voluntad, sino que es cuestión de examinar su estructura social que en buena medida se explica por la historia. 

Mi respuesta es claramente negativa, especialmente en el caso de Cataluña. España es la nación más antigua de Europa y esta afirmación no supone darle una solidez especial fundada meramente en el paso del tiempo, sino que la historia pone de relieve una permeabilidad social constante que ha hecho de España una sociedad completa, aunque se preserven las particularidades regionales. Y esta permeabilidad ha sido particularmente acusada en el último siglo y medio. La sociedad catalana y vasca han recibido una inmigración del resto de España que sólo se explica por su pertenencia indiscutible a la nación española. Algo como lo acontecido en estas regiones sería inaudito que se produjera sin levantar temores entre dos naciones. Por ejemplo, ¿se imaginan que todos los trabajadores extremeños y andaluces que emigraron a Cataluña hubieran sido franceses o rumanos? No hubo ningún problema porque todos eran españoles, y lo mismo cuando se trata del País Vasco. ¿Qué era el País Vasco a finales del siglo XIX? Le sugiero al lector que indague en la población de Bilbao y San Sebastián en 1870. ¿Sorprendido, lector, al ver que esos “históricos” territorios de esa comunidad histórica carecían de importancia? 

Cuando se trata de nacionalismos identitarios, la historia y una fina observación de la realidad social puede proveernos de argumentos objetivos con los que contrarrestar la voluntad de una determinada región por independizarse. Cierto que dicha voluntad podrá existir, manifestarse y aspirar a cambiar la realidad, pero me parece importante, y por ello este comentario a la entrada de García Amado, señalar que en un debate sobre nacionalismos identitarios una parte puede tener más razón que la otra o incluso toda la razón, aunque tener la razón no sea suficiente para enervar la confrontación. Por ello, para concluir diré que, si estoy en lo cierto y es posible utilizar argumentos a favor de un nacionalismo y no de otro que vayan más allá de la voluntad de ser nación, los partidos nacionales deberían utilizarlos y no conformarse con apelar a la Constitución. ¿Por qué demonios no se puede sostener que Cataluña es una región, y que hoy Cataluña no se explica si no es como el resultado de su pertenencia indiscutible a la nación española de la que ha recibido a cientos de miles de trabajadores que han contribuido a su prosperidad? No hay que rechazar el debate con los nacionalistas, máxime cuando no tienen razón.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Sobre las caricaturas de Mahoma

El tema de las caricaturas de Mahoma requiere una respuesta que nos permita escapar de ese dilema diabólico en que parece que estamos varados: si se opta por no publicar las caricaturas se estaría renunciando a los propios principios en defensa de la libertad de expresión, lo cual además podría ser interpretado como un triunfo de los intolerantes. Por el contrario, si se publican alguno pensará que es una imprudencia innecesaria que puede tener graves consecuencias. ¿Cómo actuar en este y en otros casos semejantes?

En el blog hay un post titulado “Una mezquita en la zona cero”. Lo que allí dije puede servir para este caso, aunque habrá que ser más explicito. A mi juicio, la clave está en darse cuenta de que el ejercicio legítimo de un derecho fundamental no es garantía de convivencia pacífica si no está inspirado por un deseo de concordia. ¿El derecho a la libre expresión ampara la crítica a las religiones? Sí, siempre que no se incurra en el insulto. Aquí topamos con el primer problema, pues puede no ser fácil determinar cuándo estamos ante un insulto. Los miembros de una religión pensarán que determinada caricatura es una blasfemia intolerable mientras que el autor sólo tenía intención de bromear. Vamos a dejar fuera los casos claros de insultos a una religión, pese a que como digo aquí es difícil hallar claridad, y centrémonos en supuestos en los que se critica satíricamente, tal y como ha sucedido con esas viñetas francesas.

En estos casos se estaría ante un ejercicio legítimo del derecho a la libre expresión amparado por el ordenamiento jurídico. ¿Y no es el titular del derecho quién determina cuándo y cómo desea ejercer legítimamente su derecho? Sí, sin duda así es. Por consiguiente, cabría pensar que nada hay que objetar a la publicación de las caricaturas. Jurídicamente no, en efecto, pero, y esto es de la máxima importancia, la convivencia no se construye sólo a través del derecho. La política implica convivir juntos y  organizar la sociedad con el fin de alcanzar el bien común. Para ello, como decía al principio, al respeto a los derechos fundamentales hay que añadir la búsqueda de la concordia que puede exigir en ocasiones renunciar a todo aquello que sin ser esencial en la defensa de la propia posición sabemos que puede ofender al otro, aunque tengamos derecho a actuar así. ¿En qué se traduce este planteamiento? En afirmar que no hay nada censurable en quien movido por una voluntad de concordia se autolimita en el ejercicio de sus derechos y expresa sus opiniones con delicadeza. Así, por ejemplo, se puede criticar de palabra la actitud de los musulmanes fundamentalistas sin utilizar esas imágenes que tanto les molestan. Pero, se me objetará, ¿movidos por voluntad de concordia o más bien por miedo? Y, si es esto último, ¿dejarnos intimidar no supone renunciar a nuestra libertad? ¿No será, pues, que disfrazamos de voluntad de concordia nuestro miedo? Además, ¿qué sucede con quiénes hacen de las caricaturas satíricas su profesión? Estas preguntas, todas ellas pertinentes, no tienen respuesta fácil. Cada cual debe responderlas en su fuero interno y no permitir que el temor sea la causa de nuestra acción. Lo que sobre todo quiero destacar es que el ejercicio de los derechos fundamentales debería estar inspirado por un decidido afán de concordia. Cuando esto no es así surgen los agravios, las rencillas, los conflictos en definitiva que poco a poco van minando la convivencia. Si sabemos que para mucha gente la religión es algo muy importante en su vida, ¿qué se gana guisando Cristos o dibujando a Mahoma con una bomba en el turbante? Hay que ir por la vida diciendo lo que uno piensa, pero procurando no ofender innecesariamente a los demás en lugar de estampar nuestros derechos en la cara de los otros.

martes, 18 de septiembre de 2012

Carrillo

Santiago Carrillo, que hoy ha fallecido a los 97 años, ha sido testigo y protagonista de la historia de España en el siglo XX. En su larga vida cometió errores y maldades -Paracuellos-, pero también contribuyó positivamente al éxito de la Transición. Algunos pensarán que su responsabilidad en las matanzas de Paracuellos hacen de él un personaje  siniestro que no merece ningún homenaje, pero la Transición se basó en una reconciliación en la que se decidió no utilizar el pasado como instrumento de confrontación política. Las víctimas de Paracuellos están en su derecho de no perdonarle, máxime cuando él nunca reconoció su implicación en aquello, pero los españoles administramos un perdón político que incluye también a Carrillo. Valoremos, pues, su figura con objetividad, sin dejar que sus aciertos o sus errores conduzcan a juicios maniqueos. Teniendo, pues, a la vista toda su biografía me parece que lo más destacable, por la trascendencia histórica del acontecimiento, fue haber logrado que el PCE favoreciera la concordia durante la Transición. Sin embargo, en sus últimos años de vida parecía que valoraba negativamente muchos de los logros de aquella época. Se convirtió en un adalid de la memoria histórica, algo incomprensible en alguien que se benefició personalmente de aquel perdón político.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Excelente dato de déficit autonómico

Parece que nos sobran buenas noticias y no se da la importancia que tiene a los datos de control del déficit público que ayer proporcionó el ministro Montoro. Las autonomías están obteniendo resultados en el contexto más difícil. Estoy muy contento porque, al margen de que signifique que no hará falta adoptar muchas más medidas de las que nos están hundiendo en la recesión, esto debería servir para que muchos se den cuenta de que las comunidades autónomas, bien gestionadas, son viables. Por cierto, impresionante el esfuerzo de Valencia, Cataluña y Castilla-La Mancha.

El desafío catalán parece que "va de bo"

Hacía tiempo que no escribía sobre temas relacionados con Cataluña, que en otro tiempo protagonizaron bastantes entradas, pero la iniciativa abiertamente independentista que ha puesto en marcha CiU nos sitúa ante un nuevo escenario que conviene analizar.

Los nacionalistas catalanes se quejan siempre, lo cual hace difícil que pueda saberse cuándo sus reivindicaciones son justas o injustas. En los últimos tiempos vienen insistiendo en la necesidad de un pacto fiscal para Cataluña, lo cual sería la reacción lógica de cualquiera que no viva en el País Vasco o Navarra. Se puede comprobar que estas regiones –los españoles que allí viven, por consiguiente- tienen una situación privilegiada frente al resto. A partir de ahí, la injusticia es mayor o menor. El trato fiscal más injusto lo padecemos sin ninguna duda los valencianos, aunque es cierto que los catalanes también tienen motivos de queja por el sistema de financiación. Al margen de lo que pidan los catalanes, la situación del País Vasco y Navarra es un agravio inaceptable con el que habría que acabar. Ahora bien, nada de esto justifica la reacción independentista, pues desde la lealtad se puede protestar enérgicamente, como espero que haga Fabra lo antes posible para defender no los intereses de los valencianos, como si de una reivindicación egoísta se tratara, sino un simple trato justo que garantice la igualdad entre todos los españoles.

La toma de posición inequívocamente independentista de CiU ha sido un golpe de suerte dentro de la desgracia que supone comprobar reiteradamente que el nacionalismo catalán y vasco, como radicalmente españoles que son, hacen de los agravios que les causa España su razón de ser. Son tan españoles que no sé cómo se las apañarían para vivir olvidándose de España, al margen de sus posibilidades de supervivencia económica. Pero decía que ha sido un golpe de suerte porque no es habitual que los nacionalistas catalanes sean tan claros. Esta vez, como diríamos los valencianos, parece que “va de bo”. ¿Qué hay que hacer? Yo lo resumiría en tres puntos:

1. Si CiU adelanta las elecciones e incluye en su programa una posición inequívocamente independentista, y los partidos independentistas obtienen un respaldo electoral superior al 70%, convendría formar una mesa de partidos y abrir un proceso de diálogo con vistas a llegar a acuerdos para modificar el marco constitucional, de tal forma que pudiera plantearse ese llamado “divorcio” entre Cataluña y el resto de España. Naturalmente, el conjunto del pueblo español debería decidir sobre ese nuevo marco constitucional. Igual hay sorpresas y la mayoría de los catalanes prefiere un pacto fiscal y el resto de los españoles lo rechaza y prefiere independizarse de los catalanes. 

2. Mientras tanto, no sólo la Constitución debe respetarse escrupulosamente, como es natural, sino que si siempre es importante decir la verdad, ahora resulta imprescindible. Rajoy y Rubalcaba tienen la obligación de defender la nación española. Aunque sea perfectamente lícito que los catalanes piensen que Cataluña es una nación, hay que subrayar que la que sin duda lo es es España.



viernes, 7 de septiembre de 2012

El dilema del rescate

El anuncio de Draghi sobre la disposición del Banco Central Europeo a adquirir ilimitadamente bonos en el mercado secundario ha desatado la euforia en los mercados, pero los alemanes están que trinan con el italiano. La actitud de Alemania en la crisis que estamos viviendo está sirviendo para que mucha gente empiece a conocer ese defecto alemán que Ortega denominaba “furor teutonicus”. Se trata de profesar una fe inquebrantable en determinadas ideas por mucho que la tozuda realidad les mande señales claras de que deberían reconsiderarlas. Una obstinación incompatible con la prudencia, que es el corazón y la esencia de la política. Aunque no debería sorprenderme, de verdad que no salgo de mi asombro con la reacción que hoy ha habido en Alemania contra Draghi.

Pero dejemos a los alemanes a un lado y examinemos la situación en la que ahora mismo estamos. La maniobra de Draghi, que llega con retraso, es la única salida para evitar la quiebra de España y la consiguiente ruptura del euro. El mero anuncio de la existencia de la posibilidad de una intervención del BCE ha relajado enormemente la prima de riesgo, aunque no sabemos si será suficiente y los especuladores forzarán la petición efectiva de un rescate que aparece ligado a “estrictas condiciones”. ¿Qué debemos hacer? Es difícil responder a esta pregunta sin conocer con detalle los datos que maneja Hacienda. Vamos a suponer lo más probable, que estamos con el agua al cuello y necesitamos financiación barata urgentemente. Es evidente que esas “estrictas condiciones” exigirán profundizar en los recortes, lo cual a mi juicio es incompatible con la recuperación económica y nos pondría en el camino de Portugal o Irlanda. Por consiguiente, en la negociación que ahora mismo está desarrollándose España debe poner pie en pared y hacer valer las medidas que ha tomado hasta el momento como aval para ese rescate. De lo contrario, hay que evitar a toda costa el rescate. Creo que es preferible la salida del euro antes que acabar como Portugal o Irlanda, sencillamente porque el “furor teutonicus” está condenando al euro y con esa actitud es cuestión de tiempo el regreso de las monedas nacionales. Mejor que esto se produzca ahora y no después de haber destrozado nuestra economía. Insisto en que España puede y debe plantear un órdago, sobre todo después de todos los sacrificios que estamos realizando los españoles.

viernes, 31 de agosto de 2012

El caso Bolinaga

Por lo que se ha publicado en los medios de comunicación, la fiscalía, atendiendo a un informe médico que señala que el estado físico del etarra Bolinaga no es terminal, ha solicitado que permanezca en la cárcel. El juez ha argumentado en su resolución que los principios de humanidad y la dignidad de las personas deben predominar sobre cualquier otra consideración legal. En efecto, un Estado que reconoce la dignidad de todo ser humano no puede ser indiferente ante la situación de los presos. Pero la misericordia debe ponderarse con la firmeza de un Estado que persigue a aquellas personas que han ignorado la dignidad de sus víctimas al haber actuado con extrema crueldad, como hizo Bolinaga torturando despiadadamente a Ortega Lara. Comprendo que puede tratarse de un caso discutible, pero mi criterio sería haber esperado hasta el comienzo de la agonía y, mientras llega ese momento, facilitar al máximo las visitas de familiares y hacer todo lo posible por mejorar el entorno del preso en la cárcel.

P.D. Obviamente, estos comentarios no son valoraciones sobre la interpretación de la norma realizada por el juez, sino opiniones sobre los principios que deberían inspirar la legislación en esta materia.

sábado, 25 de agosto de 2012

La alegría de los españoles

Ayer, hablando con mi padre (nacido en 1927) de cómo están las cosas en España, le comentaba que me sorprendía mucho que Julián Marías dijera que en los años cuarenta los españoles tenían unas inmensas ganas de vivir, que fueron años de alegría. Parece increíble que hiciera tal afirmación cuando es sabido que fueron años de represión, de intensa persecución política, de hambre y cartillas de racionamiento, todo ello acompañado por las experiencias y recuerdos traumáticos vividos en los años de la Guerra Civil. Mi padre conoció esa época y coincide con Julián Marías. Estas opiniones pueden reflejar una sensación subjetiva que quizá mucha gente que también viviera en esa época no comparte, pero, si nos paramos a pensar, se puede llegar a entender que en unos años más duros que los actuales la desgracia no frenara esa corriente de alegría que percibieron Marías y mi padre.

Ninguna situación personal ni histórica se valora por lo que es, porque en los problemas humanos casi nunca las cosas son puramente en presente, lo cual, apuntémoslo de paso, es fuente de muchos conflictos y de infelicidad. Ese tipo de situaciones son el resultado de una interpretación que es síntesis de pasado, presente y futuro. Probablemente eso pueda explicar que los años cuarenta fueran alegres y que hoy sea deprimente contemplar los rostros de la gente al pasear por las calles de nuestras ciudades. En los años cuarenta el pasado era trágico, traumático, y el duro presente era el resultado de un enfrentamiento fraticida que afortunadamente había concluido. Mirar atrás era contemplar el error desde la desolación presente. Tanta tristeza reclamaba una dosis de alegría para confirmar que todo en el universo tiende a lograr un equilibrio natural. Justo lo contrario de lo que pasa ahora. Veníamos de vivir la “dolce vita”, y no me refiero únicamente a lo material. España había alcanzado el sueño europeo y sólo -se pensaba- nos podía esperar el progreso. Por eso la actual depresión económica se ha llevado por delante la alegría de los españoles. El contraste con nuestras expectativas forjadas en un pasado que, errores al margen, podía verse como un rotundo éxito ha sumido a la gente en la tristeza. “¡Nuestros hijos y nietos van a vivir peor que nosotros!”, se escucha decir. En esa frase se condensa un fracaso monumental que nos está hundiendo en la depresión. 

¿Podemos recuperar la alegría? ¿Cómo superar la depresión que nos aqueja? Si pensamos en la depresión como enfermedad, para curarse suele aplicarse un tratamiento farmacológico, pero también es habitual que éste se combine con psicoterapia. En la actual situación, la solución de los problemas macroeconómicos que amenazan con llevarnos a la quiebra serían las pastillas contra la depresión. Pero para recuperar la alegría hace falta algo más que la estabilización de la situación económica y financiera. Hemos sufrido un tremendo desencanto, un desengaño nacional, y urge el equivalente a la psicoterapia: necesitamos comprendernos a nosotros mismos, que es lo que nos diría un psicólogo, reforzar nuestra autoestima y fijarnos nuevas metas colectivas. Si empezamos a hablar de todo eso en serio, es decir, si empezamos a actuar políticamente, pronto surgirá la ilusión por querer conquistar el futuro con nuestro esfuerzo. Y la ilusión es el camino que conduce a la alegría, que es la clave de la felicidad. Sí, me gustaría que los españoles recuperáramos la alegría y fuéramos felices, que al fin y al cabo es lo verdaderamente importante. Curiosa conclusión, ¿no les parece?: la política como clave de la felicidad, justo lo que pensaban los griegos cinco siglos antes de Jesucristo. Algunos, sin embargo, seguirán creyendo que todo es economía...

miércoles, 22 de agosto de 2012

La "bomba"

No hay que tomarse a guasa los incidentes protagonizados por Sánchez Gordillo y los sindicalistas que le acompañan. Asaltar supermercados u ocupar hoteles son delitos que poco tienen que ver con una desobediencia civil pacífica y reivindicativa. Condena sin paliativos para él y sus compinches. Pero, aun tratando de ser benevolente al interpretar sus intenciones, ha habido una imagen que refleja el ánimo con el que este grupo afronta sus acciones, y que me reafirma más si cabe en el rechazo. Se supone que esta gente se ha lanzado a la calle como fruto de la indignación ante la injusticia social. Esa indignación debería verse reflejada en las acciones, en los gestos, en todo. Pues bien, muchas cosas se podría uno esperar de alguien a quien le hierve le sangre menos que ocupe un hotel y se vaya a la piscina a hacer la “bomba”. ¡Qué demonios de indignación es esa! Yo soy el que me indigno al verlos saltar como si se tratara de una jornada lúdico festiva. Una auténtica mamarrachada.

lunes, 20 de agosto de 2012

Vicenç Navarro y la bandera republicana

Hoy he leído un artículo de Vicenç Navarro en el que se falta a la verdad. Me parece muy respetable que este señor se sienta identificado con la bandera republicana, y que defienda que España debería recuperarla como símbolo que represente a todos los españoles. No creo que la exhibición de esa bandera incite a la violencia, como parece que ha dicho el Gobierno al prohibir animar a España con esa bandera en los juegos olímpicos, aunque estoy convencido de que no contribuye a unir a los españoles –siembra la discordia-, y por ello me parece una insensatez utilizarla.

De las opiniones que desliza en el artículo no comparto prácticamente ninguna, pero eso es irrelevante. Lo que me parece peligroso e indignante es faltar a la verdad, y eso es lo que hace este señor en su artículo. Y no precisamente en un tema secundario, sino en el punto central referente a la bandera republicana. Dice Vicenç Navarro: Mi bandera española (tan querida como La Senyera), es la bandera por la cual mis padres y su generación lucharon (perdiendo una guerra) y es la bandera que las fuerzas democráticas, también en Catalunya, defendimos durante la dictadura. La bandera republicana, que, por cierto, me alegra ver que aparece cada vez más en las manifestaciones de protesta que están ocurriendo en nuestro país. Esta bandera liga las demandas presentes de un mundo mejor con nuestras luchas y las de nuestros antepasados para establecer otra España, la España de los distintos pueblos y naciones de España, frente a esta España del establishment, cuyas políticas están causando un enorme dolor sin que tengan ningún mandato popular para llevarlas a cabo pues nunca estuvieron en sus ofertas electorales”. 

Fíjense, por cierto, como Navarro sugiere que la salida de la crisis es una España nueva que recupere los valores de la República. Aquí tienen un ejemplo clarísimo de que la crisis que estamos viviendo exige repensar España, y de cómo en esta tarea algunas propuestas nos conducen de nuevo a la discordia. Pero ese no es el tema principal que quiero destacar del texto citado. Dice Navarro que muchos españoles lucharon por la bandera republicana. Afirmar lo contrario casi parecería una insensatez, porque ¿acaso no iban los republicanos a defender la bandera republicana? Pues bien, lean con atención el siguiente texto de Julián Marías. Marías fue soldado republicano y sufrió represalias durante el franquismo. Por encima de cualquier otra consideración, la veracidad es el rasgo que yo más destacaría de toda su obra.

Dice Julián Marías: “Fue un grave error sustituir la bandera española en 1931, por la tricolor, pero a pesar de ello esa bandera republicana fue un símbolo de esperanza y despertó mi entusiasmo juvenil; ahora bien, muchos recordamos lo poco que interesaba durante la guerra, lo difícil que era conseguir que fuese izada; esa bandera que ahora [hacia 1976] exhiben a destiempo algunos partidos, no era del gusto de socialistas, comunistas y anarquistas, o de los sindicatos, que preferían con mucho sus banderas rojas o rojinegras, símbolos de otras concepciones políticas distintas de una República liberal que pronto se vio desasistida” (Julián MARÍAS, La España real. Crónicas de la Transformación Política, Barcelona, Círculo de Lectores, 1983, pág.138).

Creo que el testimonio de Marías deja en evidencia que la visión de Navarro es fruto de su fantasía. Es lamentable que se ensalce un período del que los españoles no podemos estar orgullosos y al mismo tiempo se sigan echando piedras contra la Transición, el mayor éxito de España en todo el siglo XX.

lunes, 13 de agosto de 2012

¿Suprimir las autonomías?

Parece mentira que haya que recordar lo evidente: la organización de un Estado no puede decidirse atendiendo principalmente a criterios económico-financieros. Digo esto porque, como habrán tenido ocasión de leer y escuchar, algunas personas insisten en que la principal reforma que necesita España consiste en eliminar las autonomías, ya que se habría demostrado que este sistema es inviable y nos ha llevado a la ruina.

Es fácil darse cuenta de que en las Comunidades Autónomas se ha despilfarrado (televisiones, grandes proyectos, aeropuertos fantasma, embajadillas, etc.), pero no tengo claro que el sistema sea inviable, y mucho menos que sea ese despilfarro el que nos haya llevado a la ruina. Las causas de la crisis son más profundas y, entre otras, hay que buscarlas en el escenario que generó la llegada del euro, en la política del BCE, y también, lógicamente, en la pésima gestión de Zapatero y de los gobiernos autonómicos desde que comenzó la crisis e incluso antes. Se habla mucho de que resulta imprescindible que el gobierno embride a las autonomías para asegurar que no sobrepasen el objetivo del 1,5% de déficit. Imaginemos que no lo logran y el déficit se va al 3%. Bueno, pues tal como está el panorama, con los ingresos absolutamente hundidos, me parece que un dato así no puede llevar a pensar que se trata de un sistema inviable. Si encima se cumple el objetivo ya me dirán.

En mi opinión, España acertó al descentralizar la gestión de determinados asuntos otorgando autonomía política a unas regiones que administrativamente se articularon en comunidades autónomas. Cuestión distinta es si dicho sistema, sin perder su esencia, puede y/o debe ser reformado. Pienso que son necesarias importantes reformas. En primer lugar, convendría redefinir el número y la composición de las comunidades autónomas. En este sentido, por ejemplo, sería mucho más racional que las tres provincias de León (León, Zamora y Salamanca) constituyeran una comunidad autómona, y que La Rioja y Cantabria se incorporasen a una comunidad que podría denominarse Castilla la vieja. Asimismo, me parecería perfecto que el País Vasco se integrara en una única comunidad autónoma con Navarra, si bien no pueden obviarse los problemas de fondo que en este caso se presentan. Imagino que a los navarros no les hace mucha gracia esta idea. Tampoco veo por qué razón Ceuta y Melilla tuvieron que convertirse en comunidades autónomas. En segundo lugar, también es absolutamente imprescindible clarificar las competencias que corresponden al Estado central y a las autonomías, tal como sucede en los Estados federales. Además, habría que valorar si determinadas competencias deben volver a ser ejercidas por la administración central, tales como Justicia o Sanidad. En tercer y último lugar, habría que definir con claridad las dimensiones institucionales que pueden alcanzar las CC.AA y evitar duplicidades de organismos con la administración central, lo cual no ha sucedido hasta ahora. Creo que acometer este tipo de reformas es mucho más sensato que borrar de un plumazo las autonomías como pregonan algunos. 

miércoles, 8 de agosto de 2012

Las diferencias entre el CDS y UPyD (sobre la situación política actual)

Demos un paso atrás, dejemos aparcadas las urgencias de la crisis por un momento y analicemos la situación política española. Creo que está plenamente confirmado que nuestra democracia ha entrado en una nueva fase. Para comprender adecuadamente lo que está sucediendo habría que referirse a diferentes cuestiones, pero quizá la mejor forma de entender la situación en que nos hallamos sea ver las diferencias que existen entre el CDS (el partido fundado por Adolfo Suárez) y UPyD.

Presté mucha atención a UPyD desde el comienzo de su andadura, y en alguna conversación con amigos del PP mencioné que estaba convencido de que este partido podría llegar a desempeñar un papel de cierta importancia en el futuro. Con la cortedad de miras que suele caracterizar a los políticos, recuerdo que uno de ellos me dijo que UPyD no tenía ninguna posibilidad y que acabaría desapareciendo, tal como le sucedió al CDS. Pretender relacionar el CDS y UPyD significa no entender nada de lo que está pasando en España.

El CDS fue un partido que se originó todavía en el marco de la fragmentación política que caracterizó los años de la Transición. Recordemos que Suárez lo funda en 1982 y se presenta bajo sus siglas a las elecciones de octubre de ese año que ganó el PSOE por mayoría absoluta. Podría decirse que tanto por el año de su fundación como por su fundador el CDS era un partido ligado a la Transición. En esos años (1975-1982), UCD gobernó con mayorías relativas, y hubo partidos nacionales minoritarios con importante peso parlamentario (el PCE y Alianza Popular). Una vez concluida la Transición, la política española se fue polarizando, es decir, los dos grandes partidos fueron acumulando cada vez mayor número de votos y de parlamentarios en detrimento de los partidos minoritarios nacionales. El PCE, luego Izquierda Unida, se mantuvo bastante bien con Julio Anguita, pero, tras la desaparición de UCD, Alianza Popular se convirtió en el referente de la derecha y el CDS, tras un buen resultado en 1986, retrocedió en 1989 y, finalmente, el sistema electoral lo borró del parlamento en 1993. Desde entonces hemos vivido unos años de consolidación del bipartidismo que está llegando a su fin.

UPyD es el primer partido nacional post-transicional que accede al Congreso de los Diputados. Según las encuestas, aumenta su intención de voto, aunque evidentemente el sistema electoral impide que amenace la hegemonía de los dos grandes partidos. El ascenso de UPyD y la recuperación de IU se explican por un fenómeno que ahora mismo me parece casi imparable: la convicción de buena parte del electorado de que tal como actualmente funciona la política poco importa votar al PP o al PSOE. Esto es lo que explica que el desgaste del PP no se traduzca en el aumento de las expectativas de voto del PSOE. Los ciudadanos observan que los gobiernos de España han perdido la capacidad de decidir autónomamente y actúan casi al dictado de lo que exigen otros Estados u organismos internacionales. No hemos perdido nuestra soberanía, que nadie se engañe en esto, lo que hemos perdido es el coraje y la decencia política que exigen no olvidarnos del soberano, es decir, del pueblo español. Y eso hace que éste paulatinamente vaya retirando su apoyo a los dos grandes partidos y ande cada vez más convencido de que los políticos son una parte importante de los problemas actuales de España. ¡Cómo no van a serlo si el año pasado nos reformaron la Constitución para evitar que la prima de riesgo se disparara y hoy la tenemos más alta! El pueblo español es ciertamente borreguil y detesta pararse a pensar políticamente, pero este caso es clamoroso.

La desafección hacia los grandes partidos liderados por políticos (Rajoy y Rubalcaba) pertenecientes a una generación en claro retroceso (de este tema me he ocupado en mi libro “Justicia transicional, memoria histórica y crisis nacional”, por si a alguno le interesa el asunto) va a continuar e incluso se acentuará. Yo veo que estamos ante una oportunidad magnífica para volver la vista hacia los grandes problemas nacionales y recuperar el interés por la política, como sucedió en los años de la Transición. El problema es que, a diferencia de aquellos años, el funcionamiento de los partidos políticos ha implantado una cultura política que ha arrasado con las vocaciones políticas de muchos españoles interesados por participar activamente en los asuntos públicos, y que cuando lo han intentando se han visto obligados a dar un paso atrás horrorizados al ver cómo funciona la política en España. Por eso los partidos políticos suelen estar saturados de pelotas de formación escasa y mediocre. La opinión pública tiene razón en estar preocupada: no tenemos políticos capaces. Es como si el cuerpo electoral gritara que ha aprendido la lección, que no está dispuesta a volver a ser engañada por la enésima apelación al voto útil, que está lista para dar la oportunidad a otras formaciones y, sin embargo, nadie recogiera el guante, ni siquiera en los grandes partidos. ¿Qué políticos jóvenes pueden relevar a Rajoy y a Rubalcaba? Es formular esta pregunta e inmediatamente, al menos así me sucede a mí, hacerse el silencio. La respuesta podría ser UPyD, pero para ello hace falta que Rosa Díez se rodee de gente de verdadera envergadura. Alguna figura de talla ha recalado en UPyD, pero falta todavía mucho.

Así que así estamos. La crisis económica y financiera está unida a la crisis nacional, pues los españoles debemos decidir muchas cosas respecto a nuestra manera de entender la nación, entre ellas la necesidad de repensar nuestro papel en esta Unión Europea. Pero repensar los problemas nacionales requiere ciudadanos activos, críticos y, especialmente, políticos capaces. Cuando ambas cosas escasean nos empezamos a dar cuenta de la magnitud de esta crisis. 

martes, 7 de agosto de 2012

"Drácula" y otras lecturas

De los últimos libros que he leído me ha defraudado “El alquimista”, de Paulo Coelho; me ha parecido muy interesante “Opiniones de un payaso”, de Heinrich Böll; y he disfrutado enormemente con “Drácula”, el clásico de Bram Stoker. Unas breves líneas sobre los dos primeros. “El alquimista” es un tostón. Una fábula en la que la moraleja está demasiado presente. El lector percibe la permanente y explicita intención del autor por transmitirle un mensaje –la importancia de que cada persona se decida a ser el dueño de su destino-, y cuando una fabula es demasiado explícita pierde su encanto.

“Opiniones de un payaso” es un libro muy recomendable. La imagen que traslada Böll de la sociedad alemana es bastante negativa, y en particular es muy duro con los católicos, aunque tampoco se salvan los protestantes. La principal denuncia de Böll, tal como yo lo interpreto, es la hipocresía de buena parte de la sociedad alemana de posguerra. Según da a entender, el arrepentimiento de muchos alemanes por su comportamiento durante el nazismo era pura fachada. En definitiva, una interesantísima visión de la sociedad alemana por parte de un alemán.

¡Y qué decir de “Drácula”! Por encima de todo, esta novela es una soberbia narración –quizá el mayor elogio que puede hacerse a muchas novelas- que capta la atención del lector desde la primera a la última hoja. La trama está perfectamente construida y se conoce a través de los diarios de los principales protagonistas, que van reflejando en ellos todo lo que les va sucediendo. La novela también me ha resultado muy agradable porque versa sobre algunos de los valores que más aprecio: la entrega absoluta de los enamorados, el valor, la amistad y la abnegación.

También he leído un par de novelas de Dostoyeski, "El jugador", que me defraudó un poquito, y "Memorias del subsuelo", absolutamente impactante e imprescindible para comprender mejor la obsesión de Dostoyeski con el excesivo desarrollo de la conciencia -que no duda en calificar de enfermedad- y entender bien "Crimen y castigo". ¡Ah!, se me olvidaba, excelente la "Novela de ajedrez", de Stefan Zweig. De este autor me impresionó en su día la extraordinaria novela "La piedad peligrosa", que sin duda recomiendo. "Novela de ajedrez" es una breve e impactante novela sobre la desesperación de un hombre torturado por la Gestapo que, casualmente, ve en el ajedrez la única vía de escape a un terrible sufrimiento. Aunque ya verán adónde le lleva ese "escape".

domingo, 22 de julio de 2012

El cinismo alemán

Los alemanes van camino de destrozar Europa por tercera vez en menos de cien años. Lo peor es el cinismo que derrochan. Ahora sale no se qué ministro dándonos una palmadita en la espalda con esa frase guasona de que está convencido de que las políticas de Rajoy terminarán creando empleo. ¡Hay que ser mamón! Si no actúa el BCE no llegamos vivos a septiembre, y el fulano como si no se enterara. O son unos consumados expertos es póquer, o es que verdaderamente a estos tíos les parece que con o sin euro ellos seguirán siendo los más ricos. Quizá no les falte razón, pero habrá que ver en qué desemboca esta profunda desafección que están generando en España y en otros países hacia Alemania y, por extensión, hacia Europa. Lo que no me explico es como hay gente que viendo el panorama sigue pensando que la solución es más Europa. ¿Para qué? ¿No se dan cuenta de que esto es el cortijo de los alemanes? ¿Creen ustedes que si Alemania le dijera a Dragui que actuara éste no lo haría? Esto es demencial.

Pero la culpa es nuestra, sobre todo –se insistirá- por seguir sin “meter mano” a las autonomías. Sin duda ha habido graves errores en el diseño y en la ejecución del sistema autonómico. Determinadas competencias podrían no haberse cedido y, sobre todo, habría que haber controlado más la creación de empresas públicas, así como la delimitación competencial. Ahora, más allá de esto, la organización administrativa de España en regiones, es decir, en comunidades autónomas, es lo más sensato en función de la realidad nacional de España y de la eficiencia a la hora de resolver los problemas de los ciudadanos. Además, a fin de cuentas, muy probablemente el conjunto de las autonomías no superen el 3% de déficit este año. Y si encima cumplen con el 1,5% qué demonios más se les puede pedir. Ya está bien con el mantra de las autonomías. Concretemos qué se ha hecho mal, enmendémoslo, pero no nos volvamos locos, ni dejemos que nos vuelvan.

La realidad es que nos estamos pegando unas bajadas de pantalones patéticas por inútiles. ¿Se acuerdan de agosto del año pasado? Nada menos que reformamos nuestra Constitución en un abrir y cerrar de ojos para dar confianza a los mercados y evitar que la prima de riesgo se desbocara. No sirvió de nada. El PP aprobó nada más llegar al poder una subida de impuestos que luego fue acompañada por unos presupuestos austeros, por la ley de estabilidad presupuestaria, por el compromiso de las autonomías con el déficit, por el rescate bancario y por el recortazo final de los 65.000 millones. ¿Resultado? La prima de riesgo en 610 y una palmadita en la espalda de los alemanes diciéndonos que ese es el camino. Lástima que el cadáver no esté en disposición de escuchar el buen aspecto que tiene, según los asistentes al entierro. Sólo pido un poco de patriotismo, de dignidad ante esta política avasalladora y devastadora que están imponiendo los alemanes y sus aliados.

sábado, 21 de julio de 2012

Me explico, Pepe

Preguntaba Pepe el otro día si hablaba en serio cuando decía que prefería levantarme con el corralito (una cosa así no se anuncia) y el regreso a la peseta. Llevo bastante tiempo escribiendo sobre la crisis sin haberme decantado abiertamente por esta opción, pero ahora ya estoy convencido de que hay que desempolvar las pesetas. Sí, Pepe, sí. Y te diré por qué formulando antes unas sencillas preguntas. ¿El Banco Central Europeo defiende verdaderamente los intereses de la eurozona o más bien es un instrumento de Alemania? Da la impresión de que Alemania quiere que supliquemos el rescate total, ¿no? La pregunta es obvia: si 65.000 millones no bastan, ¿en qué puede consistir ese “rescate”? Las condiciones serían draconianas, absolutamente inaceptables, pero no tanto porque no estemos dispuestos al sacrificio, sino porque sería un sacrificio baldío en tanto hundirían todavía más la economía española, al igual que, salvando las distancias, el “rescate” griego no puede funcionar.

Insisto una vez más, España ha cometido errores gravísimos, funestos, necesita reformas, etc. Todo eso es verdad, pero al mismo tiempo los alemanes han estirado demasiado la cuerda, quizá no demasiado conscientes de las consecuencias que puede tener un NO de España. Y en eso confían, en que el gobierno español no se atreva a salir del euro y acepte lo que se le dicte. Por eso, si el gobierno no es capaz de plantarse, tendremos que hacerlo los españoles. Espero que no se llegue a esa situación y nuestro gallego sepa jugar bien su mano de póquer. Se ve que García Margallo ya no se aguanta y falta poco para que empiece a largarle denuestos al cabronazo de Draghi –yo ya me tomo alguna licencia poética-.

La principal dificultad para tomar la gran decisión de mentar la quiebra y el regreso a la peseta es que se piensa que eso es renunciar al progreso, porque el progreso está cerca de socios tan magníficos y ejemplares como Alemania, Austria, Holanda o Finlandia. Ahí está nuestro problema. Falta de patriotismo bien entendido. Claro que hay que aprender del rigor y el buen hacer colectivo de estos países, pero ese aprendizaje no se logra mirándoles embelesadamente y obedeciendo sus dictados. Lo que hay que hacer es repensar España y transformarla aprendiendo de quien tenga algo que enseñar. Hay que tener la personalidad de los ingleses para transformarnos desde nuestra españolidad en lugar de ser un país que reniega de sí mismo y prefiere que le intervengan para que alguien ponga orden (seguro que esto se lo han oído a más de uno). Seguro que todavía hay más de uno que piense que mejor nos habría ido si los españoles hubiéramos tragado con José Bonaparte en lugar de luchar por el legítimo hijoputesco –hoy me salgo- Fernando VII. Hoy estamos en las mismas, y espero que la sangre que corre por las venas de los que pasean por la Puerta del Sol sea verdaderamente española: ni hablar de un rescate.

Habrás escuchado, Pepe, que dicen que el regreso a la peseta sería ruinoso. Muchos de los que lo afirman también afirmaban que con ciertas medidas sería cuestión de poco tiempo que la prima de riesgo se “relajara”. Como ves, no tienen ni puta idea o sencillamente mienten continuamente. En mi opinión, no se puede saber con certeza qué sucedería tras la ruptura del euro y el regreso a la peseta. Depende de muchos factores que, puedes estar seguro, hay bastante gente analizando en estos momentos. El corralito me parece imprescindible como medida transitoria para evitar una quiebra total de la banca. A partir de ahí habría que ver cómo se comporta la moneda y en qué medida podemos hacer frente a nuestros pagos, cuestión que exigiría una negociación y que, por tanto, tampoco se puede prever. En definitiva, es un escenario desconocido, pero prefiero eso a esta situación que nos ahoga financieramente, que nos impide salir del hoyo y que nos roba la democracia.

P.D. Lo de la Comunidad Valenciana era previsible. Es cuestión de tiempo que otras comunidades hagan lo mismo. ¿Qué más medidas se pueden adoptar para controlar el déficit? Pues no sé. Ya veremos.

martes, 17 de julio de 2012

Algo que la Iglesia no debería olvidar

Un amigo me dijo que la Iglesia Católica aporta un porcentaje muy escaso al presupuesto de Cáritas. Me sorprendió, ya que pensaba que esta organización dependía íntegramente de la Iglesia en todos los aspectos. Comprobé que, para mi sorpresa y decepción, mi amigo estaba en lo cierto. No obstante, estoy convencido de que la labor de la Iglesia en ayuda de los pobres es admirable, aunque creo que puede y debe mejorar. Cuando acudo a misa muy pocas veces la homilía se centra en alguna de las siete obras de misericordia corporal. ¿Cuáles son? Allá van:

  1. Visitar y cuidar a los enfermos.
  2. Dar de comer al hambriento.
  3. Dar de beber al sediento.
  4. Dar posada al peregrino.
  5. Vestir al desnudo.
  6. Redimir al cautivo.
  7. Enterrar a los muertos.
 En ocasiones escucho y leo que la religión musulmana obliga a dar de comer a quien te lo pide, pero se olvida que en el cristianismo existe la misma obligación de misericordia, y que hubo un tiempo en que en la cristiandad, es decir, en Europa estas obras de misericordia estaban plenamente instaladas en la vida de la gente hasta que poco a poco fueron perdiendo vigor. Ojalá la jerarquía eclesiástica volviera a recordar a los fieles la importancia de cumplir con estas obligaciones. Y, por cierto, ya que estamos, aquí tienen las siete obras de misericordia espiritual:

  1. Enseñar al que no sabe.
  2. Dar buen consejo al que lo necesita.
  3. Corregir al que yerra.
  4. Perdonar las injurias.
  5. Consolar al triste.
  6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
  7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.
 ¿Se imaginan una sociedad en la que se pusieran en práctica todas estas obras? ¿Se les ocurre un mejor programa para superar la crisis?

jueves, 12 de julio de 2012

Rajoy: "Los españoles no podemos elegir, no tenemos esa libertad"

Las medidas anunciadas ayer por Rajoy pretenden controlar el déficit público para lograr una financiación asequible y evitar que el sector público capte un crédito que es necesario que fluya hacia el sector privado de la economía. Suena bien, ¿no? Sin embargo, esta idea es ciencia ficción. Y si no lo creen, ahí está la prima de riesgo para confirmarlo. Profundizar en la recesión, que es a lo que abocan algunas medidas adoptadas ayer, si sirve para controlar el déficit, va a ser a costa de destruir todavía más el tejido productivo, y así no hay forma alguna de salir de la crisis. Algunas están bien, pero lo del IVA, la supresión de la paga extra y la rebaja en la prestación por desempleo son una verdadera estupidez, además de una injusticia.

Lo peor, y lo que merece un análisis más detenido, no es eso, sino la frase de Rajoy, quizá una de las más importantes que se han pronunciado en los últimos tiempos. Rajoy dijo que “los españoles no podemos elegir, no tenemos esa libertad”. Si alguien lo dudaba, su duda debe disiparse después de escuchar semejante frase: España ha sido intervenida. Son otros quienes gobiernan España, otros a quienes los españoles no hemos votado, otros cuya prioridad es cobrar lo que les debemos, otros que han podido dictar nuestra política porque nuestro legítimo gobierno ha accedido a ello. Rajoy ha cometido un error gravísimo al decir lo que ha dicho. Si estás de acuerdo con las medidas que te has visto obligado a adoptar, debes respaldarlas y responsabilizarte de ellas. Si no lo estás, no valen excusas del estilo “no podíamos elegir”. Claro que podíamos elegir. Si crees que lo que estás decidiendo no es bueno para tu país, debes negarte hasta el final o dimitir. Tenía, pues, que haberse ahorrado el “no podemos elegir” y aferrarse al mensaje de que por este camino saldremos de la crisis.

Una cosa tengo muy clara. Con la perspectiva que proporciona el paso del tiempo, estoy convencido de que nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea nos ha narcotizado como país. Hemos vivido instalados en la idea del progresismo con red. Si estamos en Europa nada malo puede pasarnos y, si pasara, ahí estarán nuestros socios para echarnos una mano. Los españoles nos hemos olvidado de España hasta el punto de que hemos esperado que las mejoras de nuestra nación vinieran desde Europa. Y ahora nos damos cuenta de que los españoles debemos responsabilizarnos de España, porque a nuestros socios les importamos un carajo, así, como suena. Lo único que quieren de nosotros es cobrar y que no les costemos dinero. Me alegré una barbaridad cuando los finlandeses dijeron públicamente que antes de soltar la pasta querían garantías. Claro que sí, ¡tontos iban a ser estos eslavos fieles amigos de los alemanes!

Hemos despilfarrado y todo lo que ustedes quieran. Somos un desastre en muchas cosas, es verdad, pero si Europa quiere sobrevivir tendrá que apechugar con nosotros y decirle al BCE que nos compre la deuda, ya que no quieren eurobonos. Pero resulta que la opinión pública en Holanda –que tiene elecciones en septiembre- o en Alemania es claramente partidaria de cerrar el grifo y regalarnos una moralina para que sepamos lo que vale un peine. Perfecto, incluso moralmente justificado pensará alguno, pero estúpido a más no poder. Solución: el camino de ayer conduce al desastre, así que hay que negarse a transitarlo. España debe plantarse y, al igual que Finlandia, decir claramente que o hay financiación asequible sin ahogar irrazonablemente a la nación, o adiós al euro y que sea lo que Dios quiera.

Ahora mismo, lector, yo confieso que soy contrario a esta Unión Europea incompatible con la democracia, y que prefiero levantarme mañana con el corralito y el retorno a la peseta. Por lo menos, aunque pobres de solemnidad, quizá podamos volver a elegir, porque ayer, según nuestro presidente del Gobierno, dejamos de ser libres. Y eso no, bajo ningún concepto.

jueves, 5 de julio de 2012

"Eurodebates"

En la última semana, con ocasión de la cumbre europea, he prestado atención a los medios de comunicación de distintos países europeos para conocer cómo interpretan lo que allí aconteció y se decidió. He ojeado periódicos italianos, alemanes e ingleses, y he seguido por televisión los informativos holandeses y algún que otro programa de debate. En esos debates, al igual que sucede aquí en España, participaban sólo holandeses, y pensé en cuánto bien haría que estos programas se organizaran contando con personas de diferentes nacionalidades. Esta perspectiva plurinacional nos aportaría unos puntos de vista de los que carecemos cuando todos los que opinan son del mismo país. En estos casos incluso se observa que las discrepancias tienen un sesgo nacional. No creo que resultara tan difícil, y sería una excelente manera de ir consolidando una opinión pública europea, lo cual es bastante más importante para avanzar hacia una mayor integración europea que algunas políticas que ahora mismo están decidiéndose. 

miércoles, 27 de junio de 2012

Merkel: "No habrá eurobonos mientras viva"

Mientras el Gobierno anda sumido en sesudos análisis sobre qué impuestos subir y qué más recortes aplicar, para luego darse cuenta de que los ingresos siguen cayendo y complicando cada vez el objetivo de déficit, Merkel despacha los problemas de un plumazo, sin concesiones a la diplomacia: “no habrá eurobonos mientras yo viva”, dicen que ha afirmado. Hace tiempo que vengo criticando el papel de Alemania en esta crisis, pero lo de esta mujer ya empieza a hacer obscena la vocación de felpudo andante de nuestro Gobierno. Urge plantarse ante Merkel de una vez. ¿Que austeridad no es incompatible con crecimiento? Vamos a ver, no se trata de despilfarrar. Claro está que hay que reformar nuestro Estado para hacerlo más austero. Pero lo que sucede es que se está esquilmando a los ciudadanos y el consumo está hundido.

En mi opinión, había dos reformas que el gobierno debía haber priorizado frente a cualquier otra. La primera, obviamente, era la del sector bancario, que hecha de forma decente debía incluir la búsqueda de todos los culpables de haber conducido a determinadas entidades a una situación cercana a la quiebra (siendo generosos). A la vista está cómo se ha hecho. La segunda era la reforma de las administraciones públicas, que todavía está pendiente y que, a mi juicio, es absolutamente capital. En este terreno la fusión de ayuntamientos y la racionalización de muchas tareas duplicadas puede conllevar la supresión de muchos gastos innecesarios. Recuerdo que hace unos dos años tuve la oportunidad de conversar con Jordi Sevilla (ya no era ministro) en una comida celebrada en el marco de un curso de verano en el que él participaba. Sevilla destacó que la reforma de la administración pública podría suponer, si no recuerdo mal, al menos un punto del PIB. Lástima que a Zetapé no le pareciera oportuna ni esa ni otras muchas reformas que dejó sin hacer. Si a esta reforma se añade la racionalización del tejido público empresarial es evidente que se ahorraría bastante sin perjudicar excesivamente a los ciudadanos. Esta es una austeridad que no compromete el crecimiento. Sí lo hace aquella que consiste en subir los impuestos, especialmente aquellos que gravan directamente el consumo. Eso es ir a la desesperada. Y así vamos, empequeñeciéndonos con una política que es la plasmación visual de la pescadilla que se muerde la cola hasta engullirse a sí misma. Y sin rechistar, porque así lo marca la gobernanta Merkel. 

martes, 26 de junio de 2012

"Justicia transicional, memoria histórica y crisis nacional"

Hoy toca hacer algo de publicidad. Acabo de publicar un libro titulado "Justicia transicional, memoria histórica y crisis nacional". En él defiendo tesis polémicas como, por ejemplo, que el movimiento de recuperación de la memoria histórica es una manifestación más de la crisis nacional que vive España en estos momentos, y que se basa en el agotamiento de los proyectos nacionales que pusimos en marcha los españoles en los años de la Transición. Hablar de crisis nacional me ha llevado a profundizar en el concepto de nación, concepto discutido y discutible, como dijo en su día Zapatero. Me sumo a esa discusión proponiendo una definición de nación. Además, en el libro defiendo la Transición española después de realizar un análisis del carácter político de los procesos de justicia transicional, y también examino críticamente las leyes de memoria histórica aprobadas en España. Estos son, en síntesis, algunos de los temas que abordo en este libro. Espero que les resulte interesante.

Un superministro de la UE podrá modificar los presupuestos nacionales

Las últimas noticias apuntan a que un superministro de la UE podrá revisar los presupuestos nacionales, es decir, uno de los instrumentos esenciales de la acción política de un gobierno. Todo esto para tranquilizar a los mercados y fortalecer el euro de cara al futuro. Más medidas que alejan de los españoles las decisiones fundamentales de la acción política. Algunos, descreídos totalmente de nuestros políticos, pensarán que para bien, pero insisto una vez más: ¿esto no merece un detenido y sosegado debate entre la ciudadanía? Nos están llevando a un sitio al que quizá no todos queramos ir bajo la consabida excusa de que se trata de salvar el euro, es decir, de evitar el cataclismo. Me reafirmo en que parece que el precio del euro puede ser la pervivencia de la democracia. Yo no me apunto a eso.

lunes, 18 de junio de 2012

El resultado de las elecciones griegas puede ser un espejismo

La semana pasada De Guindos declaraba que la volatilidad de los mercados era debida a la incertidumbre de las elecciones en Grecia. Todos los periódicos abren hoy diciendo que el resultado de las elecciones griegas dará un respiro. Pues ya ven, ganan los que se supone que debían ganar y la prima de riesgo española bate records. ¿Por qué? Qué más da ya. Aquí la única solución es que el Banco Central Europeo inyecte dinero para que podamos financiarnos –a falta de eurobonos- o la ruptura del euro. El rescate de España no puede ser una opción porque supondría el definitivo hundimiento de nuestra economía.

En una situación así urge hablar de política y no lanzar mensajes encaminados a contentar a los mercados. Apunto esto por unas declaraciones de Rajoy reclamando que todos los líderes europeos afirmen rotundamente que el proyecto del euro es irreversible. Comprendo la idea que quiere trasladar Rajoy, pero es triste pensar que no se puede discutir abiertamente de qué es lo que más nos conviene, y en concreto si sería bueno para España o no abandonar el euro. Los debates generan incertidumbre, y los mercados penalizan la incertidumbre, así que en lugar de actuar como políticos los políticos se comportan como psicólogos de entes que no se sabe muy bien a qué lógica responden.

Quizá la mejor solución sería que el BCE sacara la manguera para apagar cualquier fuego mientras empezamos a actuar políticamente de verdad y cada nación decide cuál es su posición respecto a sí misma y respecto a la construcción europea. La crisis ha puesto de relieve que el proyecto del euro es clarísimamente reversible. Digámoslo, debatamos si es oportuno seguir embarcados en él y tomemos decisiones.  

domingo, 17 de junio de 2012

Los grandes partidos cotizan a la baja

“El Mundo” publica una encuesta de intención de voto este domingo que confirma la pérdida de votantes de los dos grandes partidos. El PP pierde cinco puntos porcentuales, pero el PSOE apenas aumenta medio punto su intención de voto. Esos votos van a IU y UPyD. Hace tiempo que vengo advirtiendo de que esta tendencia merece ser tenida en cuenta, y más lo merecería si nuestro sistema electoral no siguiera primando a los grandes. Me pregunto cuándo en el PP se van a dar cuenta de que estamos en una nueva fase en la historia de nuestra democracia. Hay que repensar muchas cosas, y las reformas del PP no suponen cambios estructurales hasta el momento, sino parches más o menos útiles. UPyD seguirá aumentando en intención de voto mientras el PP siga sin interpretar correctamente el momento que España está atravesando. Además, la estrategia de Rajoy frente a Rosa Díez es claramente contraria a sus intereses. Los ataques durísimos que dirige a Díez la fortalecen en tanto la convierten en un referente como líder de la oposición. Parece mentira que Arriola no se lo advierta. 

viernes, 15 de junio de 2012

Pensamientos sobre Europa

Unión fiscal, unión bancaria, unión política, etc. La receta para superar esta crisis es casi unánime: más Europa. Si la crisis se examina desde una perspectiva puramente técnica se puede estar de acuerdo con que una posible solución sería andar el camino que no se anduvo cuando se puso en marcha el euro. Pero impulsar la unidad europea más que una cuestión técnica es política, y resulta incomprensible que quienes se empeñan en abogar por esa unidad salvadora no se den cuenta de que es un tremendo error dar respuesta a los problemas políticos pensando casi exclusivamente en las ventajas de índole utilitaria que pueden derivarse de determinadas decisiones políticas. Este error se produce, en mi opinión, por la tendencia a creer que en política todo es cuestión de voluntad. Pensemos en una nación. Su existencia o su disolución dependen de la voluntad de los ciudadanos. Por tanto, de igual forma, si existe voluntad, es perfectamente posible dar los pasos necesarios hacia esas maravillosas políticas de unidad que nos proporcionarán progreso y bienestar. Hay parte de verdad en este enfoque, y cuando algo es parcialmente verdadero puede dar lugar a confusión porque deseamos creer que esa verdad es toda la verdad. Es muy cómodo simplificar la realidad, pero cuando esto se produce sólo es cuestión de tiempo que llegue el día en que la verdad oculta se presente ante nosotros y, como se trata de cuestiones prácticas, nos exija una respuesta.

La política exige tomar decisiones que requieren en muchos casos una voluntad colectiva. Pero cuando esa voluntad, aun existiendo, no es compatible con la realidad el fracaso está servido. Pensemos en un matrimonio. Para que exista es necesario que ambos cónyuges presten su consentimiento, y pueden tener un ferviente deseo de ser un buen matrimonio, pero en realidad son personas tan distintas que terminan fracasando. Con el proceso de unión europea puede estar sucediendo algo similar. No basta con que presa de la euforia nuestros dirigentes –incluso contando con el respaldo de los ciudadanos- deseen hacer realidad el sueño de una Europa unida. Hay que ver si ese sueño es posible, y para examinar dicha posibilidad conviene tener presente que una nación no es sólo el resultado de la voluntad de vivir juntos, sino que implica muchas más cosas, entre las cuales es fundamental la decisión de buscar juntos el bien común (siempre insisto en ello) en cualquier circunstancia y la solidaridad. Pero para lograr que esos objetivos sean interiorizados se requiere algo más que voluntad coyuntural. Las naciones tienen una historia y un estilo de vida colectiva forjado en el tiempo que hace que en su seno la búsqueda del bien común se presente como un ingrediente esencial de su realidad nacional, y otro tanto sucede con la solidaridad. En Europa eso sólo podrá lograrse –si alguna vez se logra- a través de una cooperación progresiva sostenida en el tiempo. Hoy sólo los ingleses son realistas respecto a Europa. El resto pretende construir Europa desde el idealismo y/o el egoísmo, por eso creo que esto no puede salir bien, lo cual no quiere decir que la alternativa sea el más absoluto desastre. 

sábado, 9 de junio de 2012

De Guindos: "No es un rescate, es ayuda financiera"

Hace poco más de una semana, Rajoy afirmaba rotundamente ante los medios convocados en la sede del PP que no habría un rescate de la banca española. Esta tarde, Luis de Guindos ha comunicado en rueda de prensa la petición de España de ayuda financiera para sanear su sistema bancario (ya saben, el mejor del mundo, según Zetapé). Me ha parecido extremadamente crispado en su comparecencia. Como si hubiera asistido a una negociación de la que ha salido perdiendo y enfadado. Tenía ganas de acabar la rueda de prensa, de pasar ese mal trago lo antes posible. Ha sido parco en las respuestas y poco cortés a la hora de otorgar la palabra a los periodistas. Su intento por evitar la palabra rescate ha sido completamente ineficaz. “No es un rescate, sino una ayuda financiera”, ha declarado. Igual de ridículo que si alguien dijera “no es una cárcel, sino un establecimiento penitenciario”. La palabra de nuestros dirigentes en estos tiempos no vale nada. No valía la de Zapatero ayer, ni hoy la de Rajoy. 

Vayamos al fondo. Tras más de cuatro años sin tapar el agujero de nuestro sistema bancario, había que ponerle el cascabel al gato, y esto, como otras muchas cosas, le ha tocado hacerlo al gobierno de Rajoy. Pero había que hacerlo bien, y para ello era capital conocer las necesidades del sector. En este punto De Guindos ha fracasado estrepitosamente, pues sus estimaciones estaban erradas y el caso de Bankia lo dejó patente. Bankia hizo que saltaran las alarmas internacionales. El agujero era enorme y España no tenía dinero para inyectar capital a los bancos, ni podía obtenerlo en los mercados a un precio asequible. Por eso nos urgían a que pidiéramos ayuda, a que nos rescataran, porque si no tapábamos ese boquete nos íbamos al garete y arrastrábamos a la zona euro. El rescate consiste en que se le presta a España (al FROB) dinero para sanear el sector bancario con unas condiciones, según De Guindos, mucho mejores que las que ofrecería el mercado. ¿Qué se nos exige? No lo ha concretado, pero señala que son exigencias dirigidas al sector bancario, que deberá reestructurarse, sanearse y devolver lo prestado. Nada, pues, de nuevos recortes o ajustes fiscales. Todo muy bonito, pero lo cierto es que España ha necesitado un rescate. España lo ha solicitado y España (el FROB) lo ha recibido. Así queda claro que Alemania se ha salido con la suya. Hoy De Guindos ha pedido el rescate en nombre de España. Con razón estaba el hombre de tan mal humor. Y Rajoy no ha querido dar la cara parapetándose detrás de su ministro.

¿Es bueno para España? Es muy importante que concluyamos esta reforma, pero creo que hacen falta muchas más cosas. Si inmersos en la recesión se sigue sin recurrir a los eurobonos y el coste de la deuda soberana sigue por las nubes de poco servirá el rescate bancario. Y ello va a depender mucho de lo que suceda con Grecia. Seguimos, pues, caminando por el alambre.